LA NACION

Medidas alternativ­as para no devaluar la moneda

Todas las variables económicas deben estar en sintonía con el tipo de cambio, advierte Walras

- Juan Carlos de Pablo

La Presidenta de la Nación acaba de ratificar una vez más su intención de no devaluar. Dado que el Banco Central modifica diariament­e el valor del dólar en el segmento oficial del mercado de cambios, la afirmación debe entenderse en el sentido de que Cristina Kirchner no planea disponer un salto en el tipo de cambio “blanco”. Claro que si lo estuviera pensando, no lo diría, pero aquí y ahora esta afirmación es creíble.

Para saber qué otras cosas debería disponer el Poder Ejecutivo, dada la referida definición cambiaria, entrevisté al francés Esprit Marie Leon Walras ( 1834- 1910), quien para progresar migró a Suiza, enseñando en Lausana entre 1870 y 1892, siendo sucedido por su discípulo, Vilfredo Pareto. Es considerad­o el pionero de la teoría del equilibrio general, la cual expuso en Elementos de economía política pura, publicado en 1874. En su momento fue ignorado (la obra fue traducida al inglés 80 años después de haber sido publicada, gracias a William Jaffé, quien también publicó su correspond­encia y papeles). Su personalid­ad solitaria, hipocondrí­aca y paranoide, probableme­nte contribuyó a esto. –¿ Cómo explicaría intuitivam­ente la idea central de la teoría del equilibrio general? –Que todo depende de todo, aunque no con la misma intensidad; de manera que no es posible “tocar” una porción del sistema económico, sin esperar repercusio­nes en el resto del sistema. No la descubrí yo, está clara en la Tabla económi

ca de François Quesnay. Mi aporte fue darle precisión. Tampoco la terminé; varias décadas después fue mejorada por Karl Gustav Cassel, Karl Schlesinge­r y Abraham Wald, y en cierto modo perfeccion­ada por Kenneth Joseph Arrow y Gerard Debreu. Gracias a los avances de la computació­n ahora se volvió operativa.

–Me interesa su idea del nume

raire. –En todo sistema económico hay que fijar arbitraria­mente el valor nominal de una variable. El valor nominal del resto de las variables se determinar­á en base al valor nominal de la primera y a las considerac­iones que determinan los precios relativos. Si fijo en $ 1 el precio de un caramelo y se necesita el triple de recursos para producir una gaseosa que un caramelo, el precio de la gaseosa será de $ 3. No se puede fijar arbitraria­mente el valor nominal de más de una variable, porque esto implica fijar el valor real de cada una de ellas en términos de la otra. –¿Cuál variable hay que elegir

como numeraire? –En principio, cualquiera. En terminolog­ía de Julio Hipólito Guillermo Olivera, si fijo la cantidad nominal de dinero, genero un modelo de dinero activo; si fijo el salario nominal, genero un modelo de dinero pasivo de patrón trabajo, y si fijo la tasa de interés, genero un modelo de dinero pasivo de patrón crédito. La decisión de la Presidenta de la Nación genera un modelo de dinero pasivo de patrón externo.

–¿Y entonces? –Que tiene que poner el valor nominal del resto de las variables, en sintonía con el valor nominal del tipo de cambio oficial. Me refiero a los salarios, a los precios internos de los bienes, a las tarifas públicas y a la emisión monetaria. Esto último, en la Argentina 2013, requerirá limitar los pedidos de fondos que la Tesorería le realiza al Banco Central.

–¿Y si no? –El actual gobierno castiga severament­e la “tablita cambiaria” aplicada entre 1979 y 1981, y la convertibi­lidad que rigiera entre 1991 y 2001. Pero dado que ambos esquemas de fijación del tipo de cambio nominal tuvieron que ser abandonado­s en sendas crisis, precisamen­te porque los gobiernos no fijaron el valor nominal del resto de las variables en sintonía con el tipo de cambio, a esta cuestión debería prestarle mucha importanci­a.

–¿Y si “esta vez fuera diferente”? –Es lo que, durante ocho siglos los funcionari­os les dijeron a sus críticos, antes de que se produjeran crisis económicas, según documentar­on Carmen María Reinhart y Kenneth Saúl Rogoff en un libro publicado en 2009. Insisto, mi consejo fraterno sería que a esta cuestión se le otorgara la mayor importanci­a.

–Don Leon, muchas gracias.

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