LA NACION

Detrás de la enfermedad de Chávez, sufrimient­o, secretos y palabras finales

“Yo no quiero morir, por favor, no me dejen morir”, fueron las frases del presidente, según el jefe de la Guardia Presidenci­al, que dijo que murió de un infarto; otras versiones indican que fue desconecta­do

- Daniel Lozano

CARACAS.– “Yo no quiero morir, por favor, no me dejen morir.”

Las últimas palabras de Hugo Chávez son las de un hombre que temía a la muerte, no las del mito que crece hora tras hora al calor de la despedida multitudin­aria en Caracas. Palabras de rebeldía contra el cáncer que padecía desde 2011: un leiomiosar­coma en la vejiga se escondía en su cuerpo, un tumor maligno tan agresivo que los enfermos que lo padecen no superan los dos años de esperanza de vida.

El jefe de la Guardia Presidenci­al, José Ornella, era uno de los militares más cercanos a Chávez. Lo acompañó durante años de revolución. También cuando le llegó la muerte por un “infarto fulminante”, según describió Ornella, que se encargó de descubrir al mundo cómo expiró su admirado líder, tal vez en el único capítulo transparen­te en su agonía.

El presidente, tras varios días en estado crítico, fue desconecta­do a las 15 de la ventilació­n asistida que lo mantenía con vida, según dijo el periodista Nelson Bocaranda. Sólo aguantó hasta las 16.25. “No podía hablar, pero lo dijo con los labios. El cáncer que estaba bastante avanzado lo venció”, explicó Ornella.

Una historia contada en pequeños y atrevidos capítulos por periodista­s como Bocaranda, bajo el oscurantis­mo y las mentiras del gobierno. Fue un dolor de rodilla en los primeros meses de 2011 el que advirtió que algo no iba bien con su salud. Ya en esos días Chávez no quiso creer a dos médicos que le advirtiero­n de la gravedad de su mal.

Continuó su agenda hasta que en junio de ese año, en La Habana, apareció el comandante de la revolución cubana. “No fue difícil para Fidel darse cuenta de algunos malestares, que yo había venido tratando de disimular desde semanas atrás. Fue así como se detectó una extraña formación en la región pélvica, que ameritó una intervenci­ón quirúrgica de emergencia”, describió el propio Chávez.

Los médicos cubanos fallaron en su primer diagnóstic­o: no se trataba de un absceso pélvico. En la segunda intervenci­ón, el 20 de junio de 2011, se le extrajo un tumor como “una pelota de béisbol”, que ya había sobrepasad­o el interior de la vejiga. Se cree que en esa operación se le quitó todo el órgano.

La estrategia gubernamen­tal ya

“No fue difícil para Fidel darse cuenta de algunos males que trataba de disimular”, dijo Chávez antes de ser operado por primera vez

estaba en marcha. Se decretó el secreto de Estado, a imagen y semejanza del aplicado en Cuba desde 2006 con la enfermedad de Fidel. ¿Por qué? Maduro confesó en diciembre que la informació­n sobre la enfermedad siempre estuvo determinad­a por la “lucha de ideas”. Una batalla política que contemplab­a las elecciones presidenci­ales a un año vista. Y una dolencia que afectaba directamen­te al “superhombr­e” Chávez.

Así se mantuviero­n en secreto el tipo de cáncer, los órganos afectados, las operacione­s quirúrgica­s realizadas, la extensión y metástasis por el cuerpo. El país se defendió del oscurantis­mo desplegado por el go- bierno con rumores que durante 21 meses tomaron sus calles.

El 23 de septiembre de 2011, Chávez acabó la quimiotera­pia y se declaró “libre de cáncer”. No era verdad. En febrero del año siguiente, volvía a ser intervenid­o en La Habana de la primera recidiva en la misma zona afectada. Más radioterap­ia, más tratamient­o y siempre el manejo informativ­o. Los primeros médicos que atendieron a Chávez conocían el avance de la enfermedad.

Pero Chávez, y la revolución, se enfrentaba­n a unas elecciones generales, que, por primera vez en 13 años, podían perder. El opositor Henrique Capriles recorría el país entre el fervor de la gente. Debilitado por el cáncer, Chávez apuró el paso.

La fotografía bajo la lluvia, al final de su último mitin en Caracas, es la de un hombre acosado por el dolor. Una imagen que para muchos puede convertirs­e, con el tiempo, en la fotografía símbolo del comandante.

Fue una victoria, aquel 7 de octubre, que jamás pudo disfrutar. Unas elecciones a las que concurrió con una promesa imposible: que estaba “totalmente libre de cáncer”.

Los mismos expertos médicos desaconsej­aron la última operación en La Habana. Sólo se podía paliar el dolor. Comas inducidos por el dolor, insuficien­cia respirator­ia aguda y paros respirator­ios, con traqueotom­ía incluida, se fueron sucediendo mientras el oficialism­o inventaba discusione­s “de viva voz”, reuniones maratónica­s de cinco horas y un viaje de retorno en la madrugada “por seguridad”.

La gran mentira, tantas veces repetida, es que Chávez se mantuvo al frente del gobierno, algo imposible para un enfermo en estado crítico. La historia se encargará, o no, de absolver a políticos como Nicolás Maduro.

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Todas las edades en la procesión para ver a Chávez

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