En Cuba continúa la parodia
Alos 81 años de edad, Raúl Castro acaba de aceptar ante la Asamblea Nacional de Cuba un nuevo mandato presidencial de cinco años. Al hacerlo, anunció que sería el último. Si lo completa, al cierre de su nuevo período presidencial, en 2018, Raúl Castro tendrá 86 años. A su lado, estaba su ya anciano hermano mayor, Fidel Castro, mostrando inequívocamente las huellas de sus 86 años. Cuando termine el segundo mandato de Raúl, que recién comienza, Fidel tendrá 91 años. El repentino anuncio de Raúl sugiere que la larguísima era de los hermanos Castro en Cuba ha entrado en su fase final. Desde que bajaron de Sierra Maestra, en 1959, nunca dejaron el poder, al que manejaron siempre caprichosa y arbitrariamente como propio.
Al mismo tiempo, se anunció que Miguel Díaz Canel, un dirigente del Partido Comunista cubano, de 52 años de edad, se desempeñará en adelante como vicepresidente de Raúl, con la posibilidad de reemplazarlo automáticamente, en caso de que éste no pueda, por cualquier motivo, completar su nuevo mandato. Ingeniero electrónico de profesión, Díaz Canel es un hombre del interior de Cuba, de perfil hasta ahora más bien bajo, miembro del Politburó cubano, ex ministro de Educación Superior y dirigente juvenil que, el año pasado, ya había sido elegido vicepresidente del Consejo de Ministros.
Así, Raúl Castro seguirá en el puesto que le traspasara su hermano, después de 40 años de dictadura en Cuba. Fidel, recordemos, dejó el poder en 2006 y hoy sólo conserva el cargo de diputado en la Asamblea Legislativa de su país, pero los medios cubanos, férreamente controlados por el Estado, siguen privilegiando cualquier cosa que Fidel diga y sobre el tema que sea. Como se sabe, en Cuba no hay libertad de prensa, se persigue y encarcela a los disidentes y, por esta razón, hay aún presos políticos. Además, Cuba tiene en vigor la pena de muerte por fusilamiento y, recientemente, Raúl Castro se tomó el atrevimiento de recomendarla a la región toda, ante los oídos incrédulos de los asistentes a la reciente reunión del Celac, en Santiago, Chile.
Pese a que Raúl Castro sostenga que se ha iniciado una nueva era de modernización en Cuba y a que el propio Partido Comunista cubano, después de décadas de negarla, haya recientemente aceptado la institución de la propiedad privada, Cuba sigue siendo una enorme prisión al menos para aquellas ideas y visiones de la realidad que no concuerdan con el discurso oficial.