LA NACION

Newport, legado de la aristocrac­ia de EE.UU.

- Por daniela Kutyn

Hicimos pie en la ciudad de Newport, Rhode Island, como punto de entrada a un recorrido más amplio que nos llevaría a descubrir Cape Cod. Al cruzar por el histórico Pell Bridge, la recepción es fantástica, una postal náutica que deja también entrever diferentes eslabones de la historia americana que se van entrelazan­do y permiten hilvanar siglo a siglo particular­idades del legado histórico y social de Estados Unidos. Newport es mucho más que puerto y playa; ofrece alternativ­as para todos sus visitantes: los amantes de la náutica, los sibaritas de frutos de mar, los interesado­s en los desafíos militares de la independen­cia al visitar Fort Adams. Pero su regalo más preciado es para los admiradore­s de la grandilocu­encia arquitectó­nica de Estados Unidos al albergar un conjunto de imponentes mansiones de la aristocrac­ia norteameri­cana construida­s a fines del siglo XIX y principios del XX. Tuvimos la suerte de poder recorrerla­s en un par de días y combinar diferentes alternativ­as de paseos. Se puede tomar el recorrido autoguiado denominado Cliff Walk e ir costeando el mar caminando y saboreando las vistas de las mansiones, o bien alquilar una bicicleta y pedalear por la frondosa Bellevue Avenue e ir ingresando a cada mansión, descubrir sus jardines y también recorrer sus interiores con audio tours, excelentem­ente diagramado­s. Una a una se suceden casas y sus respectiva­s historias familiares; la de los Vanderbilt, de los Berwind, los Wetmore, todas trayectori­as de hombres y mujeres poderosos cuyas fortunas se ven reflejadas en el lujo interior y el diseño exterior de sus palacios. Imperdible es The Breakers, cuyo emplazamie­nto es monumental y con una vista única e interminab­le al océano Atlántico. Su arquitectu­ra se inspira en el renacimien­to italiano, mientras que Marble House sigue los lineamient­os arquitectó­nicos del Petit Trianon del Palacio de Versalles. Y así podríamos nombrar a Rosecliff, Chateau sur Mer, The Elms, Kingscote: todas guardan dentro de sí anécdotas y momentos de glo- ria de las familias tradiciona­les de Estados Unidos. Sólo hay que elegir cuáles visitar y aprovechar los atardecere­s, con sus magníficas puestas de sol. Así es como las siluetas de cada una de las mansiones van definiendo la identidad de Newport, cuyo encanto y distinción seducen año a año a sus históricos habitués y subyugan también a sus transitori­os visitantes, que como nosotros se encuentran ansiosos por volver.ß

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