Newport, legado de la aristocracia de EE.UU.
Hicimos pie en la ciudad de Newport, Rhode Island, como punto de entrada a un recorrido más amplio que nos llevaría a descubrir Cape Cod. Al cruzar por el histórico Pell Bridge, la recepción es fantástica, una postal náutica que deja también entrever diferentes eslabones de la historia americana que se van entrelazando y permiten hilvanar siglo a siglo particularidades del legado histórico y social de Estados Unidos. Newport es mucho más que puerto y playa; ofrece alternativas para todos sus visitantes: los amantes de la náutica, los sibaritas de frutos de mar, los interesados en los desafíos militares de la independencia al visitar Fort Adams. Pero su regalo más preciado es para los admiradores de la grandilocuencia arquitectónica de Estados Unidos al albergar un conjunto de imponentes mansiones de la aristocracia norteamericana construidas a fines del siglo XIX y principios del XX. Tuvimos la suerte de poder recorrerlas en un par de días y combinar diferentes alternativas de paseos. Se puede tomar el recorrido autoguiado denominado Cliff Walk e ir costeando el mar caminando y saboreando las vistas de las mansiones, o bien alquilar una bicicleta y pedalear por la frondosa Bellevue Avenue e ir ingresando a cada mansión, descubrir sus jardines y también recorrer sus interiores con audio tours, excelentemente diagramados. Una a una se suceden casas y sus respectivas historias familiares; la de los Vanderbilt, de los Berwind, los Wetmore, todas trayectorias de hombres y mujeres poderosos cuyas fortunas se ven reflejadas en el lujo interior y el diseño exterior de sus palacios. Imperdible es The Breakers, cuyo emplazamiento es monumental y con una vista única e interminable al océano Atlántico. Su arquitectura se inspira en el renacimiento italiano, mientras que Marble House sigue los lineamientos arquitectónicos del Petit Trianon del Palacio de Versalles. Y así podríamos nombrar a Rosecliff, Chateau sur Mer, The Elms, Kingscote: todas guardan dentro de sí anécdotas y momentos de glo- ria de las familias tradicionales de Estados Unidos. Sólo hay que elegir cuáles visitar y aprovechar los atardeceres, con sus magníficas puestas de sol. Así es como las siluetas de cada una de las mansiones van definiendo la identidad de Newport, cuyo encanto y distinción seducen año a año a sus históricos habitués y subyugan también a sus transitorios visitantes, que como nosotros se encuentran ansiosos por volver.ß