Ejercicios teóricos
El sociólogo Zygmunt Bauman traza, con escritura muy libre y entonación espontánea y personal, un panorama crítico del mundo contemporáneo
Si la multicitada frase del cuadro de Magritte –“Esto no es una pipa”– invita a una doble lectura, el título del libro de Zygmunt Bauman debe ser tomado literalmente: el texto, efectivamente, no es un diario. Y aunque tiene algunas entradas de contenido más personal, y un tono espontáneo, no hay que esperar gérmenes de ideas, discusiones con otros autores o alternativas de la vida intelectual. El libro es, por el contrario, un ejercicio no formal, de escritura cómoda, que dibuja un panorama crítico del mundo contemporáneo siguiendo ciertos acontecimientos políticos, datos económicos y tendencias sociales de Estados Unidos y Europa entre septiembre de 2010 y marzo de 2011. Y en buena parte de sus páginas sirve, además, como autobiografía intelectual del prolífico pensador y defensa de su condición de outsider de las ciencias sociales.
Nada de esto le quita atractivo. Bauman es ciertamente hábil para desprender observaciones complejas a partir de titulares de diarios, artículos, libros o la consulta de un periodista, y dejar caer, sin el rigor de citas y argumentaciones que supone un libro académico, reflexiones provocativas: “La democracia está perdiendo aceleradamente su atractivo”; “El multiculturalismo […] es un ejercicio de encubrimiento. Lo que intenta tapar y expulsar del debate público es la cruda realidad de la discriminación y la privación sociales”; “Los Estados contemporáneos se ven obligados a buscar otros tipos no económicos de vulnerabilidad e incertidumbre humanas donde asentar su legitimidad. Ahora han instalado la cuestión de la seguridad personal…”.
Las páginas recorren los intereses recurrentes de la trayectoria de Bauman, premio Príncipe de Asturias 2010 y creador de la productiva metáfora de la liquidez para describir la modernidad contemporánea, que fue aplicada luego a los más diversos campos de la vida contemporánea, lo hizo
best seller mundial y lo empujó en cierta medida a los márgenes de la consideración de sus pares académicos. Las entradas del diario pasan de los cambios estructurales en la economía estadounidense a la experiencia de la “primavera árabe”, de la “glocalización” a los jóvenes indignados españoles, de los “residuos humanos” de la globalización al particular estatus de la amistad en Facebook. Todo ello en el tono de denuncia que caracteriza al pensador y su particular manera de moverse en un terreno que combina filosofía, sociología y experiencia cotidiana. “Vivimos en un mundo donde la única certeza es la certeza de la incertidumbre, en el que estamos destinados a intentar, una y otra vez y siempre de forma inconclusa, comprendernos a nosotros mismos y comprender a los demás”, insiste, en la idea que es leitmotiv de los últimos trabajos.
Sin embargo, quizá las páginas más reveladoras sean aquellas en las que Bauman asume la defensa de lo que llama “el carácter perpetuamente anticonvencional” de su estilo de sociología y la reivindicación de su condición de extranjero, tanto por biografía –huyó de su Polonia natal escapando de los nazis– como por su lejanía del establishment académico. “La sensación de ‘estar desplazado’ me ha acompañado hasta donde puedo recordar –escribe–. Admito de buen grado que la condición de desplazado me ha parecido agradable, incluso profundamente satisfactoria y, considerando respecto a qué he sido desplazado, también una elección honesta y éticamente loable.”
Es ética, efectivamente, la definición de su trabajo intelectual en las últimas páginas del libro, que termina entonces de definirse casi como un manifiesto: “He intentado descubrir las rocas oscuras y las mareas negras que acechan por detrás de faros deslumbrantes, y sin embargo, efímeros e improvisados ad hoc”.