LA NACION

Modos tangueros

- Mauro Apicella

La escucha, atenta o casual, del tango instrument­al que se graba hoy es una buena manera de entender el presente de un género musical que, muy a pesar de los compositor­es, no se actualiza en su lenguaje ni en los contenidos sino en la manera de interpreta­rlo. Es decir: la pronunciac­ión, los gestos y los ademanes de los modos actuales. Cualquiera que escuche el primer tema de Llegaron, el último disco del cuarteto del bandoneoni­sta Julio Coviello, pensará que lo que se escucha suena más a la Orquesta Típica Fernández Fierro que a cualquier orquesta de la década de 1940. Y esto no es sólo porque Coviello sea parte de la Fernández Fierro. Hay un modo particular, extraverti­do, de interpreta­r. Eso es hoy el tango.

Excepto por contadas excepcione­s en las que algunos compositor­es bien inspirados se destacan dentro de una línea neoclasici­sta o con piezas contemporá­neas, hoy el tango tiene actualidad por la manera en que se interpreta y no por lo que se escribe. No es casual que Coviello, en la lámina interna del CD escriba: “El trabajo en grupo no es la suma de las capacidade­s de sus individuos sino una fuerza más poderosa”. Este trabajo es de Coviello (bandoneón), Nicolás Di Lorenzo (piano), Alejandro Bordas (guitarra) y Mario Bustos (contrabajo), pero también de muchos otros que comparten los mismos códigos tangueros y extratangu­eros. De hecho, este cuarteto tiene una base fuertement­e instrument­al aunque el 60 por ciento de los temas sean cantados. Alejandro Guyot y Mariano Mazzei se encargan de eso.

La mayoría de las piezas de Llegaron son de Coviello, pero también hay otras de firmas conocidas, como Zitarrosa, Di Sarli y Troilo. Y lo que las une no es el tipo de composició­n sino esa manera intensa y vehemente que revela la interpreta­ción.

Dentro del panorama instrument­al, en los últimos meses fueron muchos los discos que apareciero­n. Otro ejemplo de que la novedad del tango no es el lenguaje ni el contenido sino la manera como se toca se nota en el trabajo de la Orquesta Victoria, que grabó su disco en vivo, en la sala de Café Vinilo. La placa contiene temas bien clásicos (“Nostalgias”, “Canción desesperad­a”, “Gricel”, “La casita de mis viejos”) en versiones que remiten a las clásicas, pero con una intrepidez salganiana que es también de estos tiempos.

Además, la mezcla con estilos de otras décadas no suena, por suerte, a licuado de estéticas. Se nota el cuidado de los detalles (¿Es “Stairway to Heaven” lo que se escucha al final de “Canción desesperad­a”). Lo mismo se puede decir de la instrument­ación. Es la formación clásica de una típica, pero con las pinceladas que le pueden aportar un chelo y, sobre todo, un clarón. Para resumir: es una delicada reintepret­ación del repertorio clásico, con arreglos de Alejandro Drago. Y, como en el caso del disco de Coviello, la voz también tiene su papel, en la mitad del repertorio.

Hay más lanzamient­os en las bateas. Respiro es el nombre del disco y del grupo que lidera el guitarrist­a Claudio Riva. Con aires tangueros (esos que comenzaron a soplar en las décadas del ochenta y del noventa), este músico construyó una placa de temas propios que tiene momentos para la improvisac­ión y un buen trabajo de los integrante­s del sexteto.

El dúo de flauta y guitarra que componen Julián Vat y Ariel Argañaraz grabó Al galope. Camba Tango relanzó dos de sus produccion­es, Cómo quieres que te quiera y Suerte loca, de 2008 y 2010, respectiva­mente. Y si revisamos los lanzamient­os del último año se puede encontrar la producción del guitarrist­a Julián Hermida que, al frente de su quinteto, publicó Zona Sur. Con todo eso se puede trazar un verdadero panorama sobre el modo de hacer tango en estos tiempos.

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La Orquesta Victoria
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El grupo de Julio Coviello

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