Pierre Boulez sigue con la Pasión encendida a Pesar de que el cuerPo le Pasa facturas
Durante décadas, el nombre del compositor y director de orquesta francés Pierre Boulez figura entre los líderes de la contemporaneidad. Desde su cuádruple posición de compositor, apasionado musicógrafo, formador de músicos y director de orquesta, lo suyo aparece siempre movilizado por una pasión que no decae hoy, cuando, a los 87 años (nació en Montbrison, en 1925), la salud empieza a darle trabajo. Ante una reciente consulta telefónica del diario El País de Madrid, el músico contestó: “Estoy mejor, pero no en plena forma”. Es optimista sin embargo, y espera sentirse bien dentro de unos meses (“para septiembre”) a fin de regresar a Lucerna, donde su amada academia lo atrae con toda la pasión que ha sido siempre capaz de acumular esta figura única dentro de la música del siglo XX.
En busca de encontrar un sendero lo suficientemente fuerte en el mundo actual de la creación y la interpretación, bucea con una cierta desazón, pero con la fortaleza de quien ha conocido la lucha desde siempre, para poner orden en el desconcierto de hoy. A sus alumnos busca alejarlos de una rigurosa corriente historicista, muy en boga en las últimas décadas, pues a su juicio confiere rigidez a la música y le impide ofrecer un discurso tan diáfano como actualizado y vital. Tras sus encuentros y desencuentros con Stravinsky, con su amado maestro Olivier Messiaen o con John Cage, con quien tuvieron acercamientos positivos y choques violentos, Boulez sigue aferrado a los principios de su revolucionario Institute de Recherche et Coordinación Acoustique-Musique (Ircam), que cambió la faz de la música contemporánea durante décadas y aún funciona en París.
La generación actual de compositores y directores de orquesta se le presenta como adocenada. “Los músicos ahora son más conservadores que en los años sesenta –declaró–. Son buenos, pero muchas veces se aferran al repertorio y les falta curiosidad.” El autor de obras tan definidas en su modernidad como Le Marteau sans maître o Pli
selon Pli lamenta que hoy los intérpretes hayan alejado al público de creaciones tan formidables como el
Concierto para violín de Ligeti (quedirigió recientemente en Chicago) o aun de una obra ya legendaria como el Pierrot Lunaire de Schoenberg, que es de 1912 y queda como uno de los mitos de la modernidad. Y hasta se queja de que no se toquen las partituras menos difundidas y más “modernas” de Stravinsky y en cambio se siga con Petrushka o La
consagración…, que son las que han quedado como obras maestras de todos los tiempos.
En síntesis, lo que en sus 85 años desespera a Boulez es la falta de fervor de sus jóvenes discípulos, algunos de ellos de dirección orquestal. “Tienen un buen brazo, pero no es sólo llevar los tiempos. Lo importante es dar significado a lo que tocas. Y muchas veces están ante la orquesta como pescadores. No saben qué decir a los músicos.” Y en cuanto a la composición, está convencido de que cuando la música serial se vuelve excesiva se convierte en aburrida. Y eso, desde luego, no le gusta a nadie. “Queremos algo que esté muy vivo para absorber la complejidad de la partitura, hay que buscar ese equilibrio.”
En estos momentos en que la salud comienza a poner piedras en su camino, el hombre sigue firme, con esa soberbia que es parte de su personalidad, y decisivamente resuelto contra lo esclerosado y lo vencido. ß