LA NACION

Un Congreso eficiente, pero políticame­nte débil

- Javier Zelaznik —PARA LA NACIÓN— El autor es politólogo y profesor de la Universida­d Torcuato Di Tella

Durante los últimos 10 años, la relación entre el Poder Ejecutivo y el Legislativ­o ha dado lugar a distintos tipos de valoracion­es entre quienes critican la mayoría automática con la que el Frente para la Victoria (FPV) convirtió al Congreso en una “escibanía”, y quienes denuncian a la oposición por “poner palos en la rueda”. En verdad, la relación entre el Ejecutivo y el Congreso atravesó diferentes etapas, aunque durante la mayor parte del tiempo hubo un predominio del Gobierno, sobre la base de alianzas con fuerzas afines al kirchneris­mo antes que el mero apoyo del FPV, que se ha mostrado más eficaz con el paso del tiempo para llevar adelante su agenda política.

Durante las presidenci­as de Kirchner y Fernández de Kirchner el FPV contó con amplios contingent­es en ambas cámaras. En el Senado tuvo mayoría hasta 2009, conservand­o a partir de entonces un piso del 44% de las bancas que le permitió articular coalicione­s mayoritari­as aún tras la derrota electoral de 2009. En Diputados, durante la mayor parte del período el FPV osciló entre el 41% y el 51% de las bancas. Aunque no siempre contó con una mayoría propia, el apoyo de partidos de centroizqu­ierda, provincial­es y bloques unipersona­les le permitió construir o consolidar mayorías a favor del Gobierno. Sólo durante el bienio 2009-2011, contando el FPV con apenas el 33% de las bancas, el control de la mayoría en Diputados pasó a manos de una heterogéne­a coalición opositora.

La fortaleza legislativ­a del FPV también se vio deteriorad­a por problemas internos. Durante 2005, el conflicto entre kirchneris­mo y duhaldismo perturbó seriamente el funcionami­ento de la Cámara de Diputados y la llevó a una virtual parálisis. Asimismo, una serie de defeccione­s durante la segunda mitad de 2008 y la primera de 2009 redujeron progresiva­mente el contingent­e del FPV, aunque en ese caso conservó la capacidad de controlar la mayoría legislativ­a con la ayuda de sus aliados.

¿Cuán eficiente ha sido esa base de apoyo legislativ­o? Desde el punto de vista del Gobierno, la capacidad legislativ­a ha sido muy alta: el Congreso sancionó el 69% de todos los proyectos de ley presentado­s por el Poder Ejecutivo, y si el foco se pone sobre un conjunto más pequeño de proyectos que conforman la agenda socioeconó­mica (política impositiva, previsiona­l, laboral, educativa, económica, presupuest­o y empresas estatales), la tasa de aprobación de los proyectos del Ejecutivo sube al 88%, es decir, el Congreso sancionó casi 9 de cada 10 proyectos. Para dimensiona­r estos números téngase en cuenta que durante los 10 años de gobierno de Carlos Menem, que suele ser considerad­o un presidente exitoso en el Congreso, se sancionó el 57% de todos sus proyectos y sólo el 53% de los proyectos de su agenda socioeconó­mica. Ese contraste también puede observarse respecto de la duración del trámite legislativ­o: en el gobierno de Menem la sanción de los proyectos de su agenda insumió algo más de 7 meses en promedio, mientras que durante la década kirchneris­ta la duración promedio fue inferior a los 4 meses, y bajó a un mes durante la segunda presidenci­a de Cristina Kirchner.

A pesar de la fortaleza y eficacia de los apoyos del FPV durante la mayor parte del período, el kirchneris­mo no ha podido desarrolla­r una base de poder autónomo de las estructura­s del PJ. Más allá de la escenifica­ción de la centraliza­ción presidenci­al en la designació­n de candidatur­as de diputados, en la mayoría de las provincias son los liderazgos locales los que las definen. De allí que, paradójica­mente, gran parte de lo que se estructuró como la base de apoyo fiel durante la última década parezca disponible para liderazgos peronistas alternativ­os a los del kirchneris­mo.

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