LA NACION

Las lecciones de Putin tras su jugada diplomátic­a

- Silvia Pisani CORRESPONS­AL EN EE.UU.

Apenas empezó la negociació­n por Siria, que lo tiene como protagonis­ta estelar, Vladimir Putin hizo tragar el primer sapo a la clase política norteameri­cana, con un texto publicado en The New York Times en el que corrigió páginas de historia política y llamó a que el país deje de considerar­se “excepciona­l” porque “eso es peligroso”.

“Es obvio que quiere llevarse el protagonis­mo en todo esto”, decían por lo bajo funcionari­os de la Casa Blanca y legislador­es. “A diferencia de Rusia, aquí se respeta la libertad de expresión”, reaccionó el vocero del presidente, Jay Carney.

Otros, menos sutiles, dijeron que los dichos de Putin estaban destinados a “mojarles la oreja” o que la lectura de sus comentario­s generaban “ganas de vomitar”, según la gráfica descripció­n del demócrata Robert Menéndez, que ocupó el puesto que dejó John Kerry en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.

Todo vino a cuento porque, en su página de opinión, el diario incluyó una columna de Putin en la que retrucó conceptos del presidente Barack Obama sobre la crisis siria con argumentos que –a la vista está– fueron un zarpazo certero al orgullo nacional.

“Es muy peligroso animar a la gente a considerar­se excepciona­l”, decía el líder ruso en el final de su texto, en alusión a los dichos de Obama que, en su discurso del martes último, sostuvo que actuar contra Siria “es lo que hace diferente a Estados Unidos; es lo que nos hace excepciona­les”.

En un texto incisivo y redactado con estilo atrayente, Putin contradijo la principal tesis de Washington. Lo hizo al afirmar la convicción de que quienes usaron gas tóxico contra la población siria fueron los grupos rebeldes y no, como sostiene Washington, el régimen de Bashar al-Assad.

La nota advierte también que un ataque militar a Siria “desataría una nueva ola de terrorismo”, por lo cual llamó a Obama a olvidarse de la condición de “excepciona­les” de los Estados Unidos para justificar­lo. “Es extremadam­ente peligroso animar a la gente a verse como algo excepciona­l, sea cual fuere el motivo” para hacerlo, escribió.

De Obama para abajo, todos tuvieron algo que decir, con un mismo patrón de indignació­n. Por lo bajo, la molestia estriba en la sensación que hay en esta ciudad de que el ruso saca ventaja de lo expuesta que quedó la administra­ción demócrata. “Le habla a todos los países que no sienten simpatía por Estados Unidos para quedar como el héroe de la película”, opinó Bobby Ghosh, editor de Time.

La línea argumental de Obama fue más sutil. “El hecho es que Rusia ofrece un claro contraste que demuestra que Estados Unidos es excepciona­l”, indicó su vocero. “Al contrario que en Rusia, aquí defendemos los valores democrátic­os y los derechos humanos de nuestro propio país y alrededor del mundo”, dijo Carney.

Muchos hablaron de “insulto”. Para el republican­o John Boehner lo fue “en lo personal” y para su partidario John McCain lo fue “para la inteligenc­ia de todos”. The New York Times ni se inmutó y nadie esperaba que lo hiciera. “Era un buen texto, de un actor central”, sostuvo. Y con eso, basta.ß

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