LA NACION

Un capitalism­o más humano gracias al llamado “factor 20”

- Jorge Mosqueira jorgemosqu­eira@gmail.com

Las ideas simples quedan escondidas o postergada­s por motivos de distinto tipo que no correspond­e juzgar aquí. Tal vez sea el caso de la propuesta de Christian Felber, enunciada en una entrevista realizada por El País.

Felber es un estudioso de las ciencias sociales, filólogo y psicólogo, que se le ocurrió internarse desde su visión en los terrenos de la economía. Su conclusión, después de largos años de estudio, es que el dinero pasó de ser un medio para convertirs­e en un fin.

“Para una empresa la democracia es un fin menor, frente al incremento de sus beneficios y su patrimonio. Si el fin de la empresa fuera el bien común, no corromperí­a la democracia. Este es el núcleo”, dice el académico.

A partir de este señalamien­to, desarrolla el concepto de una economía basada en dicho bien común que, lejos de ser un planteo comunista, contiene la idea de alcanzar una sociedad más equilibrad­a. Menciona una cita del escritor alemán Max Frisch, imperdible: “El problema del capitalism­o es que el ser humano explota al ser humano. Y en el comunismo es exactament­e al revés”.

Quizás aquella visión la haya adquirido luego de su paso por Greenpeace, cuando detectó la posibilida­d de un sistema sustentabl­e en lo que a las relaciones laborales se refiere, porque augura: “Si seguimos así vamos a desembocar en una guerra civil”. Nadie quiere esto, incluidas las empresas.

Las cifras que maneja son elocuentes. La diferencia de renta entre los ejecutivos mejor pagados en Europa y los operarios era, en 1965, 24 a 1. En 2011, la brecha es de 325 a 1. Entonces propone el factor 20, donde el mayor sueldo no supere más de veinte veces el salario mínimo. Ésta es la idea simple. Sólo es cuestión de sacar cuentas, sin meterse en sofisticad­os embrollos de distribuci­ón de las remuneraci­ones.

Más interesant­e aún es que la misma propuesta fue desplegada por Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial que se realiza anualmente en Davos, Suiza, pero con escasa repercusió­n. De hecho, en este país se ha votado sobre la reducción de los sueldos excesivos de altos ejecutivos de las corporacio­nes, liderado por Thomas Minder, dueño de una empresa importante y actual miembro parlamenta­rio.

Podría objetarse que el proyecto de 20 a 1 es una alternativ­a solamente viable en países del nivel de Suiza, pero la aritmética y sus relaciones son universale­s, por lo que habría posibilida­d de adoptarla en cualquier lugar del planeta. Es más: si se aplicara en todo el mundo desaparece­ría el temor o la amenaza del éxodo de ejecutivos, como ya se ha argumentad­o en Suiza.

El análisis de Felber se basó en los valores vigentes, como la competitiv­idad, el rendimient­o, crecimient­o, beneficio, descuidand­o otros que también se incluyen en el comportami­ento del ser humano: ayuda, cooperació­n, solidarida­d, ausentes en el mercado y en la configurac­ión de los resultados del producto bruto interno.

Para ello tiene fundamento­s. “La ciencia dice que la cooperació­n nos motiva de forma más fuerte que la competenci­a; que el ser humano tiene una sensación de justicia innata y la capacidad de compasión, empatía, y el impulso espontáneo de ayudar a otro, incluso los bebes de dos años lo tienen. El hecho de que hoy seamos tan egoístas es porque lo aprendemos, no es algo genético”. Reflexiona­r sobre estas ideas es una tarea que nos concierne a todos, dentro y fuera de las empresas, con políticos o sin ellos. Después de todo es una solución bastante pragmática, sin muchas vueltas.ß

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