LA NACION

Crece el misterio por el secuestro del testigo

severo denunció a “poderes al costado del Gobierno”; Alak lo vinculó con la ley de medios

- Hernán Cappiello

Un día después de la aparición del testigo Enrique Alfonso Severo sano y salvo, el secuestro se tiñó de nuevos misterios. La víctima adjudicó su cautiverio a “poderes que están al costado del Gobierno”. Y desde el oficialism­o, el ministro de Justicia, Julio Alak, llegó a vincular el caso con un intento de frenar la aplicación de la ley de medios.

Los investigad­ores del secuestro escucharon ayer durante seis horas a Severo y siguen ahora las pistas de un identikit que realizó la víctima. Severo relató que lo secuestrar­on en Avellaneda, en la medianoche del jueves, tras amenazarlo con un arma desde una moto. Lo tuvieron 20 horas en una camioneta, dijo.

En su declaració­n judicial deslizó sospechas sobre fuerzas de choque de la política y sobre las patotas del gremio ferroviari­o, a cuyos líderes ya complicó con su declaració­n testimonia­l en la causa por la muerte de Mariano Ferreyra, ocurrida en octubre de 2010.

Al reaparecer, Severo había dicho a los medios que su secuestro fue “un mensaje para la Presidenta”.

Alak, en una conferenci­a de prensa, interpretó ayer esa declaració­n como una denuncia que demostrarí­a un intento de “amedrentar a la Presidenta” y evitar que avance con la aplicación de la ley de medios al Grupo Clarín. “¿Ley de medios? No sé qué es”, se sorprendió Severo horas después. Anoche, Alak aclaró a

que no había querido decir

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eso.

Viene de tapa Severo acusó de su secuestro a “poderes que no tienen que ver con el Gobierno, sino que están al lado, manejando porciones de poder”, y afirmó ante la Justicia que sus captores dijeron que esta vez no lo iban a salvar ni la Presidenta ni la policía ni los organismos de derechos humanos.

No identificó a qué grupos de poder se refería, pero hizo un identikit de uno de sus captores, a quien dijo no reconocer, y misteriosa­mente aseguró que había que buscarlos entre “gente que quedó manchada... busquen por el Indoameric­ano”.

“Yo quiero vivir en democracia, yo apoyo a esta presidenta”, dijo Severo a los periodista­s en la puerta de su casa. tras escucharlo, los investigad­ores creen que su relato es “verosímil y convincent­e”.

ante el fiscal José María campag- noli y sus colegas de avellaneda elvio Laborda y alejandro rojas, Severo relató que cuando salió de su casa con el auto, el jueves, a las 0.30, dobló a la izquierda y le cruzaron una moto. el conductor lo encerró mientras manejaba con la mano derecha y le apuntaba con un arma con la izquierda. Lo obligaron a doblar y a detenerse. Lo golpearon en la oreja izquierda, lo que le hizo perder el conocimien­to unos segundos.

ahí fue cuando lo introdujer­on en la parte trasera de una camioneta, cubierto con una alfombra. estuvo así las 20 horas de su cautiverio, con el rostro cubierto. durante ese tiempo le dieron agua con un cucharón y una pastilla para la tos. dijo que le ataron las manos hacia adelante con un precinto negro y que lo torturaron psicológic­amente diciéndole “buchón”, “alcahuete” y reclamándo­le: “dejate de joder con el ferrocarri­l”.

Señaló que sus captores eran dos o tres y que hablaban por handy. Siempre dijeron ser “profesiona­les”. durante su relato ante los fiscales, en dos o tres ocasiones el testigo se quebró en llanto cuando recordaba cómo lo presionaro­n mientras estaba encapuchad­o.

“ahora, que te venga la conchuda a defenderte”, dijo Severo que le dijeron sus captores, frase que él interpretó que se refería a la Presidenta, según su declaració­n judicial. Y a pesar de que anteayer dijo que su secuestro era un mensaje para la Presidenta, ayer afirmó: “No creo que esto haya sido un llamado de atención para la Presidenta, no creo que me vaya a salir a defender a mí, ella tiene que velar por 40 millones de argentinos”.

en su cautiverio dijo que escuchó el tren, gallinas o gallos y el canto de un zorzal a las 3 de la mañana.

“No me di cuenta de que me iban a liberar. escuché una comunicaci­ón donde decían: «Preguntale al Gordo qué hacemos, se decretó el alerta nacional». del otro lado respondier­on: «Limpialo al gil, desaparece­lo».”

Severo pensó que era su fin: “Me dije «chau», pensé que me iban a matar y me hice pis encima, pero me liberaron”, dijo. Lo hicieron bajar de la camioneta y caminar de espaldas. Lo dejaron en la calle, en avellaneda, donde se cruzó con varias personas que no quisieron ayudarlo. estaba mojado, sin zapatos y atado . Hasta que un empleado de diario Popular que iba a trabajar lo reconoció, lo llevó a su casa, le sacó los precintos y llamó por teléfono a su familia y al 911. eran las 22.10 de anteayer. Severo dijo que está ansioso por declarar en el juicio por el crimen de Ferreyra y que no tiene miedo, ni nunca lo tuvo. “La única forma de que no vaya a declarar es que esté muerto”, afirmó.

“Si a mis hijos les tiran un cuerpo en la puerta va a ser de un hombre, no de un payaso. Si tengo que dar la vida hasta las últimas consecuenc­ias, ofrezco mi vida, si sirve para que no haya más muertes de pibes”, enfatizó.

“Yo anoche estaba muriendo, pero ahora estoy viviendo”, señaló Severo, que dijo que sólo está amparado por su “familia, cuatro amigos y un perro, nada más”.ß

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