LA NACION

Tigre se desahogó en la última pelota

Sufrió, pero con un gol de Peñalba a los 94 minutos, le ganó por 1 a 0 a Palmeiras y sigue con chances de clasificac­ión

- Luis Botto

Parecía resignado Tigre. Se le iban irremediab­lemente esos cuatro minutos de descuento y pocos creían que la última pelota de la noche podía torcer el destino de 0 a 0 que tenía el partido con Palmeiras, equipo de la segunda división de Brasil. Pero llegó el centro desde la izquierda de Botta, Ferreira la bajó de cabeza y Peñalba, sin tiempo para más, la empujó al fondo del arco. Había sufrido demasiado el conjunto de Pipo Gorosito. Pero tuvo su premio: soñar con la continuida­d en la Copa, lo que un minuto atrás, era casi una utopía...

El primer tiempo resultó una puesta en escena soporífera que se encargaron de armar dos equipos desalinead­os. Uno, con mucha voluntad pero pocas ideas y otro que estuvo muy lejos de mostrar las caracterís­ticas que hicieron grande al fútbol brasileño. Dentro de ese panorama, lo de Tigre fue encomiable desde la entrega y de la seguridad de su defensa, pero aunque Galmarini trató de hacerse dueño del medio y Peñalba aportó go- tas de criterio, casi no hubo llegadas en su favor. Sólo un amague de Botta (otro ausente en la primera parte) que quiso picar la pelota y acabó desperdici­ando la posibilida­d y un cabezazo de Paparatto que pasó cerca.

Llamó la atención el planteo presentado por el Matador, con dos enganches (Sánchez García y Botta) y un único delantero (Santander). Dejó un sabor a poco si se tenía en cuenta que la obligación era ganar para sostener las ilusiones.

Rústico y también sin ideas, Palmeiras mostró defensores limitados, pero que ante la soledad de Santander en el ataque no sufrieron complicaci­ones. Desde ya que lo poco que en el medio pudo realizar Valdivia –mostró destellos de calidad– tampoco alcanzó para desnivelar. Las remotas ambiciones del conjunto dirigido por Gilson Kleina pasaron por esporádico­s avances en los minutos finales.

A pesar de los cambios que impuso Gorosito –ya a los 12 minutos ingresaron Janson y Leguizamón– , el segundo tiempo pareció más de lo mismo. Tigre fue, pero sin ideas. Y para colmo, cada vez que Palmeiras se animó, llegó con peligro: el debutante Cousillas (una de las figuras) se lo sacó magistralm­ente a Vieira a los 30 minutos; después, un cabezazo de Valdivia se fue al lado de un palo y a los 41 fue Charles quien disparó apenas desviado.

Pero el corazón del local estaba intacto. Siguió en su afán de responder cada contra con empuje y pelotazos que, aunque desordenad­os, molestaban. no ayudó mucho el empecinami­ento de Botta en gambetear en lugar de clarificar.

Pero cuando el tiempo expiraba, apareció Peñalba y sacó a su equipo de una situación límite. Más que suficiente para que Tigre pudiese ban

carlaparad­a de una noche que no parecía tan sencilla...ß

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Sin camiseta, Gabriel Peñalba festeja su gol con Diego Ferreira

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