Un campeón relegado por la vanidad de su padre
LAS VEGAS.–Danny García nació en Filadelfia. Es el campeón mundial absoluto de los welter jr (CMB) y sabe que no despierta mayor simpatía en esta ciudad. Es más, cada día que pasa, el público aumenta su apoyo a Lucas Matthysse, relegando al norteamericano a un plano indiferente, que lo malhumora acrecentado su ira contra todo aquello que tenga colores albicelestes.
Su padre y entrenador, Ángel, puertorriqueño, se encargó de su crianza y su educación. Su madre, mexicana, purgó su inconducta con años de prisión en cárceles yanquis. Por lo tanto, su infancia no fue fácil.
Durante estos días, el padre fue más protagonista que el hijo; es decir, Ángel participó, en todo, mucho más que Danny, y el público no lo toleró. La incomodidad del pugilista, ante esta situación, es visible. Adoptó, también, una política despectiva, con los argen- tinos y en modo “sobrador”, dialogó con La
NacioN Deportiva. “Yo no hablo español. Pregúnteme en inglés”. Así abrió el reportaje con nosotros y se sorprendió cuando lo colocamos como un referente moderno del hístórico boxeo de Filadelfia, junto a figuras como Joe Frazier, Bennie Briscoe y Bernard Hopkins, entre otros. “Ser de Filadelfia es un honor para un boxeador. Somos guerreros por tradición y no podemos fallar cuando el anunciador, sobre el ring, señala nuestra procedencia”. Con respecto a su pelea con Matthysse y la implicancia que tiene para su carrera, indicó: “Para mi representa mucho y para él significa casi todo. No es lo más importante de mi récord y tampoco Matthysse tiene el nivel de otros rivales a los que vencí”. Lo despedimos amablemente y ni siquiera nos miró ni nos dio la mano.
A los 24 años y con un récord de 26 victo- rias consecutivas (16 por Ko), García, con un estilo simple, crece –paulatinamente– en el profesionalismo. Hará la cuarta defensa del mundial que ganó ante Erik Morales, en 2012, y sin exhibir cualidades superlativas, impone respeto por su juventud y su cross de izquierda.
Su padre Ángel recobra el cuadro actoral principal de esta nota. Anteayer, después de maldecir a todos los argentinos presentes en el hall central del MGM e invitarlos a irse de esta ciudad, se enteró de la simpatía de Floyd Mayweather, patrón indiscutido de este circo, por nuestro país al observar por internet los saludos y el “i love Argentina”, expresado por el múltiple campeón de Gran rapids. Fue esto como una bofetada a la vanidad y a la estupidez que todavía algunos fomentan a pocas horas de un gran match de boxeo.