LA NACION

Estreno con sorpresas en la línea A

transporte público. Los nuevos vagones chinos debutaron entre la alegría de los usuarios; se comprobó que son más rápidos y mucho menos ruidosos que los viejos coches belgas; por la mañana, se registró un incidente que obligó a una evacuación

- Leonardo Tarifeño

Llegó el día: con mucho de lo que se esperaba, pero también con una falla que terminó en evacuación. La línea A del subte porteño, que transporta 200.000 personas por día hábil, tuvo ayer su jornada de pleno funcionami­ento y asombró a los usuarios, que no pudieron dejar de comparar la eficiencia, limpieza y tecnología de los nuevos coches con los centenario­s, que fueron retirados hace casi dos meses.

“Parecen del Primer Mundo”, se escuchó una y otra vez durante los trayectos del renovado ramal, que en estos vagones incluye aire acondicion­ado y hasta perfume con aroma a limón. Además, las estaciones también se mo- dernizaron, con obras de artistas argentinos e imágenes fotográfic­as sobre Buenos Aires.

Sin embargo, no todo fue algarabía. Poco después de las 9, la formación 208 dejó de funcionar entre las estaciones Lima y Plaza de Mayo, incidente que obligó a evacuar a quienes en ese momento viajaban en el subte. Fue un hecho aislado, que no produjo inconvenie­ntes durante el resto de la jornada.

Muchos usuarios comentaron su preocupaci­ón por el futuro de los vagones. “Hay que cuidarlos entre todos”, dijo Julio César González, un empleado de 27 años que usa el servicio todos los días.

Llegó la hora de creer o reventar. En una ciudad conocida mundialmen­te como un importante bastión del nihilismo, la insólita aparición de un subte moderno, limpio, con aire acondicion­ado, carteles sin desperfect­os y una dulce voz femenina que anuncia las paradas desafió la inagotable capacidad de descreimie­nto que distingue a los porteños.

Así, durante el histórico día del pleno funcionami­ento de los impecables vagones chinos en la línea A, los usuarios dudaban entre emocionars­e por la renovación y mantener bien alta la bandera del fastidio por el deprimente estado del resto de la red. Entrenados por una cultura nacional donde reinan las antinomias, algunos creyeron importante dejar claro que entregarse al confort oriental no implicaba traicionar la legítima queja por los vagones grafiteado­s, los pasillos sucios, las escaleras mecánicas que no funcionan y el feo olor que surge de más de una estación. “Vamos a ver qué pasa, pero hoy, el primer día, el subte tardó más de 8 minutos en llegar”, criticó el jubilado Héctor Carnevale, a metros de una de las formacione­s que costaron 100 millones de dólares. Más tarde, a la altura de Miserere, dos chicas recibían las ráfagas de aire fresco con una sonrisa que indicaba más desconcier­to que regocijo. Y en otro de los coches, dos amigos mendocinos tocaban los asientos con la mezcla de sospecha y placer que en general se reserva a la hora de probar el colchón sobre el que se dormirá los próximos 10 años. Acostumbra­dos a sobrevivir de infortunio en infortunio, los habitantes de la ciudad se vieron obligados a disfrutar uno de los grandes logros de la imbatible combinació­n de vanguardia tecnológic­a y sabiduría tai chi. Y el impacto de semejante sorpresa fue tal que la evidencia del progreso intimidó a quienes no están habituados a pensar, imaginar o creer que el futuro está al alcance de la mano y puede ser mejor.

“Me encanta cómo quedó la línea, pero al menos este viaje se bambolea mucho. Y las frenadas son bastante bruscas. Lo que no sé es cómo me voy a acostumbra­r, porque cuando vengo al centro combino con la A y pasar de una línea de las viejas a ésta es como ir de un siglo a otro”, confió Isabel Sabatini, doctora de 52 años, que viaja al microcentr­o dos veces por semana. Efectivame­nte, a esa misma hora, el progreso no había llegado a otras líneas, como por ejemplo la D. En las estaciones Carranza y Agüero de ese ramal, el subte se había detenido más tiempo de lo previsto. Al llegar a Pueyrredón, el chirrido de las vías interrumpí­a la lectura de El beso de la mujer araña que intentaba una adolescent­e, y a la salida un extranjero se preguntaba por qué no podía combinar con la línea H cuando el cartel electrónic­o lo invitaba a hacerlo. Como la insegurida­d, el Primer Mundo también puede ser una sensación. Y ayer la sensación de que las cosas pueden ser diferentes sólo corría de Plaza de Mayo a Carabobo.

Dentro de los nuevos vagones, distintas leyendas piden que el subte se cuide “entre todos”. Y si algo reclamaban ayer los usuarios, era eso mismo, como si ningún milagro sobre ruedas fuera más poderoso que la desconfian­za hacia los otros. “Los vagones están en muy buenas condicione­s y todo se ve muy lindo; esperemos que dure y que la gente los cuide”, señaló Julio César González, empleado de 27 años, camino a su trabajo. Menos optimista, Delia Cifuentes, de 62 años, se preguntó: “¿Cuánto va a durar esto? ¿Vos te creés que no los van a pintarraje­ar adentro y afuera? Si el subte está abandonado en todas las demás líneas, ¿por qué no va a pasar lo mismo con ésta?”.

–Porque esta línea es nueva, y entonces todos están más comprometi­dos a cuidarla.

–Bueno, vamos a ver. Yo empezaría a cuidarla por acá –dijo, y señaló al viejito que avanzaba por el pasillo para vender, a sólo $ 30, un kit de linternas, encendedor­es, lapiceras y resaltador­es. El hombre llevaba unas zapatillas muy rotas, hacía varios días que no se afeitaba y miraba con ansiedad a un lado y a otro de la fila de asientos. Por un momento, su aparición recordó que hay mucho por hacer en el mundo adonde el aire acondicion­ado todavía no llega. Por suerte para él, entre el buen humor que llegaba de China y la cantidad de gente que viajaba, el hombre contó más de $ 150 en lo que duró el trayecto de una a otra parada.

Un viaje que da gusto

“Los vagones viejos eran muy lindos, pero se sacudían por todos lados –contó Elda Ana Postiglion­i, profesora de matemática­s de 66 años–. Yo este verano tuve que dejar de hacer muchas cosas porque me rompí el brazo y no me sentía segura si viajaba en colectivo. Además, ¡tarda mucho! El subte es mejor, y ahora da gusto viajar por la A. Hay que decir la verdad, estos vagones son una belleza.” Como Elda, dos estudiante­s que subieron al subte en la estación Caballito no ocultaban su admiración ante las luces verdes y rojas made in China que indicaban dónde estábamos, de dónde venimos y adónde vamos. “Ahhh, ¡mirá! Ahora sí que no tenemos excusa, no vamos a poder decir más que nos perdimos”, dijo uno. “Debe ser como en Europa, loco”, respondió el otro. Como las ruedas de los coches chinos no se estrujan contra las vías, ahora las conversaci­ones y hasta el silencio se notan mucho más que en los viejos y tan ruidosos vagones belgas que desde hace dos meses pasaron a retiro. Quizás por eso uno de los dos estudiante­s se arrimó al otro, preocupado de que los vecinos de viaje pudieran escuchar la franqueza de su asombro. Y ya cuando estuvo bien cerca de su amigo, dijo, entre risas: “Sí, esto es muy loco. Ahora sí que estamos en el Primer Mundo”. El vendedor de linternas y lapiceras ofrecía lo suyo en un vagón lejano. Por primera vez en quién sabe cuánto tiempo, quienes subían al vagón les daban el paso a los que bajaban. No había empujones, ni caras largas, ni ladrones a la vista. Y cuando la dulce voz femenina del vagón anunció el final del recorrido, quizás alguno sintió que el Primer Mundo termina en Carabobo. ß

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SANTIAGO FILIPUZZI y eZeQUIeL MUÑOZ Limpieza, aire acondicion­ado y tecnología en los nuevos vagones de la línea A
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Un incidente eléctrico obligó a una evacuación
 ?? E. MUÑOZ ?? Por la mañana, el mal momento de una formación parada en el túnel
E. MUÑOZ Por la mañana, el mal momento de una formación parada en el túnel
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S. FILIPUZZI Las estaciones también fueron renovadas y sometidas a una limpieza profunda
 ?? S. FILIPUZZI ?? Los porteños, entre asombrados y contentos con el nuevo servicio
S. FILIPUZZI Los porteños, entre asombrados y contentos con el nuevo servicio

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