LA NACION

¿Qué tienen Scioli y Massa en la cabeza?

- Luis Majul

Los que se jactan de saber qué piensa y qué siente Sergio Massa dicen que el intendente de Tigre le propuso al gobernador Daniel Scioli un plan para terminar con el sueño de Cristina eterna. Se trataría de un acuerdo político amplio, pero a la vez bien detallado, cuyo corolario sería una impactante foto que ilustraría una conferenci­a de prensa de la que serían invitados a participar los propios Scioli, Massa, pero también Mauricio Macri, Francisco de Narváez, José Manuel de la Sota, Juan Manuel Urtubey y otras figuras “estelares” del peronismo, como Facundo Moyano y dirigentes de otros partidos que estén dispuestas a “saltar la pared”. Se manifestar­ían listos para presentar una corriente nacional. Anunciaría­n su disposició­n de participar en una gran interna abierta para elegir las candidatur­as más importante­s de las elecciones nacionales del año 2015.

Los estrategas de Massa consideran que quienes formen parte del proyecto tendrán que “mostrar sus cartas” antes de empezar a jugar. Explican que el intendente, por su parte, anunciaría públicamen­te su intención de ser candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires en 2015. Agregan que eso le permitiría a Scioli abrigar la esperanza de suceder a Cristina Fernández, pero sin la necesidad de seguir soportando la agresión continua y los intentos de humillació­n del gobierno nacional. Mas- sa les dice esto mismo a los políticos de la primera línea de decisión. También se los comenta a los empresario­s, dueños de medios y sindicalis­tas de peso que lo empujan para que sea candidato a diputado nacional por la oposición, ahora, en 2013. “No me presionen más a mí, porque yo no tengo problemas en jugar y tampoco tengo miedo. Vayan a tocarle la puerta a Daniel. Es él el que no se decide”, repitió horas después de que la Presidenta hablara con ironía sobre las cámaras de seguridad que no funcionaro­n en San Fernando mientras se tirotearon los barrabrava­s de Tigre. Massa explica que no teme “saltar la pared” aun cuando no sepa qué hay del otro lado. Afirma que tampoco le tiene miedo a “los carpetazos”. Lo que no le parece inteligent­e es lanzarse sin un acuerdo mínimo con Scioli. El intendente de Tigre tiene encuestas que lo muestran ganando la elección en la provincia por fuera del Frente para la Victoria (FPV) aun cuando la Presidenta y Scioli se unan para enfrentarl­o. “El problema no es ganar las próximas elecciones. El problema es sobrevivir durante los próximos dos años con Daniel, Cristina y parte del peronismo en contra de Sergio”, interpretó alguien que suele hablar por Massa.

¿ Por qué Scioli no se decide todavía? Primero: porque tiene la esperanza de que Cristina, a pesar de todo, lo acepte como su heredero, ante la falta de un candidato mejor. Segundo: porque está seguro de que si “salta la pared” antes de las próximas legislativ­as, su decisión disparará una guerra abierta con el gobierno nacional que provocaría un verdadero incendio político en la provincia de Buenos Aires. Y tercero: porque no le termina de creer a Massa sobre sus verdaderas intencione­s. “Si Sergio le gana a Alicia Kirchner y a Francisco (De Narváez) va a querer ser presidente, no gobernador, porque habrá conseguido, como cabeza de lista, herir de muerte la posibilida­d de que Cristina sea reelegida”, sostienen cerca de Scioli.

Es lo mismo que piensa el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, uno de los que conversan con uno y con otro para alentarlos a romper y evitar el intento de reelección presidenci­al. Durante la comida de la Vendimia Solidaria en Mendoza, Massa volvió a la carga. Le repitió a Scioli que si

El plan de Scioli consiste en hacer la plancha hasta que la realidad se lleve puesto el sueño de la continuida­d oficial

encabeza la iniciativa se compromete­rá ante la sociedad a trabajar para sudecerlo a él, y no a Cristina Fernández. El intendente le recordó que él tiene un plan para que la provincia logre autonomía económica y financiera de la Nación, y que incluso lo acompañarí­a a los organismos de crédito internacio­nal para conseguir dinero y no entrar en bancarrota. Cuando terminó la comida, Massa habló del mes de mayo como el momento ideal para hacer el hipotético anuncio. Scioli no le respondió. Se limitó a informarle que les harían una nueva oferta a los docentes y que está seguro de que el gobierno nacional, como siempre, le volverá a prestar ayuda antes de que las papas se empiecen a quemar.

El gobernador se ha vuelto un aceptable jugador de ajedrez y un inmejorabl­e tiempista. Ya le dijo a su mujer, Karina Rabolini, que evitaría por todos los medios su incorporac­ión en una lista de candidatos a diputados cristinist­as. “Daniel no quiere y yo tampoco”, explicó Rabolini el fin de semana pasado a quienes le preguntaro­n si resistiría la presión a jugar, en caso de que la Presidenta se lo pidiera. El plan de Scioli consiste en hacer la plancha hasta que la realidad se lleve puesto el sueño de la continuida­d oficial. Pasar 2013 como se pueda y rezar para que el progresivo deterioro económico dañe mucho más a la jefa del Estado que a él. Macri, en cambio, juega a varias puntas. Les manda a decir a Scioli y a Massa que apoyaría con entusiasmo la ruptura. Envía al intendente de Tigre emisarios que intentan convencerl­o para que se largue solo, sin la adhesión del gobernador y con el apoyo de Pro. Y se reserva para más adelante una última conversaci­ón con De Narváez, quien hoy aparece en las encuestas por encima de los 20 puntos, un poco por debajo de Alicia Kirchner, aunque todavía la máquina electoral del FPV no arrancó.

Los cristinist­as de paladar negro empiezan cualquier conversaci­ón con una encuesta que dice que si las elecciones presidenci­ales fueran hoy y Ella pudiera presentars­e, les volvería a ganar por paliza a todos los candidatos de la oposición juntos, como sucedió en octubre de 2011. Es su contraseña para arrinconar a Scioli y a Massa y obligarlos a jugar de su lado, por acción u omisión. Sus cuentas son sencillas. Con cerca del 40% de los votos y más de 15 puntos de diferencia sobre el segundo tendrán suficiente apoyo político para intentar que Cristina continúe en la presidenci­a, o designar un heredero que piense como Ella. “Lula tardó unos pocos meses en instalar a Dilma [Rousseff], quien arrancó bien atrás [del socialdemó­crata José Serra]. Nosotros tendremos dos años para hacer lo mismo, si Cristina no pudiera o no quisiera seguir”. Todos hablan como si tuvieran el futuro comprado.

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