Despertemos
La capacidad de los argentinos de renunciar a la experiencia e ignorar la realidad es colosal, ya que enfrentamos los problemas y pretendemos solucionarlos con las mismas fórmulas que antes nos llevaron al fracaso. La capacidad de negar la realidad, que nos estamos precipitando inexorablemente a una crisis más de las ya padecidas; la ceguera de negar que estamos aplicando políticas económicas erradas, de desatender a la educación, de mirar sin ver a la corrupción de quienes nos gobiernan y sus amigos, de ignorar la inseguridad, de no advertir la magnitud del peligro que entraña la droga y el narcotráfico, de atacar a la prensa sin comprender que es la custodia de nuestras libertades, de presentar a la Justicia como enemiga de los ciudadanos cuando en ella debemos refugiarnos, de que la inseguridad jurídica es un sofisma, de creer que nuestros acreedores son buitres carroñeros olvidando que nos quedamos con sus ahorros.
Tal es el desorden mental que tenemos, que vivimos negando la realidad.
Mientras tanto, como el perro que trata de morderse la cola, los argentinos seguimos teniendo como referentes a políticos obsoletos y fracasados, a dirigentes obreros que transformaron en vitalicios sus mandatos, a dirigentes empresarios que se alternan en la conducción de sus entidades por el tiempo que su vida útil se lo permita, a jueces corruptos que hacen ostentación de riqueza mal habida. Por todo esto nos encontramos con una Argentina sumida en la apatía, la desilusión, la incertidumbre y la desesperanza. Somos ciudadanos solos ante un futuro ausente.
Despertemos, argentinos. Tenemos la obligación y la necesidad de dejar el lugar a los más jóvenes. El desafío es de ellos, sólo así el futuro de grandeza que añoramos será nuestro.
Diego Lo Tártaro
diegoltcarbone@gmail.com