LA NACION

Al-Shabbab, una milicia debilitada, pero violenta

A pesar de que perdió poder en Somalia, todavía es una amenaza

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NAIROBI (AFP).– Al-Shabbab, la milicia islamista somalí que ayer atacó un centro en Nairobi, en el que murieron 39 personas, ya había advertido varias veces que no iba a perdonar a los “infieles kenianos”.

Al-Shabbab, que significa “juventud” en árabe y está asociado a AlQaeda, lucha desde 2006 para instaurar un Estado islamista en Somalia y los “infieles kenianos” son sus enemigos desde 2011.

El 16 de octubre de ese año Kenia, en cooperació­n con el gobierno somalí, comenzó a operar militarmen­te en el sur del país para frenar a Al-Shabbab. La ofensiva se produjo después de que la milicia islamista perpetuara pequeños atentados en Nairobi y luego del secuestro de funcionari­os europeos.

La ofensiva militar de Kenia en territorio somalí, que en un principio se iba a limitar a alejar a la milicia AlShabbab de la frontera, se extendió por todo Somalia y logró debilitar a su enemigo.

La realidad para Al-Shabbab es que, a pesar de lo sangriento de sus ataques, se encuentra en su peor momento desde que conquistó Somalia tras la caída de la Unión de Tribunales Islámicos en 2006.

Los bombardeos de Kenia y las tropas de la Unión Africana (ugandeses y burundeses) empujaron a los jihadistas no sólo fuera de Mogadiscio, sino que les arrebataro­n sus dos bastiones de Merca y Kasmayo.

Al-Shabbab ocupa hoy apenas una franja de terreno desértico entre la región de baja Shabelle y la frontera con Kenia. Las bases piratas están destruidas o vigiladas, el tráfico de

–la droga local– está en manos de otros señores de la guerra y ya no controlan el lucrativo negocio de la gestión de residuos tóxicos.

Su única fuente de ingresos, al margen del dinero que le envía la matriz de Al-Qaeda, es la venta de carbón vegetal para cocinar a base de árboles quemados, que contribuye aún más a la desertizac­ión de esta zona del cuerno de África castigada con hambrunas.

De todos modos, según analistas, la milicia islamista continúa siendo una amenaza y son frecuentes los atentados en Mogadiscio, la capital de Somalia.

Además varios jihadistas extranjero­s viajan para unirse a sus filas, compuestas por unos 7000 hombres. También se cree que el gobierno de Eritrea le provee armas a Al-Shabbab. En el pasado, Eritrea apoyó y dio refugio a representa­ntes del gobierno somalí de la Unión de Cortes Islámicas, que en 2006 y 2007 se enfrentó a una invasión etíope apoyada por Estados Unidos y cuyo brazo armado es el origen de la milicia Al- Shabbab.

Los expertos coinciden en que aunque perdió el control de las principale­s ciudades, Al-Shabbab todavía mantiene cierto poder en las aldeas rurales, donde impuso la ley de la sharia.ß

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