Cuatro ruedas para un viaje de lujo en el tiempo
Autoclásica, en el Hipódromo de San Isidro, invita a conocer vehículos clásicos que dejaron su huella en la historia
Mirar el auto, cerrar los ojos por un momento y olvidarse del aquí y ahora. Burlar la linealidad del tiempo y emprender un viaje que nos lleve al pasado. Volver a posar la mirada sobre ese auto y, ahora sí, revivir páginas guardadas en la historia. Así comienza este show que permite recordar a Perón saludando desde su Cadillac convertible, el mismo auto que luego usaron varios presidentes argentinos durante el breve trayecto de asunción por la Avenida de Mayo; sentir el viento en la cara, el olor a nafta y el calor insoportable en el cuerpo cuando la Maserati 250F giraba a fondo en el Gran Premio de Argentina de 1956 con Froilán González al volante; saludar emocionados, sin sentir molestia por la nube de tierra que nos envuelve, al paso de la “Galera” de los hermanos Emiliozzi que va imparable hacia la bandera a cuadros de otra legendaria batalla del TC argentino.
Esa es, ni más ni menos, la propuesta de Autoclásica 2012, el festival de vehículos clásicos más importante de América del Sur, que estará abierta hasta el lunes en el boulevard del Hipódromo de San Isidro.
Organizada por el Club de Automóviles Clásicos de la República Argentina, el pase invita a ver más de 900 automóviles y motocicletas, muchos de más de 100 años de antigüedad.
Este viaje por el tiempo nos lleva a un recorrido para todos los gustos. Desde los monopostos de competición a las cupecitas del TC; desde modelos que fueron la avanzada tecnológica de los años 20 o 30 hasta los deportivos más deseados de todos los tiempos. Y un detalle que no es menor: todos y cada uno de ellos está en perfecto estado. Sólo necesitamos llenar el tanque y poner primera a las emociones.
¿Cuál es el valor de un auto clásico? Piezas únicas en muchos casos, los autos de colección forman parte del patrimonio cultural del país. Sí, claro, hay modelos inmensamente costosos cuyo valor lo determina el deseo de quien lo quiere comprar y por quién lo vende. Sí, nadie lo dirá, pera hay modelos que pueden costar más de 10 millones de euros y otros que se pueden conseguir por 20.000 pesos y restaurarlos. Pero unos y otros tienen el mismo valor; la recuperación y conservación histórica de una parte de la historia mundial del automóvil.
Por eso, recorrer esta muestra requiere del mismo espíritu que nos empuja por los pasillos del Louvre. Nadie quiere saber cuánto cuesta La Gioconda o la Venus de Milo; simplemente nos detenemos para deleitarnos con la majestuosidad de la obra producto del genio humano.
Algo parecido pasa con estos autos. Cada uno de ellos está en la muestra por tener un valor histórico. Y los automóviles son una conjunción fantástica de obre de arte y maravilla mecánica. Diseño asociado a la funcionalidad; creatividad aplicada al placer o el vértigo; máquinas que han desafiado los límites una y otra vez.
Y eso es lo que procura también el Club de Automóviles Clásicos; no todos podemos comprar un RollsRoyce de la década del 20; pero sí podemos empezar por un auto de los 60 o los 70 y, dedicarle tiempo y pasión para volverlo a su estado original.
El Cadillac presidencial
En 1902, el ingeniero e inventor Henry Leland creó un nuevo motor monocilíndrico y para bautizarlo utilizó el nombre del fundador de la ciudad de Detroit, el oficial del ejército francés Antoine de la Mothe Cadillac. Este año, la prestigiosa marca cumple 110 años. Y aquí hay uno de los Cadillacs más importantes del país: el descapotable presidencial. Cedido para esta muestra por la presidencia de la Nación, se trata de un V8 OHV 1955 incorporado a la flota presidencial durante la segunda presidencia de Juan Domingo Perón. Esta unidad sólo tiene 15.000 km y se encuentra en estado original. Los que tienen más canas podrán recordar a Perón en este auto, que también traslado a Arturo Frondizi con Dwight Eisenhower por la Avenida de Mayo. Casi todos los presidentes lo usaron. Sólo Cristina prefirió un auto cerrado y moderno. Y como anécdota vale recordar la imagen del presidente venezolano, Hugo Chávez, que lo manejó por los caminos de la quinta de Olivos, con Julio De Vido como acompañante.
El querido Froilán
Este hombre disputó 26 Grandes Premios en nueve temporadas (19501957 y 1960); fue el primer piloto en llevar una Ferrari a la victoria en la Fórmula 1, en el Gran Premio de Inglaterra de 1951. El Cabezón, para los amigos, el Toro de las Pampas, para la prensa internacional de aquellos años; amado en nuestro país y adorado en Maranello, José Froilán González cumplió ayer 90 años. Y Autoclásica festeja hoy, a las 16, su cumpleaños junto con la Maserati 250F de 1956 con la que corrió el Gran Premio de la República Argentina.
Junto con ese auto hay otras joyas del monoposto que dejaron su huella en el pavimento de las pistas. Alfa Romeos de todos los tiempos, siempre caracterizados por belleza y deportividad; los elegantes Rolls-Royce; 25 Ferraris cuidadosamente seleccionadas (modelos 250, 275, 330, 365, Dino y muchos más); y hasta el menos glamoroso pero indudablemente querido Rastrojero, compañero de mil batallas, se lucen aquí orgullosos, desafiando el paso del tiempo, y listos para volver a emocionarnos.ß