El silencio de los isleños
Imágenes de tiempos más amigables en la relación con los kelpers, sometidos a un referéndum sobre la situación política en Malvinas, se exhiben en el Museo Mitre
Thedoor- la puerta. Eso es todo lo que muestra la foto en blanco y negro: palabras escritas sobre un pizarrón, vestigios de una época sepultada por las bombas. Literalmente: esa escuela de Puerto Darwin en la que los pequeños kelpers aprendían castellano quedó reducida a cenizas durante la guerra impulsada por la Argentina para recuperar la soberanía de las islas Malvinas.
Lo que ocurrió allí después del 2 de abril de 1982 es historia conocida. Y revivida sobre todo en estos días, debido al referéndum que sus habitantes realizarán el domingo y el lunes para opinar sobre la situación política local.
Si bien los resultados son previsibles, un argentino recuerda que la situación era muy distinta en la década de 1970, cuando él mismo era invitado por los malvinenses a tomar varias rondas de whisky en The Globe Tavern, el principal pub local. Juan Gómez viajó allí seis veces, hasta 1981, y trajo consigo más de 3000 fotografías. La mayoría, entre las que se cuentan 45 exhibidas ahora en el Museo Mitre, nunca se publicaron.
“Si el referéndum se hubiera realizado en 1978, el resultado hubiera sido muy distinto. Los lugareños tenían la posibilidad de educarse y usar el servicio de salud en la Argenti- na, incluso de tener verdura fresca todas las semanas”, recuerda este fotógrafo de 80 años con envidiable energía, cuatro décadas después de su primer viaje a Malvinas.
A las imágenes tomadas por él, en su mayoría paisajes que conforman un valioso ensayo fotográfico, se suman otros registros históricos como la “tarjeta blanca” que le permitía ingresar en las islas sin necesidad de pasaporte y la fotografía de un hidroavión de la Fuerza Aérea Argentina. “Esta foto me la regalaron ellos [los kelpers], es del primer vuelo que se hizo a Malvinas –explica–. Todavía no se había construido el aeropuerto y el farero se enfermó de apendicitis. Este avión lo fue a buscar y lo trajo a Buenos Aires para operarlo.”
La obsesión de Gómez por las islas comenzó en 1970, cuando viajó a la Antártida en barco gracias a un premio otorgado por la Federación Argentina de Fotografía. Un año después, la Argentina y Gran Bretaña firmaron una declaración conjunta en la que asumían compromisos. Entre ellos, nuestro país brindaría servicio aéreo y los ingleses construirían un aeropuerto.
El 15 de noviembre de 1972 se inauguró una precaria pista de aluminio de 800 metros de largo, y con ella la posibilidad de hacer un viaje semanal que uniera las islas con el continente. Desde Comodoro Rivadavia, sin servicio de radio que los conectara con tierra, los Fokker F27 demoraban dos horas en llegar a Malvinas.
Gómez aterrizó allí por primera vez en marzo de 1973, junto con tres colegas, en un avión que llevaba dos balsas entre los asientos para rescatar a los pasajeros en caso de accidente.
“En el primer viaje sugerimos hacer algo para ganar la confianza de la gente y que no pensaran que íbamos como invasores”, dice Gómez al recordar la propuesta de exhibir en las islas fotografías de la Argentina continental y regalárselas a los lugareños una vez terminada la muestra. Tanto éxito tuvo que, tres meses más tarde, se realizó en el mismo lugar otra exposición con las fotos tomadas en Malvinas.
La relación con los isleños se hizo tan estrecha que comenzaron a pedirle encargos de Buenos Aires: desde artículos de ferretería para instalar cocinas hasta un par de zapatos blancos de taco alto para el casamiento de una agente de policía. “Pude ir tantas veces porque iba en una misión totalmente pacífica. Nunca desconfiaron de mí ni hablamos del problema de soberanía, hasta después del 2 de abril de 1982. Ahí sí me peleé con todos.”
Atrás quedaron entonces los días en que las maestras argentinas viajaban a las islas. Y aunque muchos isleños aún entienden castellano, según Gómez, “no quieren admitirlo para no tener problemas”.
Malvinas en el recuerdo, fotografías de Juan Gómez, en el Museo Mitre (San Martín 336), hasta el 25 de marzo. Proyección audiovisual: jueves 21 de marzo a las 18.