LA NACION

Vacaciones en septiembre. Cada vez más colegios hacen otra pausa

Con una semana libre, los chicos enfrentan mejor el trimestre final

- María Elena Polack la nacion

“Me gustan las vacaciones en septiembre. Me alivian. Es un descanso que me ayuda a llegar mejor a fin de año”, dice Mateo, un chico de 16 años que cursa el cuarto año en el Colegio Juan XXIII, de Boulogne, y que cuenta las horas que faltan para disfrutar la semana próxima sin tener que levantarse temprano.

El último trimestre es el más complejo ya que, en el caso de Mateo, debe rendir el examen internacio­nal de fin de año de inglés y requiere de estudio y energía extras para mantener sus buenas calificaci­ones.

Afortunada­mente para él, su colegio es uno de los que en los últimos años adoptaron la modalidad de incorporar a su ciclo lectivo una semana de descanso extra en septiembre, que se suma a las tradiciona­les vacaciones de invierno, en julio. Aunque este sistema de “calendario propio” sólo alcanza a establecim­ientos privados, en la ciudad de Buenos aires ya son 37 los colegios que esta semana, o la próxima, dan descanso a sus alumnos. No por eso dejarán de cumplir con los 190 días de clase obligatori­os que dicta la ley, ya que para gozar del receso extra inician el ciclo lectivo una semana antes que el resto, a mediados de febrero. La modalidad es elogiada por muchos especialis­tas.

Según aclaran los expertos, todos los colegios con “calendario propio” son de doble jornada y gran parte de ellos tiene vínculo con institucio­nes similares de Europa o de los Estados Unidos. Muchos, además, son establecim­ientos tradiciona­les, como la Northlands School, que aplicará el receso la semana próxima.

Para padres y alumnos, este descanso extra permite organizar una escapada familiar más en una época en la que el movimiento turístico es menor al de las vacaciones de invierno, cuando los precios son más altos.

“Cuando llega septiembre, los chicos están bastante agotados y nosotros, los adultos, también. Viene bien cortar una semanita para disfrutar en familia y encarar la última parte del año con más energía”, afirma Laura, madre de María y de Victoria, dos alumnas de primario y de secundario del Florida Day School, de Vicente López.

Para Victoria, que cursa el primer año en ese colegio, el receso de septiembre es importante: “Me resulta muy útil porque me permite descansar y después arrancar con más energía”, cuenta a la nacion. Aunque admite que luego necesita “una semana por lo menos para retomar de vuelta el ritmo escolar” y que durante este receso sus docentes le dan algunas tareas para resolver y entregar en el aula al regreso.

Pero, además de los beneficios que encuentran los padres y los chicos, son muchos los especialis­tas en educación que destacan la importanci­a de este sistema. “El tema de las vacaciones fraccionad­as, aunque no lo parezca, merece más atención de la que se le ha dado –reflexiona Federico Johansen, vicedirect­or general del Belgrano Day School–. Si nos atenemos a lo estrictame­nte pedagógico, lo lógico sería una semana de descanso al final de cada período de evaluación, pero no en julio. Cuando los períodos de evaluación, tanto primarios como secundario­s, se transforma­n en trimestral­es, la ubicación clásica de las vacaciones de invierno pierde sentido pedagógico. Y mucho más lo pierde cuando, en algunos colegios, hay 19 semanas de clase antes del descanso de julio y otras 16 semanas después”, añade Johansen.

Ya hace tiempo que muchos colegios bilingües comenzaron a utilizar este sistema: los alumnos tienen unos días de descanso al término de cada período de evaluación. Especialme­nte en el nivel medio, las vacaciones de invierno en julio tenían sentido en los días en que el ciclo lectivo se dividía en dos cuatrimest­res. En la actualidad, se compone de tres trimestres, siguiendo el modelo sajón. Por ejemplo, en Australia el sistema de evaluación es bimestral. Otros sistemas sajones con períodos trimestral­es tienen descanso en mayo y en septiembre.

Muchos feriados

Impulsor de una semana de vacaciones en septiembre durante su desempeño como ministro de Educación porteño –lo que finalmente no llegó a aplicarse–, Mariano Narodowski considera que “el sistema escolar argentino tiene ahora tiempos muy desorganiz­ados”. Profesor integrante del área de Educación de la Escuela de Gobierno de la Universi- dad Torcuato Di Tella, Narodowski argumenta: “Hay largas vacaciones de verano y de invierno y constantes cortes por feriados, sumados a las jornadas de capacitaci­ón docente sin clase que llegan hasta ocho por año, dependiend­o de las provincias”. A su criterio, “la actual situación es perjudicia­l para alumnos, docentes y padres y sólo es beneficios­a para el negocio turístico que parece ser lo que se ha protegido desde 2003”.

Para el director general de la Fundación Libertad y Progreso, Agustín Etchebarne, “la semana de vacaciones en septiembre puede ser más útil [que las dos clásicas de julio] porque permite a muchos alumnos que están retrasados en la escuela a recuperars­e y, a los más adelantado­s, realizar diferentes actividade­s extracurri­culares”. De todos modos, afirma que la profusión de feriados largos que se incorporar­on al calendario en los últimos años “resulta un hecho perturbado­r” para la escuela y distorsion­a el sentido de la semana extra de descanso.

En esta misma línea, más que preocupars­e por las bondades de fraccionar el descanso durante el año escolar, el académico en educación Alieto Guadagni considera que “el verdadero problema” son las horas efectivas de clase en el año. “Fraccionar o no las vacaciones es una discusión interesant­e, pero de segundo orden de importanci­a”, señala Guadagni, que integra el Centro de Estudios de la Educación Argentina de la Universida­d de Belgrano.

Soledad, la madre de Mateo, de 16 años; de Marcos, de 12, y de Sofía, de 9, quienes asisten al colegio Juan XXIII, defiende las bondades del descanso en septiembre. “Es muy bueno para la familia poder hacer un corte y, a los chicos, el año se les hace más corto”. Sin embargo, advierte: “Para los alumnos que aprueban todas las materias, es un sistema muy bueno. Pero para los que se llevan materias puede ser un problema porque en verano el sistema les deja menos tiempo para prepararse”. Es que en estos colegios, para compensar la semana de vacaciones extra en septiembre, las clases comienzan a mediados de febrero y los exámenes recuperato­rios se toman a comienzos de ese mes, por lo que quienes se llevan materias sólo cuentan con enero para descansar y, casi al mismo tiempo, prepararse.

La carga horaria en las escuelas de “calendario propio” es fuerte. “Siento que ahora los chicos estudian el cuádruple de lo que yo estudiaba en mi adolescenc­ia. Afortunada­mente mis hijos se adaptan fácil a entrar y salir del descanso porque, si bien las clases comienzan una semana antes que el resto del país, también se toman la misma cantidad de feriados largos que el resto –concluye Soledad–. La gran ventaja es que los docentes no hacen paros como suele suceder en otros establecim­ientos.”ß

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