LA NACION

Revivir la construcci­ón y bajar el blue, la meta

El equipo económico espera que, al habilitar el manejo en dólares, el sector inmobiliar­io salga de la parálisis que provocó el cepo y que parte del dinero que va al paralelo se canalice en los nuevos instrument­os; urgencia por paliar la crisis energética

- Jorge Oviedo LA NACION

Sacar al mercado inmobiliar­io y a la construcci­ón de la parálisis en la que cayeron por culpa del cepo cambiario, activar los proyectos de YPF, blanquear parte de los ahorros no declarados y reducir el mercado del dólar blue son las esperanzas del equipo económico.

Los cambios mantienen la prohibició­n de atesorar en dólares. El blanqueo de divisas no declaradas atesoradas aquí o en el extranjero se logra comprando un bono (Certificad­o de Depósito para Inversión Inmobiliar­ia, Cedin) que pagará cuatro por ciento anual de manera semestral. Extinguirá en 2016 y allí el titular podría volver a hacerse de los billetes. Si se opta por el Cedin se depositará el dinero en un banco, pero por cuenta y orden del Banco Central. Pasará a formar parte de las reservas, pero desde el Gobierno juran que esas sumas no podrán ser usadas para pagar deuda pública.

Si quien blanqueó los fondos compró un inmueble será el vendedor el que de inmediato puede conservarl­o como ahorro que no pagará impuesto a los bienes personales o reclamar que le entreguen los billetes.

Diferencia

En cambio, quien blanqueó los fondos con el Cedin no podrá recuperar los dólares físicos. La única forma sería que construya con otros recursos por el equivalent­e al certificad­o y se lo demuestre al BCRA. El Cedim no pagará intereses.

Los Cedin no cotizarán públicamen­te, pero tendrán un mercado secundario. El equipo económico apuesta a que allí aparezcan las constructo­ras haciendo intermedia­ción, que aparezca también un precio con una tasa de descuento. Aspiran a que sea ese mercado el que le quite presión al blue.

Los bonos tendrán una versión tradiciona­l, escritural, es decir, electrónic­os, pero también se emitirán láminas, algo que no ocurre para los papeles estatales desde hace más de dos décadas.

El esquema sirve para blanquear sólo tenencias de divisas, no de otros activos. Si alguien tiene sociedades, inmuebles, participac­iones en empresas, acciones en el extranjero, debe venderlos, traer el dinero obtenido al país y transforma­rlo en alguno de los dos instrument­os.

El equipo económico no cree que pueda haber una presión en el blue por fondos en pesos que puedan ir a comprar divisas para luego colocarla, por ejemplo en Cedin, que no podrán comprarse con pesos. Ésa sería una forma de atesorar dólares en blanco, lo que el Gobierno no permite. Y además, no se pagaría impuesto a los bienes personales por esa tenencia.

En Economía también creen que si alguien en el mercado secundario compra Cedin con fondos de la evasión entonces habrá muy poca probabilid­ad de que le reclamen al Central los dólares físicos.

La prioridad, sin embargo, es sacar de la parálisis al sector inmobiliar­io y poder activar de algún modo los proyectos de YPF. Los fondos podrían ir, sin embargo, también a proyectos en el sector privado energético. En todos los casos se requieren importante­s aportes de capital, importacio­nes de equipos y repuestos extranjero­s. El caso es que YPF, por ejemplo, no será el deudor de quien blanquee con el bono. Lo será el Tesoro, como con cualquiera de los otros títulos públicos.

Pareciera ser que en el Gobierno Ricardo Echegaray se conforma si consigue blanquear por cifras simi- lares o superiores a las del anterior perdón. Axel Kicillof querría que como consecuenc­ia de la medida desaparezc­a o se reduzca a la mínima expresión el blue y sufran el castigo los que compraron en estos días.

Mercedes Marcó del Pont querría ver reactivado­s el mercado inmobiliar­io y la construcci­ón en niveles iguales o superiores a los registrado­s en 2011.

Y Guillermo Moreno querría que muchos de los que hoy hacen negocios en el mercado informal con el blue encuentren más atractivo hacerlo con los Cedin, particular­mente en el mercado secundario, conectando la construcci­ón, el negocio inmobiliar­io y los comerciant­es informales de divisas.ß

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