Ramón olvidó el pasado de sus jugadores
Bastante preocupado quedó Ramón Díaz después de la experiencia vivida en el último superclásico en la Bombonera. A tal punto que tuvo la necesidad de salir a aclarar el “yo no me fui”, que fue la imagen del deslucido empate con Boca, cuando el técnico se fue expulsado y recibió las cargadas de los hinchas xeneizes por el descenso de River. Si con su inesperada conferencia de prensa de ayer intentó responder un emergente rechazo en el medio de los ecos millonarios o dejar en claro su posición, no lo consiguió. Todo lo contrario: confundió aún más.
El paso de las horas propiciaba una mirada más tranquila, menos visceral. Nada de eso. Ramón Díaz elevó el listón de la controversia y, lo que es peor, no hizo foco en cuestiones esenciales de su tarea como entrenador, que van más allá de la inclusión de Leonardo Ponzio de entrada o del cambio de Iturbe. No parece darse cuenta del poder que pueden tener sus palabras como líder de un plantel. O de que la armonía de un grupo, algo que todo entrenador anhela, puede resentirse en la medida que las expresiones de su conductor potencien asuntos puntuales que pueden influir en el pensamiento colectivo. Y es algo fáctico que, entre los jugadores que dirige el riojano en River, la mitad transitó el camino del regreso a primera de la mano en la B Nacional.
El capitán del actual proyecto es Ponzio, uno de los referentes del plantel de River en el ascenso y que desembarcó junto a otro experimentado como David Trezeguet. “El gesto de Ramón no me molestó. Yo jugué en la B y estoy orgulloso de haber ascendido”, dijo Ponzio, uno de los quince futbolistas que defendieron la camiseta millonaria en la segunda categoría. La cultura impaciente de nuestro fútbol, a menudo desequilibrada y de vista corta, emergió en la figura de Ramón Díaz, quien no tiene en cuenta que él fue el que pidió especialmente por el regreso de Adalberto Román, acaso el jugador más señalado de la serie con Belgrano. Hasta parece haber obviado que, desde su entorno, lo ofrecieron en esas horas previas a la contratación de Almeyda. Detalles que reconoció su hijo Emiliano al declarar: “Ramón hace cualquier cosa por River. Él se ofreció para dirigir en la B”.
Un entrenador trabaja para que entre sus jugadores exista un clima de camaradería, solidaridad y buen entendimiento. Valores intangibles para todo cuerpo técnico y sus dirigidos. En definitiva, es Ramón Díaz el responsable de este River. De hacer valer su efecto motivador y el linaje riverplatense del que tanto hace alarde. ß