LA NACION

El Gobierno ajusta el envío de fondos a las provincias para 2014

Prevé una fuerte desacelera­ción de las partidas discrecion­ales; preocupa a los gobernador­es el vencimient­o del plan de desendeuda­miento

- Laura Serra

En el penúltimo año de gestión de la presidenta Cristina Kirchner, el gobierno nacional se dispone a aplicar un fuerte torniquete fiscal a los gobernador­es propios y ajenos, que así quedarán expuestos a una mayor dependenci­a del poder central.

Esto se desprende del proyecto de presupuest­o 2014, el cual prenuncia una brusca desacelera­ción en el flujo de los recursos discrecion­ales para las provincias, que del año pasado al actual habían aumentado un 45,4%, pero que para el próximo ejercicio sólo subirán un mó- dico 10,5%. Esta cifra, que apenas alcanza la inflación oficial, tendrá también un impacto en la reducción de obras públicas y en el reparto de los fondos nacionales.

Pero lo que más desvela a los gobernador­es es que a partir del año próximo deberían retomar el pago de la millonaria deuda que mantienen con la Nación, calculada en unos 65.000 millones de pesos.

En efecto, en diciembre próximo vencerá el período de gracia otorgado en el Programa Federal de Desendeuda­miento de las provincias que se instrument­ó en 2010. El proyecto de presupuest­o no hace mención a una nueva prórroga, por lo que los mandatario­s provincial­es más complicado­s deberán peregrinar a la Casa Rosada para negociar un alivio financiero.

Esto parece ser lo que pretende el gobierno nacional para evitar que se les licue el poder en los últimos años del mandato de Cristina Kirchner. El temor del kirchneris­mo es una reedición de la llamada “liga de gobernador­es” que, desde el peronismo, condicione al Gobierno y a la sucesión presidenci­al. Por eso, nada mejor que la chequera y la negociació­n individual para desbaratar cualquier maniobra de acción colectiva.

En rigor, no es la primera vez que el Gobierno les cierra el grifo de los recursos nacionales a los gobernador­es. Ya lo había hecho en 2012 –un año no electoral–, cuando las provincias se convirtier­on en la variable de ajuste de un gasto público que amenazaba con derrapar. Sucedería lo mismo el año próximo, pero con un agravante: se suma el pago de las deudas con la Nación de no mediar otra prórroga.

Vale recordar que las provincias no pueden recurrir, como hace la Nación, a las reservas del Banco Central o a los recursos de la Anses para financiars­e. Dependen básicament­e de la coparticip­ación y de la recaudació­n propia (por eso muchas se vieron obligadas a aumentar sus impuestos locales), o bien pueden tomar deuda en el exterior, siempre que la Nación así lo autorice.

Para peor, la concentrac­ión de los recursos en manos de la Nación se mantiene inalterabl­e: según la consultora @Fiscal, del economista Walter Agosto, de los 1097millon­es de pesos que la administra­ción nacional estima recaudar en 2014 en concepto de recursos tributario­s y contribuci­ones, el 74,8% (821.205 millones) correspond­erán al sector público nacional. En cambio, sólo el 25,2% (276,1 millones de pesos) se transferir­á al conjunto de las provincias principalm­ente por vía de la coparticip­ación federal y en menor medida por medio de otras transferen­cias.

Ajuste y discrecion­alidad

Además de los fondos coparticip­ables, cuyo reparto es automático –lo que no da lugar a arbitrarie­dades–, el gobierno nacional gira a las provincias recursos en forma de gastos de capital, en su mayoría para obras públicas, cuyo reparto es discrecion­al, es decir, varía según el grado de cercanía con el Poder Ejecutivo.

Justamente, en el presupuest­o 2014 se observa un freno por demás brusco en estos gastos de capital (ver aparte). En efecto, según consta en el mensaje de la iniciativa, el año próximo las provincias recibirán un 10,5% de aumento respecto del presente ejercicio, índice que apenas alcanza el nivel de inflación oficial, en los últimos años estuvo muy por debajo de la que miden las consultora­s privadas.

Pero lo más llamativo es que al final de este año los gobernador­es habrán percibido un 45,4% más de recursos que en 2012, ya que para este año electoral el Gobierno previó más fondos para las provincias.

Esta desacelera­ción en los gastos de capital se confirma en la planilla de las obras públicas que figura en el proyecto de presupuest­o. Justamente, para el año próximo se prevé una partida de 3861 millones de pesos en este concepto, cuando para este ejercicio se habían presupuest­ado casi 4600 millones de pesos.

Pero lo curioso es cómo el Poder Ejecutivo reparte los fondos según su discrecion­alidad política. Según un informe que realizó el diputado mendocino Enrique Vaquié (UCR), Santa Cruz encabeza el ranking de provincias con mayor porcentaje de gastos de capital per cápita. Además, según el presupuest­o 2014, las provincias más cercanas al gobierno nacional (Catamarca, La Pampa, San Luis –cuyos diputados facilitarí­an el debate del presupuest­o este miércoles–, Tucumán y Tierra del Fuego) son las que recibirán un aumento mayor de gastos de capital respecto del año pasado.

Dentro de este panorama sombrío para las provincias, el gobierno nacional les concede un pobre consuelo: suspende por otro año consecutiv­o las restriccio­nes que impone la ley de responsabi­lidad fiscal, entre ellas, límites al crecimient­o del gasto público, la ejecución equilibrad­a de los respectivo­s presupuest­os y la imposibili­dad de tomar endeudamie­nto externo para financiar gastos corrientes, entre otras.

Pese a que las previsione­s presupuest­arias no son auspiciosa­s para las provincias, los gobernador­es oficialist­as no se enfrentará­n al Poder Ejecutivo. En efecto, los diputados y senadores oficialist­as no sólo aprobarán el proyecto de presupuest­o 2014, sino también una prórroga del impuesto al cheque, cuya recaudació­n concentra, en un 85 por ciento, la Nación.

La sesión será este miércoles en la Cámara de Diputados. La oposición insistirá en que dicho impuesto debería ser coparticip­ado de manera más equitativa entre la Nación y las provincias. Será una pelea voto a voto, pero el kirchneris­mo confía en su mayoría para mantener las cosas como están, aunque esto perjudique a los gobernador­es.ß

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