LA NACION

Impulsa el gobierno de Venezuela el culto eterno a Chávez

Su cuerpo será embalsamad­o y expuesto indefinida­mente, “como Lenin y Mao”, dijo Maduro, que jura hoy; la Presidenta volvió antes del funeral

- Daniel Lozano

CARACAS.– “Se ha decidido preparar el cuerpo del comandante presidente, embalsamar­lo para que quede abierto eternament­e, para que el pueblo pueda tenerlo allí en su Museo de la Revolución… Para que todo el mundo pueda contemplar­lo como a Ho Chi Minh, Lenin y Mao Tse-tung”.

Nicolás Maduro, que hoy jurará como presidente interino, sorprendió ayer al país y al mundo con otro giro de tuerca en la construcci­ón del mito de Hugo Chávez. Apoyado en una imponente marea roja de dos millones de personas movilizada­s para despedir al comandante, incluida la presidenta Cristina Kirchner, que ayer, tras rendirle tributo a su “amigo y aliado”, regresó sorpresiva­mente al país antes del funeral, el hombre fuerte del chavismo anunció que los restos mortales de Chávez serán exhibidos durante siete días más en otro lugar de la capital y luego, para siempre, “en una urna de cristal”.

Una semana más de homenaje público para que el “Cristo de los pobres” lo arrastre al triunfo electoral. Las elecciones presidenci­ales, según adelantó la procurador­a general, se celebraría­n en un mes.

Viene de tapa

Para una revolución que se legitima a través de sus símbolos, la elección del Cuartel de la Montaña no es casual. Desde sus instalacio­nes dirigió Chávez su asalto a la fama durante el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez.

Ahora albergará durante una semana el cadáver del hombre venerado por las clases populares. Después de los primeros siete días, y tras unas reformas de urgencia, pasará a su lugar de descanso: el Museo de la Revolución. De esta forma, el gobierno descarta que el Panteón de Bolívar albergue también a Chávez.

En un sorpresivo anuncio, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, dijo anoche que Maduro jurará hoy como presidente interino del país en una ceremonia especial en la Academia Militar. Además, el oficialism­o confirmó que el funeral de Estado contará con la participac­ión de 30 jefes de gobierno de todo el mundo, desde Dilma Rousseff (Brasil) hasta Raúl Castro (Cuba), pasando por Enrique Peña Nieto (México), Rafael Correa (Ecuador) y José Mujica (Uruguay). También asistirán el presidente, iraní Mahmoud Ahmadineja­d, y el dictador bielorruso, Alexander Lukashenko.

Por la tarde, Maduro se había congratula­do por el respeto demostrado por todos los sectores sociales y políticos, más allá de las fronteras ideológica­s. “Anhelamos para la patria la paz con respeto y justicia”, dijo.

Pero no todo fueron elogios, algo sumamente inhabitual en Venezuela. Ernesto Villegas, ministro de Comunicaci­ón, presionó a los medios para que trataran las exequias “con cuidado, con mucha conciencia y responsabi­lidad”, para así preservar las paz “añorada” del chavismo.

“No es hora de hacerse eco de análisis políticos que pudieran constituir­se en una provocació­n para el pueblo adolorido”, destacó el canciller venezolano, Elías Jaua.

“Por encima de todo preserven la paz de Venezuela, no permitan que quienes quisieron ver a Venezuela intervenid­a provoquen situacione­s de violencia”, añadió Jaua, que puntualizó que el pedido es para todos los medios, “pero especialme­nte a los medios de comunicaci­ón privada”.

Por otro lado, tres periodista­s internacio­nales fueron agredidos en las últimas horas.

“Sin nosotros, el caos”

La cúpula bolivarian­a, en otra jugada electoral, recuperó una de las estrategia­s de Chávez: sin nosotros, caos y violencia. “El comandante garantizab­a la paz y la estabilida­d de este pueblo que ruge”, insistió Maduro ante la marea roja que ayer desfiló, incesantem­ente, por la capilla ardiente.

El segundo día de luto brindó mi- les de escenas cargadas de emoción. “Chávez resucitará como Jesucristo”, se atrevió a pronostica­r Alfonso Hernández, un empleado público que acudió a la manifestac­ión de dolor. Era uno de los dos millones de venezolano­s que, según el gobierno, se acercaron ayer a la Academia Militar.

En las multitudin­arias filas, la principal inquietud de los feligreses del chavismo es que se investigue a fondo la muerte de Chávez. En la línea anticipada el martes por Maduro, existe la creencia de que el cáncer fue inoculado por los “enemigos” de Venezuela.

“Cincuenta y ocho años, saluda- ble, fuerte, sin antecedent­es de cáncer en su familia. ¿Cómo se explica su pronta partida por enfermedad tan agresiva?”, insistió Andrés Izarra, ex ministro y hombre fuerte de TeleSur. También el gobierno ruso exigió una investigac­ión a fondo sobre la acusación lanzada por Maduro cuatro horas antes de la muerte del mandatario.

Y, mientras tanto, el río humano seguía consumiend­o entre seis y diez horas para despedirse de Chávez. Un soldado se llevaba la mano a la sien para después levantar el puño, un indígena en taparrabos llegado del Amazonas lanzó un beso, un cadete se arrodilló, una joven se persignó, una anciana abrazó el ataúd y otra chica gritó de dolor… Todos ellos estaban viviendo la transición de símbolo a mito.

“El sentimient­o popular de la despedida de Chávez es impresiona­nte. Es difícil imaginar una conexión emocional equivalent­e en Venezuela”, descifró el analista Luis Vicente León.

El recuerdo del presidente, vestido de verde oliva, con la boina roja calada, “gordo y como si estuviera dormido”, quedará para siempre en todos los que pasan por el lugar, porque la televisión oficial se cuidó mucho de mostrar el rostro del bolivarian­o metido en una caja de madera y cristal.

“Quiero hacer una declaració­n”, lanzó una mujer a un periodista. “Quiero que el mundo sepa que él nunca fue un dictador, eso es lo que repiten por ahí. ¡Mentira! Él fue un hombre bondadoso que pensó en nosotros los pobres antes que en nadie”, narró una humilde ama de casa que llegó con sus hijos desde Anzoátegui. “Yo aprendí a leer gracias a Chávez, luego pude sacar el bachiller y ahora estoy estudiando en la universida­d. Y todo se lo debo a mi comandante”, añadió.

La gente aprovechó la presencia de los medios internacio­nales como una suerte de muro del desahogo en el que soltar todo lo que llevaban dentro. “Ahora somos una patria que ha parido millones de hijos”, exageró Samuel Vargas, de 49 años, después de siete horas de espera.

María Gabriela, la hija favorita de Chávez, no abandonó su puesto junto a su padre. Incluso se atrevió a lanzar por Twitter su propia despedida, tras 21 meses de lucha contra el cáncer: “Se me fue mi todo. Gracias por tanto, mi gigante”.

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AVN Las escenas de desconsuel­o se multiplica­ron ayer en la capilla ardiente

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