Los sonidos del silencio

Una nena de doce años intenta suicidarse ahogándose en el lago que domina Paradise, la remota localidad neozelandesa en la que transcurre Top of the Lake, que, como ese espejo de agua, oculta mucho más de lo que revela, y es por eso tanto más perturbadora.

Al descubrirse que la joven Tui está embarazada, la policía local –sin ningún entusiasmo– notifica a la detective especializada en casos de abuso (Elisabeth Moss), quien está allí de vacaciones, acompañando a su madre enferma. Su investigación, que pronto la enfrenta con su propio pasado, la acerca al narcotraficante local (un feroz Peter Mullan, muy lejos de la dignidad sublime que ostenta en los films de Ken Loach) y a un grupo de mujeres en busca de iluminación que viven en containers a la vera del lago, siguiendo a una gurú de pocas palabras y aún menos pulgas (Holly Hunter).

Top of the Lake –candidata hoy a varios Emmy– es ostensiblemente un policial, pero uno en el que los crímenes se perpetúan desde tiempo inmemorial. Podría decirse que esta miniserie en seis capítulos es “una de género” en ambos sentidos del término: suspenso feminista. El ojo plástico de Campion y su capacidad para dotar al mutismo de las tres protagonistas (la niña Tui, la joven Robin, la madura GJ) de una cualidad aterradora suplen con creces el vértigo aquí ausente. De lo mejor de 2013.ß