La escalada de una epidemia inconfesable
Desde hace una década, la violencia contra las mujeres es considerada una enfermedad
Esta semana, la doctora Mabel Bianco presentó en la reunión de las Naciones Unidas un informe preparado por más de 80 organizaciones de mujeres de América latina y el Caribe, en el que se denuncia que la tolerancia que aún existe hacia la violencia contra las mujeres y la impunidad de los agresores, sumada a la falta de respuesta adecuada de los gobiernos, favorece la escalada de la violencia en las parejas, que lleva al femicidio.
“El femicidio, que es el homicidio de una mujer por su condición de tal, está creciendo –dice Bianco–. En parte, porque ahora se lo menciona y se lo reconoce, pero también porque la violencia física es más grave y con mayor crueldad.”
Mujeres de todas las condiciones sociales son objeto de violencia sexual, psicológica y física. La viven en sus casas, en la escuela y en el trabajo. Afecta mucho a las más jóvenes, pero también a las adultas mayores. “La diferencia es que las adolescentes y jóvenes la reciben de sus compañeros íntimos –agrega–. Las mayores la sufren por hijos o nietos, frecuentemente por cuestiones de dinero.”
“Las organizaciones de mujeres creemos que la prevención de la violencia contra las mujeres y niñas es básica para eliminarla, pero también para evitar las muertes de miles de mujeres que ocurren en nuestros países, porque el femicidio puede y debe prevenirse”, dice el documento.
Para los especialistas, los femici- dios no sólo son la más grave forma de violencia contra las mujeres, sino que hay que asegurar que se haga prevención primaria (con campañas en medios de comunicación, educación en las escuelas y otras formas de sensibilización de las personas. Y también atención secundaria, cuidando adecuadamente a las mujeres y niñas.
“Necesitamos planes correctos de intervención –afirma Bianco–. Hace más de diez años, en un panel sobre la feminización del VIH en las Naciones Unidas, dije que la casa era para las niñas un lugar in- seguro. Hoy, debo decir que es un lugar mucho más inseguro que hace diez años.”
Entre las causas de esta conducta que tanto afecta la calidad de vida de mujeres de todas las edades, la especialista menciona la persistencia de esquemas culturales en los que éstas son una posesión de los varones.
“Es lo que lleva a que, si no hacemos lo que quieren, seamos pasibles de ser castigadas físicamente –explica–. Esto que parece primitivo es lo que viven hombres y mujeres de todas las clases sociales . No sólo los pobres.”ß