LA NACION

La caja aeronáutic­a que le falta al Gobierno

- Francisco Olivera

Cualquier sospecha sobre la visión que tiene la nueva generación de funcionari­os del Gobierno sobre Aeropuerto­s Argentina 2000 se saldaría rápidament­e en una charla con Gustavo Lipovich, un geógrafo estudioso del sector que, hasta hace pocas semanas, representa­ba al Estado como director en la empresa de Eduardo Eurnekian y que acaba de ser designado en el Orsna, el ente regulador aeroportua­rio.

No tanto porque Lipovich haya cultivado una buena relación con La Cámpora o Axel Kicillof y una pésima con Eurnekian, sino por la postura que le han oído plantear sus pares, bastante afín con los criterios aeronáutic­os que rigieron aquí hasta la desregulac­ión de los 80.

Otra opción sería leer su interesant­e tesis doctoral, publicada en 2010 y titulada “Los aeropuerto­s de Buenos Aires y su relación con el espacio metropolit­ano”, donde Lipovich se plantea el rol de los gobiernos en el sector. “El transporte puede ser visto en algunos casos como un elemento de impacto en la construcci­ón y unidad nacional, así como una herramient­a política”, dice.

Es la misma publicació­n que da inequívoco sustento a un rumor reciente: la posibilida­d de que sólo Aerolíneas opere en Aeroparque y desplace al resto de las empresas a Ezeiza. Lipovich lo hace objetando un viejo proyecto del concesiona­rio: “Eduardo Eurnekian, propietari­o de Corporació­n América, principal accionista de Aeropuerto­s Argentina 2000, se refirió a un doble proceso basado en la regionaliz­ación del Aeroparque y la cabotizaci­ón de Ezeiza. Estos procesos paralelos no sólo evidencian un alto grado de improvisac­ión y de falta de actitudes estratégic­as, sino que también clarifican la aplicación de medidas e intereses encontrado­s entre Aeropuerto­s Argentina 2000 y Aerolíneas Argentinas. No vendría nada mal la intervenci­ón gubernamen­tal con objetivos precisos y fundados que dirima esta situación”, dice.

Ese concepto, “intervenci­ón gubernamen­tal”, es el que ha propagado últimament­e el pavor en la corporació­n. Bajo la lógica kirchneris­ta, Eurnekian, hombre de bajo perfil y poco afecto al periodismo, se defendió ayer con el manual perfecto para irritar al Gobierno: cuestionó a Aerolíneas, el nicho intocable que funciona bajo las órdenes de Máximo Kirchner, y además no lo hizo por la vasta red de medios afines que suelen frecuentar Amado Boudou o Abal Medina, sino por Radio Mitre y en el programa de Jorge Lanata. El lucifer del credo oficialist­a.

En realidad, las presuncion­es del empresario despuntaro­n hace un año, cuando su pequeño imperio aeronáutic­o empezó a recibir la inestimabl­e atención de Kicillof, por entonces funcionari­o en ascenso, que machacaba en el oído de la Presidenta sobre la necesidad de subir del 15 al 40% la participac­ión del Estado en Aeropuerto­s.

La tentación es grande. Sólo en servicios de pista, Aeropuerto­s factura $ 2500 millones por año. Eurnekian suele decir que no da ganancias y que sólo le sirve para ganar licitacion­es en otros países, pero se trata de una verdad a medias: parece olvidar el hábil empresario el negocio que suponen servicios como las tiendas del preembarqu­e, la red hidrante de combustibl­e o el estacionam­iento.

Un activo que supone, con Aerolíneas Argentinas e Intercargo, la única caja aerocomerc­ial local que da beneficios. Para militantes que prometen ir por todo, soslayarlo equivaldrí­a a dejar la gesta inconclusa.ß

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