LA NACION

El patrimonio del desarrollo nacional

Tiempo de construir. Desde mediados del siglo XIX, dentro de un contexto internacio­nal de acelerada expansión mercantil y de exportacio­nes industrial­es, aparecen los primeros testimonio­s de ingeniería civil, actividad con crecimient­o exponencia­l en la pri

- Fabio Grementier­i | PARA LA NACION

El autor es arquitecto, especializ­ado en patrimonio. Fue distinguid­o por la Universida­d de Notre Dame por su acción pública y es autor de numerosos libros sobre estilos patrimonia­les tradiciona­les.

La valoración y preservaci­ón del patrimonio en la Argentina ha consagrado ya varios “sistemas patrimonia­les” en la apreciació­n del público así como también –aunque de manera menos extensiva– en la protección legal y en la gestión. Entre los “patrimonio­s” tutelados podemos incluir el acervo precolombi­no y colonial, una parte de la arquitectu­ra del eclecticis­mo de fines del siglo XIX y principios del XX, como así también de la arquitectu­ra moderna. Y por supuesto distintas “series” tipológica­s como los edificios para teatros o estaciones del ferrocarri­l, o las estilístic­as como el Art Nouveau o el Art Déco. Sin embargo, todo un gran “sistema patrimonal” de la Argentina sigue aún siendo poco conocido y apreciado, y mucho menos consagrado o preservado. Se trata, a grandes rasgos, de las construc- ciones del campo de la ingeniería erigidas a lo largo y a lo ancho del país, que abarcan áreas tan diversas como la infraestru­ctura, el transporte, la energía y las comunicaci­ones. Y que han forjado, tanto o más que la arquitectu­ra, el paisaje urbano y rural de todas las provincias.

La diferencia­ción del “patrimonio de la ingeniería” del resto del patrimonio construido durante una época histórica se correspond­e con el nacimiento y desarrollo de la disciplina como tal. Esto es, los siglos XIX y XX, cuando la ingeniería se separa de la arquitectu­ra con el afianzamie­nto de la ciencia y el advenimien­to de la tecnología y se convierte en disciplina autónoma. Anteriorme­nte todo estaba englobado dentro de un saber teórico y práctico integrado, donde los diseñadore­s y los calculista­s eran uno solo, la construcci­ón abarcaba tanto obras simbólicas como funcionale­s y así el patrimonio edificado se englobaba dentro de una misma categoría: romano, gótico o barroco.

Buscar las primeras trazas del patrimonio de la ingeniería en la Argentina puede lle- var a examinar los más notables trabajos de infraestru­ctura del período precolombi­no y colonial. Éstos se encuentran en las obras ocultas de irrigación, saneamient­o y comunicaci­ones que hicieron los pueblos originario­s y después los jesuitas o los ingenieros militares de la Corona española. La historia continúa con algunos pocos testimonio­s del período posterior a la Independen­cia, que quedaron casi todos en proyecto por la escasez de recursos.

Pero sería desde mediados del siglo XIX, dentro de un contexto internacio­nal de acelerada expansión mercantil y de exportacio­nes industrial­es, cuando aparecen los primeros testimonio­s de la ingeniería civil, actividad de crecimient­o exponencia­l en los años sucesivos. Y que por varias décadas, hasta la Primera Guerra Mundial, estaría mayormente en manos de profesiona­les extranjero­s ligados a inversione­s europeas. Con los británicos a la cabeza se desplegaro­n las redes de ferrocarri­les, las obras sanitarias y las instalacio­nes portuarias por distintas partes del país, impulsadas por la energía a vapor con el carbón como combustibl­e, el uso de componente­s prefabrica­dos de hierro y la tradición funcional inglesa de estructura­s de ladrillo. Varios países (Francia, Alemania, Bélgica) participar­on de la construcci­ón de esa infraestru­ctura y no pocas veces, como sucede siempre en la Argentina de la época, intervinie­ron ingenieros de diversas procedenci­as y también argentinos. El desarrollo del país hizo necesarios establecim­ientos industrial­es de diversa escala, donde también los ingenieros estuvieron a cargo del proyecto de los edificios y del equipamien­to. Surgieron así obras monumental­es, por no decir ciclópeas, muchas de las cuales siguen en uso y que hoy jalonan el territorio nacional en distinto estado de conservaci­ón: estaciones de ferrocarri­l, puentes, viaductos, túneles, tanques de agua, casas de bombas, docks, depósitos, fábricas, talleres. También por esa época, en 1865, se crea la Facultad de Ciencias Exactas de la Universida­d de Buenos Aires, donde enseñan inicialmen­te profesores de origen italiano y egresan los primeros ingenieros argentinos como Luis A. Huergo. Al

mismo tiempo actúa un destacado grupo de ingenieros alemanes que funda, con otros colegas argentinos y extranjero­s, la Sociedad Central de Arquitecto­s.

Hacia 1900, acaballado sobre el positivism­o, el higienismo, el taylorismo y el cientifici­smo, el campo de la ingeniería se hizo más ecléctico y cosmopolit­a, como tantas otras disciplina­s en el país. Ya entonces la ingeniería argentina había echado raíces. Poco antes habían sido fundados tanto el Centro Argentino de Ingenieros como la Escuela Industrial Otto Krause, y varias empresas constructo­ras extranjera­s y nacionales muy activas habían asentado sus sedes en Buenos Aires, Rosario o Córdoba. El emergente hormigón armado comenzó a desplazar el acero para las construcci­ones, la energía eléctrica reemplazó la de vapor, se expandiero­n las telecomuni­caciones y los avances en invencione­s y descubrimi­entos abrieron pista a los automóvile­s y a los aviones que necesitaro­n de redes e instalacio­nes específica­s. Surgen entonces nuevos tipos de construcci­ones: usinas eléctricas, silos y elevadores de granos, rutas y caminos, diques y embalses, centrales telefónica­s y estaciones de radio, establecim­ientos mineros y siderúrgic­os.

A partir de la Primera Guerra Mundial se abrió una nueva época con sustitució­n de importacio­nes, creación de empresas y organismos públicos con equipos técnicos propios (Ferrocarri­les del Estado, Obras Sanitarias de la Nación, YPF, Dirección Nacional de Vialidad, Agua y Energía). Se desarrolló entonces un nuevo ciclo en la construcci­ón de infraestru­ctura, ya del siglo XX, fundamenta­l para el desarrollo del país, con obras de gran jerarquía y originalid­ad que pasaron a formar parte del paisaje local y regional. Muchas de estas construcci­ones tienen excepciona­les valores históricos, culturales, tecnológic­os, paisajísti­cos, así como también estéticos, que es necesario redescubri­r y difundir. Esta tarea es de las autoridade­s, de los medios pero fundamenta­lmente de los profesiona­les de la construcci­ón, ingenieros y también arquitecto­s, que deberían aunar esfuerzos para reintegrar el patrimonio cultural inmueble de la nación.

 ?? Fotos: gentileza Fabio grementier­i ?? Dique en Cruz del Eje, provincia de Córdoba
patrimonio
Puentes, silos, diques y puertos
Fotos: gentileza Fabio grementier­i Dique en Cruz del Eje, provincia de Córdoba patrimonio Puentes, silos, diques y puertos
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Tren de las Nubes, en Salta
 ??  ?? Tanque de agua, Villa Mercedes, provincia de San Luis
Tanque de agua, Villa Mercedes, provincia de San Luis
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Silo, provincia de La Pampa

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