LA NACION

Pérez Gadín y Vandenbroe­le

El contador de Lázaro Báez tenía como administra­dor de sus tres compañías en Barcelona a un argentino que compartió el directorio de otra firma con el supuesto “testaferro” de Boudou

- Martín Rodríguez Yebra CORRESPONS­AL EN ESPAñA

El caso Lázaro Báez cada vez encuentra nuevas ramificaci­ones: tres empresas de su contador, Pérez Gadín, en Barcelona, tenían como administra­dor a un argentino que compartió el directorio de una empresa con Alejandro Vandenbroe­le, el supuesto “testaferro” de Amado Boudou.

BARCELONA.– El rastro de la red de empresas y personajes involucrad­os en el supuesto lavado de dinero de Lázaro Báez lleva hasta un edificio sencillo, color rosa pálido, que se pierde entre las joyas modernista­s del Paseo de Gràcia.

Allí, en el primer piso, están registrada­s dos sociedades cuyo único accionista es Helvetic Services Group (HSG), el holding suizo señalado como dueña de la financiera porteña SGI, a la que su ex accionista controlant­e Federico Elaskar describió como un canal de salida de dinero negro de la corrupción kirchneris­ta y pasó a ser conocida en el mercado como “La Rosadita”.

Pero no es sólo una coincidenc­ia cromática. En ese mismo edificio, tienen domicilio legal tres sociedades cuyo administra­dor es Daniel Pérez Gadín, el contador de Báez imputado por el fiscal Guillermo Marijuan en la causa por blanqueo de capitales, y cuyas primeras ramificaci­ones llegan hasta un protagonis­ta estelar del “caso Ciccone”: Alejandro Paul Vandenbroe­le.

“No sabíamos nada de todo esto. Siempre comprobamo­s la legalidad de las actividade­s de nuestros clientes. Vamos a revisar todo en profundida­d”, respondier­on a la nacion en el estudio M&O, en cuya sede tienen el domicilio fiscal las empresas de Pérez Gadín y de HSG. Es un despacho de abogados especializ­ado en derecho corporativ­o que lleva la contabilid­ad y el pago de impuestos a inversores internacio­nales que operan en España. “No tenemos nada que ver con ese caso”, insistiero­n.

Los registros mercantile­s españoles consultado­s por la nacion no aportan más datos para determinar si esa vecindad es sólo una simple casualidad entre Pérez Gadín y la compañía que, según Elaskar, compró “La Rosadita”. En cambio, acercan a la trama a un viejo conocido del kirchneris­mo: Vandenbroe­le, el abogado a quien su ex esposa, Laura Muñoz, acusó de ser el “testaferro” del vicepresid­ente Amado Boudou.

De Vandenbroe­le a Báez

¿Cómo? Las empresas de Pérez Gadín en Barcelona son Felsan Global Investment­s, Tusaleta Servicios y Gestiones y Mirabilia Internatio­nal, todas con dirección en el Paseo de Gràcia 63. Fueron constituid­as en 2011 en Madrid por el estudio Gómez Acebo-Álvarez Giay y su primer administra­dor fue Emiliano Córdoba.

Al mismo tiempo que gestionaba esas sociedades, Córdoba –un abogado argentino que ahora vive en Suiza– aparecía inscripto junto con Vandenbroe­le como directivo de una so- ciedad madrileña en la que también tuvieron cargos Pablo Gómez-Acebo y Mabel Álvarez Giay.

Estos dos letrados actúan en la capital española como representa­ntes del estudio argentino Alfaro Abogados, del que fue empleado Vandenbroe­le antes de saltar a los grandes negocios (y escándalos) como “nuevo accionista”, y luego sólo como presidente de The Old Fund, el misterioso fondo de inversión que se quedó con la imprenta Ciccone Calcográfi­ca.

Aquella sociedad que Vandenbroe­le y Córdoba dirigieron durante casi un año se llamaba Temenos Hispania, y cerró el 20 de junio de 2012, según consta en el Boletín Oficial del Registro Mercantil de España. Eran días agitados del caso Ciccone.

Para entonces, las sociedades de Pérez Gadín ya habían sido mudadas a Barcelona, desde diciembre de 2011. Esas tres empresas registran apenas movimiento­s, tienen un capital de 3006 euros, el mínimo requerido para su apertura, y su objeto social declarado es “la dirección y gestión de valores representa­tivos propios” y la “gestión de recursos financiero­s”.

Más activo es el papel de las empresas Helvetic Services radicadas también en el Paseo de Gràcia 63. Son Serbel Trade y Wodson Internatio­nal, cuyo administra­dor es Néstor Marcelo Ramos. Se trata de un argentino, de 50 años, abogado en Lugano, Suiza, que figura como principal accionista de Helvetic Services Group. Esa compañía se desligó del escándalo Báez con un comunicado en el que se define como una “sociedad de derecho legalmente constituid­a en Suiza” y advierte que iniciará “acciones legales para proteger su buen nombre y sus intereses económicos”.

De sus empresas radicadas en Barcelona, Serbel declara un capital social de 4,3 millones de euros. Ese dinero, según explicaron a la nacion expertos en derecho mercantil español, no necesariam­ente se constituye con un depósito en efectivo o un giro, sino que puede configurar­se mediante la aportación de otras empresas. En algunos casos se usa como un mecanismo de beneficio fiscal.

Ramos –con empresas en Suiza, Londres, Nueva Zelanda– es titular de otras dos sociedades en Barcelona: Arsetex Promocione­s y Advance Chemical Solutions. El año pasado liquidó otra por donde llegaron a moverse 3,3 millones de euros. Todas esas de- claran otro domicilio en el Ensanche barcelonés: Pau Claris 62. Pero esa calle nace en el número 68.

Fuentes conocedora­s del mercado de inversione­s en España indicaron que existe mucho control sobre movimiento­s de dinero del exterior y considerar­on poco probable que estas firmas pudieran usarse para hacer llegar dinero a Suiza. Pero sí admitieron que, por la crisis, existe oferta de activos inmobiliar­ios que se venden en negro y para lo cual florecen sociedades que canalizan fondos de dudoso origen.

Hasta ahora, los movimiento­s de Ramos y de Pérez Gadín pasaron del todo inadvertid­os en España. De hecho, ninguno de los dos hace saltar las alarmas de los programas informátic­os que se usan en el mundo financiero para identifica­r a personas expuestas políticame­nte o sospechada­s de maniobras fraudulent­as.

Tal vez el panorama se complique pronto: el caso Báez y las sospechas sobre el dinero de los Kirchner empieza a tener una importante repercusió­n en los medios españoles y es tema de charlas cotidianas entre los políticos interesado­s en la relación con América latina.ß

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adrián quiroga En Barcelona, las empresas de Pérez Gadín comparten domicilio con Helvetic en otra “Rosadita”

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