Un mejorado Real Madrid se ilusiona en la Champions
Real Madrid pasó una durísima eliminatoria. La grandeza del rival cuenta, independientemente de los merecimientos, observados hasta por el propio José Mourinho. El Madrid asume un rol protagónico incuestionable ante adversarios inferiores, los somete a sus decisiones y los obliga a jugar el partido que quiere. Pero no siempre ha dado garantías cuando debió establecer condiciones ante equipos equivalentes, de similar historia y potencia. Frente al Manchester United, con más sufrimiento e incomodidad, ratificó lo que ya había anunciado en los juegos contra Barcelona.
Mourinho ha acentuado algunos perfiles del equipo en el último tiempo. Mantuvo lo mejor del ataque y fabricó prolijamente una nueva defensa. Es probable que Álvaro Arbeloa desentone, y que el mejor Fabio Coentrao no llegue a la altura del mejor Marcelo, pero la dupla de centrales roza la excelencia.
El entrenador captó que el lateral derecho le quedaba chico a Sergio Ramos y que sus aportes en el centro de la defensa podían beneficiar el comienzo de la posesión, sin resignar marca agresiva ni juego aéreo. Ramos no defraudó: desde su incorporación a la zaga, el Madrid ha mejorado notablemente.
El otro mérito de Mourinho es haber preparado pacientemente el molde dónde encajar a Raphael Varane. El francés defiende con belleza. En general, no hay criterios estéticos para valorar la marca. Se la mide por eficacia, no por brillo. Varane, como los grandes centrales, defiende con elegante eficiencia. Claro que un puñado de partidos no es suficiente para entronarlo, sabiendo que un joven (tiene 19 años) puede ser proclive a ciertas oscilaciones hasta alcanzar la estabilidad.
La ‘marca’ del Madrid es Cristiano Ronaldo, ninguna novedad. Ángel Di María coopera con ese rasgo de equipo simétrico, veloz, e individualmente destructivo partiendo desde las bandas. El objetivo, siempre, es ser lo más profundo posible, en el menor tiempo posible. Ni un pase más, ni un segundo malgastado.
La pausa que tolera el equipo es una demora falsa. Cuando Xabi Alonso, Mesut Özil o Mirko Modric bajan la velocidad, no es para organizar una jugada alternativa... Cuando frenan, es para que CR7, Di María y Karim Benzemá o Gonzalo Higuaín, ataquen los espacios, desarmando defensas para llegar más rápido. Son pausas que aceleran. Quien corre sin la pelota a un lugar elegido con astucia desarrolla más velocidad para encontrarse con el balón en el final, cuando el trámite casi no tiene más estaciones.
Mourinho puede ser el malo de la película; Cristiano, el antipático; e incluso Real Madrid puede caer poco en gracia a todos quienes no son madridistas… Pero nadie puede discutir que es un equipazo. Por suerte, no es el único en la actual Champions.