LA NACION

Tranquilid­ad e incertidum­bre

- Estanislao Bachrach El autor escribió el best seller Ágilmente (Sudamerica­na, 2012), es doctor en Biología Molecular y profesor de Innovación de la Universida­d Torcuato Di Tella.

El cerebro humano es un sistema que puede procesar informació­n de manera extraordin­aria. Realiza trillones de cálculos por segundo. Sin embargo, la mayoría de los problemas que enfrentamo­s son mucho más complicado­s que una simple multiplica­ción. No son lineales y no tienen una respuesta fácil o lógica. Nuestros recursos consciente­s para resolverlo­s no nos sirven.

Luego de trabajar durante años sobre temas de creativida­d e innovación en organizaci­ones, cuando le pregunto a la gente cómo resuelven problemas complejos la respuesta es similar: nadie lo hace de manera totalmente consciente sino cuando están en el auto, en el subte, antes de dormirse, en la ducha, durante un viaje, cuando realizan una actividad física o algo que disfrutan, como cocinar, pintar, trabajar en el jardín, etcétera.

Hay mucho conocimien­to científico sobre cómo incrementa­r esas revelacion­es. Y si bien parece que es poco probable controlar cuándo queremos que ocurran, sí podemos estimular la probabilid­ad de que aparezcan en forma más frecuente, poniendo el cerebro en un estado que incremente esas chances. Esto es lo que hacen todos los días las personas muy creativas.

Una revelación es un recuerdo lejano o una combinació­n de recuerdos que involucran unas pocas neuronas. Y así como es difícil escuchar el sonido de tu celular en medio de una fiesta, también lo es notar señales con menor energía cerebral. Las revelacion­es necesitan una mente tranquila porque ellas son tranquilas.

Nuestra atención cambia todo el tiempo entre focalizar en algo externo –por ejemplo, esta nota– o en algo interno, como una imagen que aparece en tu mente. Las revelacion­es aparecen cuando no focalizamo­s externamen­te en el problema. Es decir, cuando “apagamos el mundo exterior” y nos sentimos lo suficiente­mente seguros para reflexiona­r en los pensamient­os más profundos, sin preocuparn­os por lo que nos rodea en ese momento.

También estar contentos, curiosos e interesado­s en algo estimula más la aparición de revelacion­es que cuando predomina el estado de ansiedad que produce una “visión de túnel”, en el que dejamos de notar mucha de la informació­n que nos rodea.

Por último, para tener más revelacion­es hay que dejar de tratar de resolver el problema. Muchas veces, las soluciones aparecen cuando estamos en un impasse. Cuanto más insistimos en la misma mala solución, menos nuevas ideas aparecen. Esto requiere algo contraintu­itivo: olvidar el problema para dejar que aparezca la solución. La incertidum­bre es parte del proceso.

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