LA NACION

Burgos señaló a los otros acusados por el ataque contra Píparo

El acusado había sido reconocido por dos testigos; “Tenés que hablar, ya está”, le dijo a otro imputado

- Ramiro Sagasti

LA PLATA.– Carlos Burgos, señalado como el presunto autor del disparo que hirió a Carolina Píparo en una salidera bancaria, se declaró inocente ante el tribunal y acusó a otros dos consortes de causa: dijo que había sido Carlos Moreno el que tiró y que Luciano López conducía la moto con la que siguieron a la víctima hasta su casa.

El trágico episodio ocurrió el 29 de julio de 2010, en esta capital. Píparo había extraído 10.000 dólares y 13.000 pesos de la sucursal que el banco Santander Río tiene en la calle 7 y 42, acompañada de su madre, María Ema Cometta. Cuando llegaron a su casa, en 36 y 21, fueron sorprendid­as por los delincuent­es. Carolina, embarazada de nueve meses, recibió un tiro que le perforó el pulmón y obligó a una cesárea de urgencia para intentar salvar de su vientre al bebe, Isidro, que murió una semana después de nacer.

“A la señora [Carolina Píparo] la conozco por la tele. Soy una persona inocente. ¿Quieren saber la verdad? La verdad está ahí”, dijo Burgos, y extendió su brazo derecho y apuntó a los otros acusados.

El fiscal Marcelo Romero preguntó qué quería decir la verdad. “Yo no tengo que decir quién fue. Los papeles dicen quién fue. Yo no tendría que estar acá”, respondió el joven acusado.

Esos “papeles” –explicó luego el abogado del acusado Burgos, Rubén Carrazzone– son las páginas que contienen una declaració­n de López. “En esa declaració­n admitió que él conducía la moto y acusó a Moreno”, dijo el letrado.

Tras las insistente­s preguntas del juez Claudio Bernard, del fiscal Marcelo Romero y del abogado de Píparo, Fernando Burlando, el acusado Burgos dijo: “El que manejaba la moto es Luciano. Moreno fue el que hizo el daño. Me gustaría que declaren todos ahora”.

Un murmullo recorrió la sala, donde Carolina Píparo escuchaba con atención el relato de su presunto agresor, abrazada por su esposo y acompañada por su hermano; en tanto en otros asientos familiares del joven Burgos comenzaban a sollozar.

“Tenés que hablar, ya está”, expresó Burgos mirando al imputado Carlos Moreno, y agregó: “Yo no puedo estar acá por algo que no hice”.

Después buscó a Píparo con la mirada y contó que sus compañeros de causa le habían dicho que a Moreno se le había escapado un tiro en el forcejeo; que en la “leonera”, tal como se conoce a los calabozos de tribunales, les había anticipado que iba a declarar y que ellos le dijeron que se quedara tranquilo, que se iban a hacer cargo.

En esas conversaci­ones, según Burgos, también participó Carlos Jordán Juárez, sindicado como uno de los presuntos líderes de la banda, encargado de la logística. Otro de los que comandaron el golpe, según la investigac­ión, habría sido Juan Manuel Calvimonte.

“A Calvimonte lo conozco porque andaba con mi viejo”, dijo Burgos. El padre, Carlos Juan Burgos Medina, está preso por una salidera bancaria. También conocía a López y a Moreno, pero no era amigo y no los había visto desde hacía mucho tiempo, desde antes de entrar en el instituto de menores, donde estuvo entre los 16 y los 18 años. Mañana, Burgos cumplirá 21 años.

Romero le recordó que dos testigos, la madre de Píparo y el electricis­ta Tomás Trebec, lo habían señalado. “Yo nunca estuve ahí. Se equivocaro­n mal. Yo no tengo la cara poceada. Tengo un par de granitos.”

Al explicar su coartada, Burgos dijo que estaba durmiendo la mañana del hecho. Declaró que la noche anterior había ido a una fiesta con un amigo, Juan Pablo Arévalo, que también está preso, y se acostaron a la madrugada.

Cerca de las 11.30, continuó el acusado, lo despertó su madre porque la policía lo estaba buscando. Debían presentars­e en la comisaría 2a. Burgos y su madre dijeron que irían en una hora. Comieron un sándwich de jamón y queso y fue- ron a la seccional en la moto de la madre, siempre según su relato.

En un cuarto intermedio, Burlando dijo: “Cuesta comprender que sabiendo ni más ni menos que tienen una vida en la cárcel en juego no se expresen ni hayan hecho toda una movida previa para evitar este proceso”.

La madre de Burgos, Marcela Luján Pérez, que también declaró ayer, reprodujo casi textualmen­te la coartada de su hijo. Agregó que cuando estaba en la comisaría, donde esperaba que le dijeran los motivos de la detención de su hijo, una agente le pidió el teléfono celular y se lo devolvió un rato después. Hoy, justamente, declararán policías especialis­tas en comunicaci­ones que intervinie­ron en la instrucció­n de la causa. ß

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télam Burgos, en su declaració­n, mira a otros imputados

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