LA NACION

Prisión preventiva para el bailarín ruso del Bolshoi

Pavel Dmitrichen­ko dijo que nunca imaginó que el ataque iba a realizarse con ácido, él pensó en “una bofetada en la cabeza”

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MOSCÚ (AP).– Pálido y ojeroso tras horas de interrogat­orios, Pavel Dmitrichen­ko –bailarín principal del Bolshoi– le dijo a un tribunal de Moscú que acordó el ataque a Serguei Filin, director artístico del afamado ballet, pero que nunca imaginó que el agresor iría tan lejos como para arrojarle ácido en la cara.

El arresto y las confesione­s de Dmitrichen­ko, quien interpretó papeles de héroes y villanos en los grandes clásicos montados por el Bolshoi, fue parte de un doloroso golpe a la reputación del teatro y dejó a muchos de sus miembros perplejos.

Dmitrichen­ko dijo que su conflicto con Filin se enfocaba en la distribuci­ón de salarios, pero se ha conjeturad­o sobre otras posibles razones para el ataque. Algunos alegan que el bailarín quiso vengarse en nombre de su novia, también bailarina de la compañía, luego de que ésta no recibiera un papel importante; otros ponderan oscuras teorías conspi- rativas y la posible participac­ión de otras figuras del teatro.

Ayer, frente al juez, Dmitrichen­ko dijo que le había hablado al presunto autor del ataque sobre sus quejas en relación con el Bolshoi y sus discusione­s con Filin. “Le dije a Yuri Zarutsky sobre las políticas del teatro, sobre las cosas malas que pasaban, la corrupción. Cuando él dijo «OK, déjame darle una paliza, darle una bofetada en la cabeza», estuve de acuerdo, pero eso es todo lo que admito haber hecho –declaró Dmitrichen­ko en la corte–. No es verdad que yo le ordené que le tirara ácido a Filin”.

Un corpulento y serio Zarutsky, quien pasó siete años en una prisión de máxima seguridad por haberle propinado una paliza a alguien que luego murió, trató de cubrirse el rostro de las cámaras de TV con su mano tatuada mientras lo escoltaban al juzgado. Hizo un gesto indecente y un comentario obsceno a los reporteros que le gritaron preguntas sobre su participac­ión en el crimen.

La policía de Moscú dijo que Dmitrichen­ko le había pagado 50.000 rublos (unos 1600 dólares) a Zarutsky, quien según las autoridade­s compró el ácido en un taller mecánico para autos y luego lo calentó para hacerlo más concentrad­o. El tercer acusado, Andrei Lipatov, condujo el vehículo en el que el atacante se alejó de la escena, pero insistió en que no sabía el propósito de su misión.ß

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alexander zemlianich­enko/ap El bailarín, en el juzgado

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