LA NACION

Aquella serie detrás de la Cortina de Hierro

En 1987, la Argentina cayó 5 a 0 en la capital de la entonces Checoslova­quia Jaite y De la Peña eran los singlistas ante Mecir y Novacek; los cambios en 26 años

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PRAGA.– En 26 años, el mundo gira muchas veces; dentro de esos giros, muchas cosas cambian, y en otros casos, parece que el tiempo no hubiera transcurri­do. Veintiséis son los años que transcurri­eron entre esta serie que comienza hoy, y la que se jugó entre argentinos y checos en Praga. Fue del 24 al 26 de julio de 1987, en el Stvanice Stadiom, sobre polvo de ladrillo. Con un lapidario 5-0 para los locales, que se quedaron con la permanenci­a en la máxima categoría de la Copa Davis; tiempos en los que la Argentina fluctuaba entre la Zona Americana y la Zona Campeonato (hoy Grupo Mundial).

En la Argentina se acercaban las elecciones legislativ­as que marcarían el declive de la gestión de Raúl Alfonsín. La inflación empezaba a corroer el plan económico Austral y el gobierno anunciaba un plan de ajuste con alzas de tarifas, y una reforma del impuesto a las ganancias; Independie­nte jugaba la Copa Libertador­es y perdía 3-2 con el Táchira venezolano, con un insólito gol de arco a arco del arquero uero Francovich a Luis Islas. Gabriela Sabatini ya era la principal figura del tenis argentino, , pero Guillermo Vilas s –era el 62° del ranking g mundial– todavía jugaba, a, aunque ya no estaba en la Copa Davis. Tito Vázquez ez fue el capitán de aquella lla formación, que incluyó óa a Martín Jaite (13°), Horacio cio de la Peña (48°), Christian ian Miniussi (163°) y Javier Frana (214°). Del otro lado, o, lo que entonces era conocido cido como Checoslova­quia a –la unión de Chequia y Eslovalova­quia–, alineaba a Miloslav oslav Mecir ( 5°), Karel Novacek vacek (30°), Milan Srejber (49°) ) y Tomas Smid (55°), con Frantisek antisek Pala como capitán.

Checoslova­quia, entonces, tonces integraba el conjunto de países vinculados a la Unión Soviética, con un gobierno socialista, con casi todas las propiedade­s pertenecie­ntes al Estado, y un cambio de divisas oficial y otro clandestin­o, con diversas cotizacion­es. Alguien que viajó a aquella serie recordó: “Los que nos cambiaban plata eran los taxistas; te subías al auto, recorrían unas cuadras y te traían de vuelta. En Praga, todo era triste y apagado; hasta el lobby del hotel estaba en penumbras”.

Los checos eran favoritos. “Nos toca bailar con la más fea y hay que asumirlo. El primer día habrá que salir empatados, porque si no el match estará casi perdido”, le decía Tito Vázquez al enviado de La Na

cioN. Los locales tenían un equipo muy sólido y no dejaban margen para la estrategia: buscar los puntos que iba a jugar Novacek –los de Mecir estaban casi descartado­s– y luchar el dobles. A Tito, algunos le reclamaban que convocara a Ben- goechea, o incluso a Guillermo Pérez Roldán, que estaba en ascenso, pero el capitán confiaba en De la Peña. Jaite, ya consolidad­o en el top 15, afirmaba: “Nos toca enfrentar a una potencia mundial con la posibilida­d de perder la categoría. No somos los favoritos, pero no estamos resignados. Yo soy optimista. Si perdemos, será por culpa de los jugadores, Tito Vázquez no gana ni pierde los partidos”.

Pero, en el primer punto, Jaite no jugó bien y fue superado claramente por Novacek: 6-3, 2-6, 6-3 y 6-1; al actual capitán, el partido se le fue de las manos cuando estaba 3-1, 40-0 y su saque en el tercer set. Después, el Pulga De la Peña hizo lo que pudo ante Mecir; el local se imponía por 8-6, 4-6, 6-3 y 4-4, cuando la falta de luz natural obligó a una postergaci­ón para el sábado; al día siguiente, el número 5 del mundo quebró a De la Peña, en el primer game selló el partido. La última ilusión se terminó en el dobles: Smid –el mismo que había acompañado a Lendl siete años antes, en Buenos Aires– y Mecir vencieron a Javier Frana y Cristian Miniussi por 6-1, 4-6, 6-3 y 6-2. El último día, para la estadístic­a, Novacek le ganaba a De la Peña por 6-4 y 7-5, y Mecir a Jaite por 9-7 y y6 6-2.

Más M allá de que la serie ya de por sí era difícil, en el lado argentino ar ya estaba instalada una división interna –De la Peña contra todos– que estaba ta lejos de resolverse; no había h química dentro del grupo, g y de hecho, algunos no se entrenaban juntos. “Siempre va a ser así, De la Peña por un lado, y los otros tres por el otro. Jaite nunca va a ser amigo de él. Las cosas están dadas de ese modo y yo no puedo hacer nada para cambiarlas. El error es de De la Peña. Tiene que madurar. No puede herir gratuitame­nte a sus compañeros [en relación a una crítica del Pulga a Frana]. Se tiene que dar cuenta de que no es Vilas”, expresaba Tito Vázquez con honestidad brutal.

De regreso a Praga, Jaite recobra la memoria: “No me olvido más de e esa serie, porque nosotros veníamo veníamos de perder en Nueva Delhi contra la India (2-3), donde yo tuve match-point para ganar y perdí contra Amritraj. Lo lógico era jugar contra Israel, que iba a perder contra Checoslova­quia… Pero ganaron y tuvimos que ir a Praga. Era la época de la Cortina de Hierro, pero nosotros estábamos concentrad­os en el tenis y no nos dábamos cuenta de lo linda que podía ser la ciudad, aunque la encontrába­mos gris. Nos ganaron fácil, no tuvimos chance. Después, con Horacio (De la Peña) siempre teníamos alguna cuestión, teníamos personalid­ades distintas, veíamos la vida de manera diferente, pero hoy nos podemos reír de eso; cuando dejás de jugar al tenis te das cuenta de que son estupidece­s, de que los problemas no eran para tanto”. Ahora, la Argentina vuelve a Praga; desde hoy, se verá cómo continúa la historia…

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La cobertura de La NacioN de aquella serie de 1987 en Praga, que Argentina perdió 5 a 0 y significó el descenso a la Zona Americana de la Copa Davis
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