LA NACION

Vuelve a la normalidad el transporte de larga distancia

choferes. El sector empresaria­l dice que no firmó el acuerdo salarial; insisten en que los costos no cierran; siguen las negociacio­nes

- Fernando Castro Nevares LA NACION

Tras los cinco días de paro nacional del transporte de pasajeros de larga distancia, ayer la terminal de ómnibus de Retiro volvía poco a poco a la normalidad.

Una normalidad “atada con alfileres”, como se oía de boca de algunos empleados. “Los números no nos dan, los costos no cierran, por eso no firmamos ningún acuerdo todavía, pero las negociacio­nes continuará­n con el transporte en funcionami­ento”, afirmó el gerente de la Asociación Argentina de Empresas de Automotor, Marcelo Goncalvez, en declaracio­nes formuladas a Radio El Mundo.

Mientras tanto, el vocero de la Cámara Empresaria de Transporte de Larga Distancia, Gustavo Gaona, explicó que no cuestionan el aumento salarial del 23 por ciento que piden los choferes, pero que no tienen recursos para pagarlo. “La realidad es que si no dimos el aumento hasta ahora es por la situación del sector, porque si los costos [de un aumento salarial] van a la tarifa... ni los fantasmas van a viajar, porque nos vamos de mercado”, graficó Gaona.

Más allá de la falta de acuerdo, en la terminal el regreso a la normalidad se notaba en las sillas colmadas frente a las plataforma­s y por los altavoces, que continuame­nte anunciaban el arribo y la partida de ómnibus, a horario o a lo sumo con una demora de hasta 15 o 20 minutos y la presencia, claro, de los colectivos.

Ya no se veía a los frustrados pasajeros que habitaron la terminal durante cinco días. Ellos ya no estaban. Pero sí, sobrevivie­ntes, cansados, ojerosos y con la ropa sucia, Cristian y Carlos Rivarola, dos hermanos que llegaron a Retiro el viernes y ya no se fueron, hasta anoche.

Cristian es empleado público en Río Negro y había venido desde Viedma para una serie de reuniones de trabajo que le iban a demandar tres días en la ciudad. Tenía pasaje para el viernes a las 19.52. Recién ayer a las 19.30 pudo regresar.

“El viernes las ventanilla­s de la empresa Fredes estaban cerradas y tampoco atendían las llamadas. Encima, en la oficina de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) me dijeron que había asistentes sociales dando vueltas, pero jamás las vimos”, contó Cristian.

Así, junto a su hermano pasó día y noche en la terminal, sin poder bañarse “porque no hay duchas”, durmiendo mal y alimentánd­ose con comida chatarra.

“No dormís, dormitás, porque de noche no te podés descuidar, tenés que estar con un ojo abierto para que no te roben”, agregó .

Además, por los precios altísimos de la terminal vivieron durante los cincos días comprando panchos afuera.

En tanto, la docente Ana María Moreyra esperaba que fueran las 19 para volver al Chaco. Tenía pasaje para Resistenci­a el domingo a las 19 y se acercó durante la mañana y la tarde hasta la terminal. En la boletería de El Pulqui, aquel día, no había nadie, y por teléfono le dijeron que mientras se mantuviera la medida de fuerza no iban a devolver la plata ni reprograma­r los viajes.

“No pude salir ni hacer ningún programa desde entonces. Estaba en alerta permanente, pegada a la televisión con la valija al lado por si se levantaba el paro”, comentó indignada, y, preocupada por los dos días en que se ausentó de su trabajo, expresó: “No sé con qué me voy a encontrar”.

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