Con más controles, buscan impedir el uso de drogas.
Tras el escándalo mundial con Armstrong, la Federación Internacional reaccionó, aumentó los controles e incorporó el pasaporte biológico
La investigación de la Agencia Estadounidense Antidopaje (Usada) que desenmascaró y le retiró los siete Tours de Francia a Lance Armstrong encendió la alarma en todos los deportes. También el tenis. Motivos, hay. El doctor Luis García del Moral, involucrado en el dopaje de ciclistas, trabajó durante más de una década con tenistas en una de las academias más importantes de Valencia. Además, durante el juicio de la Operación Puerto, que permitió desarticular una red de doping, Eufemiano Fuentes, uno de los cabecillas, confesó que entre sus “clientes” había hombres y mujeres de la raqueta. Urgida por los maliciosos rumores y los pedidos públicos de figuras como Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic, la Federación Internacional de Tenis (ITF) anunció que en esta temporada adoptará el pasaporte biológico, que ya es utilizado, entre otros deportes, en la natación y el atletismo. Así, el tenis da un paso trascendental en la lucha contra el doping, con la intención de mantener una imagen limpia.
La aprobación y la difusión se produjo tras varias reuniones realizadas en Londres y Nueva York. Según el máximo organismo del tenis, el apoyo fue unánime. La ATP, la WTA y los organizadores de los Grand Slams coincidieron en la necesidad de hacer un esfuerzo, incluso, económico, para incrementar los controles sanguíneos y urinarios en competencia y fuera de ella, ya que hasta el momento eran limitados, más allá de que hace un tiempo muchos jugadores se quejaban de no disponer de privacidad por tener que comunicarles con antelación a “los vampiros” en qué sitio se encontraban. De los 2185 controles que se realizaron el año pasado en el tenis, 187 (el 8,5%) fueron exámenes sanguíneos y 63 de ellos (2,8%) fueron externos a la competencia, según las estadísticas de la ITF. A muchos tenistas les llamó la atención la escasa cantidad de controles y el reclamo fue enérgico. “Todos tenemos que hacer un esfuerzo para que el tenis sea transparente. Y creo que lo mejor es que los controles sean públicos y que la gente sepa lo que pasamos”, opinó Nadal hace sólo unas semanas.
El pasaporte biológico es un mecanismo que otorga a cada jugador un documento electrónico con los distintos parámetros de sus análisis, con el propósito de hallar posibles alteraciones biológicas anormales. La fecha exacta de la introducción de este método no fue precisada, aunque sí se aseguró que será muy pronto. El italiano Francesco Ricci Bitti, presidente de la ITF, pretendía que se pusiera en marcha este mes, aunque le reconoció a la agencia DPA que “todavía hay que ajustar algunas cosas” y que no sabe “si llegaremos al torneo de Miami (desde el 20 del actual)”. Para hacer factible dicho método, todas las organizaciones se comprometieron a aumentar los presupuestos destinados al antidoping. El monto actual del que dispone la ITF para dicho programa es de casi dos millones de dólares. El diario USA Today publicó que las organizaciones de los Grand Slams duplicarían sus contribuciones: de 150.000 a 300.000 dólares. Además, según el Daily Mail, la ATP y la WTA ya aportan US$ 325.000 y aumentarían sus desembolsos.
Es verdad que a los jugadores los irrita e incomoda tener que hacerse continuos exámenes. Pero también conocen que cuanto más vigilados estén, menos serán las sospechas, como ocurren, por caso, cuando un jugador permanece mucho tiempo inactivo por una supuesta lesión. “Se podría tener dudas en el pasado, pero ahora no podrá haber encubrimientos. Si se trata de un caso positivo entra en nuestro sistema”, dijo David Howman, director general de la Agencia Mundial Antidopaje.
Según la ITF, desde 1995 hubo 64 casos registrados de doping. Y el caso Armstrong casi que obligó a las autoridades a poner la lupa en un tema que preocupa. En definitiva, una decisión oportuna y por el bien del tenis.ß