Un petroestado a merced de Chávez
Aprincipios de 1998, apenas comenzaba la carrera hacia las elecciones de diciembre de aquel año, publiqué en el diario El Universal de Caracas un artículo titulado “¿Por qué no me asusta Chávez?”, menos por mortificar las alarmas y aprensiones de los lectores más conservadores de ese matutino que por encarecer la candorosa idea de que, por entonces, me hacía yo de la incon movibilidad del sistema político que había regido a Venezuela durante 40 años.
Mi idea se formulaba, en espíritu, más o menos como sigue: “Tranquilícense. No importa cuán extemporáneas y retrógradas luzcan ahora las posturas de Chávez, ni cuán fundadas sus acres críticas al sistema político vigente ni cuán radicales sus consignas en materia social, ni mucho menos la arrolladora simpatía popular que reflejan los sondeos de intención de voto, tengan ustedes por cierto que la lidia con las masivas e imponentes realidades de un país tan complejo como el nuestro, pero, al cabo, un país hecho a los usos democráticos, y, todo hay que decirlo, hecho también a las artimañas moderadoras del munificente petroestado habrán de apaciguar al ex golpista trocado en gobernante.
“Créanme: Chávez no pasará de ser el pintoresco mandatario de un populista, clientelar y corrupto petro-Estado caribeño. Chávez ganará las elecciones, quién lo duda, y el chavismo, sea lo que fuere, habrá llegado para quedarse y muy posiblemente mutará en endemia, como el peronismo. Será algo traumático y quizá bochornoso de ver, pero nunca tan catastrófico como se piensa. Fracasará, por descontado habrá de fracasar, y entonces volverá el desencanto cual torna la cigüeña al campanario: en un par de quinquenios el electorado dará una segunda oportunidad a los partidos de antaño, que, con seguridad, habrán aprendido la lección. Dejen la alharaca, señores, y sírvanse otro whisky. Alternancia es el nombre del juego. Todavía tenemos petróleo en el subsuelo; volverán lluvias suaves.”
Casi 15 años más tarde, un amplio consenso académico considera el desempeño de Hugo Chávez en el poder como uno de los más acabados ejemplos contemporáneos de lo que, ya en 1997, Fareed Zakaria describió y llamó “democracia no liberal”: la forma de tiranía más popular desde que desaparecieron los totalitarismos “clásicos” del siglo XX.
El hecho escueto es que, hoy por hoy, Chávez gobierna un país política y económicamente a su merced, sin ningún contrapeso
El hecho escueto es que, hoy, Chávez gobierna un país sin contrapesos Con todo, las cosas empiezan a moverse a favor de la oposición
institucional e indiscutido señorío personal, ejercido con delirante imaginación y sin contraloría, sobre los colosales ingresos del petróleo.
En los hechos políticos, se ha cumplido domésticamente un tortuoso proceso en el que un régimen, legitimado en origen por el voto popular, se deslegitima cada día más con prácticas autoritarias y excluyentes.
Con todo, al parecer, las cosas comienzan a moverse en favor de la oposición. El pronóstico: Henrique Capriles ganará la elección presidencial de mañana.
¿Volverán lluvias suaves?ß