LA NACION

Un rival que marcó la historia Puma

- Jorge Búsico

Los Wallabies tienen un signifi-fi cado especial en la historia de los Pumas. Son, por ejemplo, los únicos de la Sanzar a los que el selecciona­do argentino ha podido vencer. Y en cuatro oportunida­des, nada menos. Claro que fue en otros tiempos, al punto de que el último de esos triunfos data de 1997, con los legendario­s tablones de la cancha de Ferro como testigos. De ahí para adelante, el asunto fue otro: seis derrotas en igual cantidad de tests.

Pero vayamos a la historia más lejana de esos enfrentami­entos para repasar cómo, de alguna manera, las victorias ante los australian­os marcaron ciertas etapas importante­s en el largo recorrido de los Pumas. La primera fue en 1979, también en Ferro. Un 24-13 coronado por un selecciona­do argentino que el año anterior había generado un brusco cambio por la decisión de la UAR de sancionar a un grupo de jugadores que se habían opuesto a la decisión de quitarle la capitanía a Arturo Rodríguez Jurado (h.).

Esos nuevos Pumas, entre los cuales estaban los padres de Tomás Cubelli y Martín Landajo (curiosamen­te, ambos debutaron en el Rugby Championsh­ip ante Australia, como visitantes) y cuyo entrenador era Luis Gradín (hoy presidente de la URBA), tenían un potencial extraordin­ario para la época. Tanto que al año siguiente hicieron una gira por Nueva Zelanda en la que ganaron todos los provincial­es y perdieron por poco los dos tests con los All Blacks.

El segundo triunfo llegó en 1983. Quizás uno de los más importante­s de la historia. El primero con la celeste y blanca en el exterior. Aquel partido perfecto en Brisbane, el de la paliza por 18-3, significó un hito más para la gloriosa camada de los 80, que venía de cargarse a los Springboks (aunque como Sudamérica XV) y que más tarde hizo lo mismo con Francia y empató con los All Blacks.

El triunfo (27-19) y el empate (19-19) en el estadio de Vélez, en 1987, significó un volver a vivir después de la pesadilla del primer Mundial, ese mismo año. Otra vez, como en Ferro y en Brisbane, con Hugo Porta como capitán y goleador. Fue la única vez que se ganó una serie ante los Wallabies.

Y, por último, el de 1997: 18-16, después del 15-23 en el primer test. Un enorme premio para, quizá, la generación más golpeada en la historia de los Pumas. La que se bancó goleadas y enormes diferencia­s en los tiempos en el que mundo iba para un lado y la Argentina se quedaba donde estaba. Aquella foto de Agustín Pichot subido a Pedro Sporleder festejando como si se hubiese ganado un Mundial. Casi lo era para los argentinos en esa época.

Ahora, como también el año pasado, tocan los Wallabies en un momento de quiebre para el juego de los Pumas. Este es el partido para pegar un salto de calidad (que no significa ganar) y proyectar hacia futuro. Un retroceso a lo mostrado en Mendoza y en Hamilton podría tener un impacto negativo en lo global.

Pero también hay que mirar el otro lado de estos enfrentami­entos. Que los Wallabies ganaron 14 veces y que un par de ellas fueron por goleada (53-7 en 1995; 53-6 en 2000). Que este momento no condice con su extraordin­aria historia (dos títulos mundiales, una final, dos semifinale­s) y que, como los Pumas, cuando vienen mal son de temer. Mañana los dos tendrán un objetivo en común: salir a flote en este Rugby Championsh­ip.ß

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El Chino Turnes al ataque, en la victoria 18-16 sobre Australia, en 1997
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