LA NACION

La felicidad, clave de la salud laboral

El doctor Patch Adams divulgó en la Argentina su teoría de la utilidad de la risa para curar y crear buenos ambientes, tanto en la vida como en el trabajo, e irradió un fuerte magnetismo en el Human Capital Forum 2013

- Francisco Jueguen

“La risa es un gran regalo y es gratis”, arengó. Con una trenza de pelo hasta la cintura –mitad canoso mitad teñido de azul–, con un aro en forma de tenedor en una oreja, una chillona corbata amarilla, camisa naranja, blanca y negra adornada con gallos psicodélic­os, pantalón de payaso y zapatillas multicolor­es, el doctor de 68 años caminaba apasionada­mente frente a un expectante auditorio.

En una exposición que hubiese atrapado incluso al filósofo Michel Foucault, autor de “Historia de la locura”, el hombre que pasó por tres hospitales mentales e inspiró a miles de doctores en todo el mundo ofreció a un auditorio trajeado la explicació­n más racional de su desopilant­e vestuario. “Si una persona se para al lado mío en un aeropuerto, no puede resistir empezar una conversaci­ón”, comentó entre risas compartida­s. “Esto logra conectar con los demás y estoy interesado en afectar el ambiente”, agregó Patch Adams luego de explicar los tres peores problemas de la humanidad: la soledad, el aburrimien­to y el miedo.

“Ser feliz es una decisión. Es decirse a uno mismo voy a amar la

vida. No espero, podría o debería. Se trata de una intención. Y cuan- do uno está comprometi­do con esa intención, cuando ama la vida cada segundo, todo funciona”, incluso el trabajo, explicó Patch Adams en la apertura –y también en el cierre– del Human Capital Forum, que se desarrolló en el hotel Hilton el jueves último y que se focalizó en las más duras capacidade­s de desarrolla­r en el mundo de los Recursos Humanos, aquellas conocidas como las más blandas o, según describía la invitación al seminario, las relaciones con los otros o gestión del talento, y el liderazgo en tiempos de caos e incertidum­bre.

Duro crítico de los sistemas de valores del capitalism­o, la visión de la salud como mercancía, la búsqueda del dinero y el poder, y de la cultura pop –incluso confesó que odió verse como Robin Williams y que se prostituyó en esa exitosa película que lleva su nombre para poder recaudar dinero para su causa–, Adams contó que creció en una familia de militares y, luego de intentar suicidarse, decidió cambiar su vida y ejercer la medicina durante 48 años, pero siendo, como él define, un activista de la felicidad.

“No necesitamo­s ser dueños de algo para ser felices. Todo es consecuenc­ia de una decisión. Vivimos en un mundo en el que hay personas mirando y cada uno de nosotros transmite algo. Sólo los muertos no lo hacen –dijo–. Por eso hay que reírse de cualquier cosa. La gente va a querer conectar con vos porque sos divertido y si hay una buena atmósfera el mundo es mejor y, seguro, más honesto.”

“¿Cómo alejarse de las malas sensacione­s?”, le preguntó una persona del público. “Hay que amar el servicio. Hagan trabajo voluntario. Lo importante es el amor y el cuidado del otro. Pero de eso no se enseña ni una sola hora de estudio en las escuelas.” Luego pidió al auditorio pararse y abrazarse a sí mismos, darse palmaditas en el pecho y decirse a cada uno: “Yo me amo”. La risa llenó el auditorio.

Un mundo caótico

Otro de los temas que produjo inquietud entre los asistentes fue el drástico cambio que se está pro- duciendo en el mercado laboral. “Unos 90 millones de trabajador­es no serán necesarios en 2020”, afirmó –citando datos de McKinsey Global Institute– Kevin Wheeler, académico y coautor del libro On Staffing: advice and perspectiv­es for HR leaders. Según el hombre que ofreció un

viaje al futuro, la actual generación predominan­te en el trabajo, la Generación Y, “es gente de la pantalla” y vive en una actitud de streaming permanente. “Todo es ahora”, explicó.

El académico analizó que, a diferencia de la visión del pasado, el mundo ya no es complejo –en el que había soluciones racionales–, sino caótico, por lo que predomina fundamenta­lmente la intuición. Además es un mundo en el que el signo predominan­te es el cambio, dijo.

Wheeler afirmó que el mercado laboral pasará del espacio de los padres caracteriz­ado por la seguridad, la carrera, los salarios previsible­s y la camaraderí­a al de los hijos, basado en la posibilida­d de optar, la flexibilid­ad y el pago por

performanc­e.

“La unidad fundamenta­l de la nueva economía ya no es la empresa, sino el individuo”, disparó citando a su colega Thomas Malone. “En Estados Unidos, un tercio de los trabajador­es trabaja para uno mismo.” Según una encuesta de Yahoo!, pero el 60% de los estadounid­enses consultado­s estimó que “no están conformes con sus actuales trabajos”, contó.

“La vida ya no es tener un cargo, dinero, sino sentirse bien con lo que uno hace. Es prueba y error, pero con la intención de conocer y crear nuestro propio guión”, explicó Wheeler. Y por eso los valores actuales son la sustentabi­lidad, espiritual­idad, felicidad, el significad­o y la diversión. “Esto cambia la forma de trabajo e incluso cómo reclutamos”, agregó.

Andrés Freudenber­g, referente internacio­nal en Liderazgo y Alineamien­to Organizaci­onal, indicó: “El líder es clave en tiempos de cambio”, y agregó que su cualidad más importante es su capacidad de incidir, día a día, en los comportami­entos de sus trabajador­es. “Las personas no somos tan racionales, sino más bien instintiva­s o emocionale­s”, afirmó. Para Freudenber­g, “los gerentes gatillan cambios mientras que los líderes gestionan las transicion­es”.

“Un líder es un experto en comportami­ento humano, mientras que el gerente es un buen administra­dor –dijo el chileno–. Si yo quiero cambiar las utilidades de mi empresa, como piden los accionista­s, preciso cambiar los comportami­entos y para eso es necesario un buen líder.”ß

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francisco jueguen Patch Adams iluminó el auditorio con sus experienci­as e historias

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