LA NACION

UN FILM SIN FRONTERAS

Dirigido por un argentino, Mamá triunfa en Hollywood

- Marcelo Stiletano

“Me agarrás en Madrid filmando un comercial. Es que me había borrado casi un año de la agencia y tengo que pagar las cuentas. Además de mantener la productora.” Cuesta asociar la voz de Andy Muschietti, que saluda desde la capital española, con una figura que hace poco llegó a convertir su ópera prima en la película más taquillera de Estados Unidos, algo que viene ocurriendo también en España.

Si se miran esos envidiable­s números (104 millones y medio de dólares recaudados hasta ahora en la taquilla global para una producción que costó apenas 15 millones), Mamá coloca en estos días a nuestro compatriot­a Muschietti en lo más alto de la considerac­ión internacio­nal.

Pero al argentino del momento en Hollywood se lo escucha del otro lado de la línea telefónica con la naturalida­d de un porteño que todavía sigue entre nosotros dispuesto a cumplir su vocación. Ahora, Muschietti se dispone a presentar a la distancia su película, un relato de intriga psicológic­a, suspenso y terror que se estrena hoy en la Argentina.

Ya es sabido que Mamá cuenta nada menos que con el respaldo de Guillermo del Toro en esta producción hispano-canadiense y con una de las actrices del momento (Jessica Chastain) en el papel central. Pero poco y nada se conoce sobre la vida previa de Muschietti antes de pisar fuerte en el escenario del cine internacio­nal.

Nacido en Vicente López, criado en Acassuso, egresado de la FUC (“aunque me faltan dos materias”), autor de un corto de la serie Histo

rias breves III ( Nostalgia en la mesa 8) y con una carrera dilatada y exitosa en el mundo publicitar­io, Muschietti dejó la Argentina y se instaló en Barcelona unos meses antes de la debacle de 2001. “Me vino a buscar una agencia catalana que pasaba un momento bajo de creativida­d y se propuso aprovechar el boom que vivió la publicidad argentina en los 90. Hice mi carrera y aquí estoy”, comenta a la nacion. –Este gran momento no tiene que ver con tu trabajo como director de publicidad y sí con el

cine. ¿Cómo llegaste a Mamá? –Nació de un corto que desarrolla­mos con mi hermana Bárbara y que presenté en un festival. Allí percibí de alguna manera que iba a tener impacto. El público se enganchó mucho con el costado enigmático, pero yo no tenía intencione­s al principio de desarrolla­r una historia más larga. Me interesaba sobre todo la idea del ejercicio de estilo, de construir tensión mediante un plano secuencia. –Pero las cosas cambiaron. Y supongo que en eso tuvo mucho que ver Guillermo del Toro. –Hubo un par de hechos previos a su llegada. El primero en interesars­e en el corto fue Juan Carlos Fresnadill­o, el director de Exterminio 2, que se movió bastante para que la historia se conociera. Luego se sumó un agente que nos puso en contacto con estudios de Estados Unidos, hasta que un día me dijo que Guillermo quería hablar conmigo. Allí empezó todo. Guillermo me convenció de que había que rodar directamen­te en inglés y me ayudó mucho a definir lo que requerían la historia y los personajes. También influyó para que la película fuese distribuid­a por un gran estudio como Universal. Al principio estaba asustado, tenía un Fórmula 1 y pensé que el estudio nos iba a devorar. Pero tuve la lucidez de decir que sí. –Sin alguien como Del Toro detrás eso no sería posible en Hollywood. –Hicimos todo por consenso. Guillermo fue un padrino y el nexo entre el estudio y nosotros. También me hizo cambiar un par de cosas. Sabía que no me iban a gustar, pero tenía que aceptarlas para atraer más al público. Guillermo sabe cómo llegar a la audiencia y cómo hacer todo más comprensib­le. Lo importante es que el corte final lo tuve yo.

–¿Cómo definirías tu película? –En un género tan amplio como el terror lo mío pasa por las historias de fantasmas con susto. Lo que más me interesa es experiment­ar con el estilo. Jugar con los detalles y lograr que ellos marquen la diferencia entre una escena y la siguiente. –Como Peter Jackson, también trabajás aquí con un actor interpreta­ndo un personaje virtual. –Sí. Javier Botet es mi Andy Serkis. Cuando lo vi en REC quedé asombrado por su extraordin­ario lenguaje corporal y la expresivid­ad de su rostro. Prefiero no anticipar nada más. –¿Fue complicado trabajar con niños? –Dirijo publicidad desde hace 15 años y tengo experienci­a amplia en el tema. Lo más difícil es encontrarl­os, porque hasta el director más genial es incapaz de aprovechar a un niño que no transmite nada en pantalla. Hicimos varios castings en Canadá y finalmente encontramo­s a Megan Charpentie­r e Isabelle Nelise. La mayor, que tiene 9 años, ya tenía experienci­a y actuaba como adulta. Ya tiene una idea muy elaborada de su trabajo y encaré mi relación con ella de ese modo, mucho más racional. La más pequeña, en cambio, no tenía contactos con el cine. Vivió todo el rodaje a pura intuición, como un juego. Además, como la elegimos en Quebec, casi no hablaba inglés, algo que le venía muy bien a su personaje. –Tuviste a Jessica Chastain, una de las actrices del momento. –Primero me enamoré de su nariz. Y después la disfruté como actriz. Cuando accedimos a ella todavía no era conocida por sus grandes personajes de Historias cruzadas y

Atormentad­o. Había terminado de filmar El árbol de la vida y quería hacer algo distinto. Tuvimos muy buena química durante el rodaje. Igual que ella, me gusta tocar el ukelele en mis ratos libres. Y en las pausas de la filmación nos juntábamos a hacer música. También te puedo decir que fue a buscar las emociones de su personaje a un lugar muy íntimo y doloroso. La vi llorando de verdad muchas veces, aun después de las escenas. Es algo que tengo que agradecerl­e. –Lo que está pasando con Mamá debe de haber superado todas tus expectativ­as. –Estoy tratando de aprovechar esta situación y las puertas que empiezan a abrirse, pero con historias mías. Quisiera mantener mi figura de autor y hacer algo que tenga distribuci­ón internacio­nal. Y no me va a molestar hacer de nuevo películas en inglés, aunque me encantaría conservar el color local para otras historias que tengo pensadas. Algunas están ambientada­s en España y otras en la Argentina. –¿Y qué pasará con la publicidad ahora que el cine exige más? – Necesito el contrapunt­o entre ambas cosas. No se puede vivir del cine todo el tiempo. Y hay muchos grandes directores que en sus ratos libres se mandan una publicidad, como los hermanos Coen, Bryan Singer, Woody Allen. Algunos lo hacen público, otros prefieren el secreto.

–¿Viajás seguido a la Argentina? –Tengo a mis padres aquí desde hace cinco años. Pero viajo al menos una vez por año a visitar amigos y parientes, y a veces aprovecho para filmar comerciale­s. Tengo una historia de cine negro en la cabeza ambientada en la Argentina de los años 20. Se llama Mandinga, en blanco y negro. Algún día la voy a hacer. ß

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emilio naranjo/efe Muschietti, entre el actor Nicolaj Coster-Waldau y su hermana Barbara, durante la presentaci­ón de Mamá en Madrid
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uip Jessica Chastain, en este caso morocha (en el centro), protagoniz­a la película

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