El árbol de las ideas.
Mapas mentales para encontrar la inspiración
¿Por qué estos esquemas gráficos fomentan nuestro costado más creativo y ayudan a lograr soluciones?
Una de las pruebas más prodigiosas de memoria que se hayan registrado en el siglo pasado ocurrió el 25 de enero de 1947 en San Pablo, Brasil, cuando el ajedrecista argentino de origen polaco Miguel Najdorf estableció el récord mundial de simultáneas a ciegas, ante 45 contrincantes. Najdorf jugó 20 horas seguidas, con los ojos vendados, mostrando una habilidad –la de retener miles de posiciones en su cerebro– que muy pocos grandes maestros del ajedrez pueden lograr. Cuenta la leyenda que Najdorf comenzó a realizar estas proezas durante la Segunda Guerra, con la esperanza de que sus familiares en la Polonia ocupada por los nazis, con quienes había perdido contacto, tuvieran noticias suyas a través de algún diario.
En su libro Game-storming, el especialista en pensamiento visual David Gray usa la metáfora de las partidas simultáneas a ciegas para poner en evidencia, de manera muy gráfica (valga la redundancia), la utilidad de los “mapas mentales”: una herramienta desarrollada en la década del 60, pero que explotó en forma reciente gracias al surgimiento de aplicaciones y programas que facilitan su uso. Los mapas mentales son esquemas gráficos que representan un problema o proyecto complejo, fomentan la creatividad, ayudan a establecer mejores conexiones (gracias al hecho de tener el “tablero de ajedrez” enfrente y no estar todo el tiempo jugando de memoria), a focalizar y a lograr soluciones.
Un ejemplo ya clásico de uso de mapas mentales se dio tras el atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001. En las semanas siguientes, la compañía de servicios Con Edison debió coordinar el restablecimiento de la luz y el agua en una zona devastada. La tarea era ciclópea: había que tener en cuenta los intereses de los propietarios, del gobierno, de las organizaciones que buscaban preservar la memoria por las víctimas y de los proveedores de infraestructura de Manhattan, entre otros. El mapa mental con estas múltiples interconexiones que diseñó David Hill fue clave para la reconstrucción del área, a tal punto que el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York terminó comprándolo por su “inestimable valor histórico”.
“Los mapas mentales me resultaron fundamentales cuando preparaba mi tesis de grado, en 2006”, cuenta Matías Kalwill, director de Bike-storming, una iniciativa que busca promover el uso de bicicletas en todo el planeta a través de aplicaciones, redes sociales y otros formatos de tecnología. “Me volqué al uso de herramientas gráficas y de escritura sin bordes ni renglones. Para mí los mind-maps son eso: espacios infinitos donde el único límite creativo es tu capacidad de expresión”, agrega.
La técnica fue creada hace más de 50 años por el especialista inglés en educación Anthony Buzan. Su objetivo inicial fue utilizarla como método de estudio y para tomar notas. Luego se comenzó a aprovechar para estimular la creatividad. “Es una alternativa para la etapa previa a la generación de ideas”, plantea el especialista en creatividad y profesor de la UBA Eduardo Kastika, y da una serie de recomendaciones al respecto.
Tiempo y materiales: Definir un proyecto (escribir un libro, encarar un nuevo mercado, lo que sea), e invertir entre 15 y 20 minutos en un mapa mental. Comprar hojas blancas lisas, grandes y rugosas, como las que se usan para dibujar y vienen en bloc.
Clave: Colocar en el centro de la hoja un dibujo, una palabra o un símbolo que represente el desafío o problema. Trabajar en anillos a su alrededor con asociaciones libres, con libertad y sin seguir un orden preestablecido.
Estímulos: Cuando se completó la hoja, es el momento de explorarla, de buscar asociaciones interesantes, de detectar conexiones ocultas y de resaltar palabras que se repitan.
Juego: Vale la pena, dice Kastika, trabajar sobre el mapa mental unos minutos más. “Agregue palabras, coloree, pinte, dibuje, transfórmelo en una miniobra de arte. Hágalo relajadamente, con música y ambientación placentera”, sugiere.
En el trabajo en equipo, esta herramienta visual contribuye a crear consenso, a bajar la ansiedad y a simplificar desafíos que parecen abrumadores. “Las visualizaciones tienen hasta seis veces más recordación que las palabras escuchadas”, explica Celeste Olivieri, una diseñadora de experiencia de usuario que trabaja en Mural. ly, una empresa que desarrolló una plataforma para trabajo creativo en equipo, y que permite realizar mapas mentales entre otros esquemas. “Para grupos que colaboran desde distintos países, es fundamental tener una alternativa intuitiva que replique lo mejor posible el trabajo en un pizarrón y que agregue funcionalidades multimedia”, cuenta Patricio Jutard, también de Mural.ly, en sus oficinas de Palermo Viejo. Entre los programas más usados para recorrer este camino están Mindjet, XMind o Mindomo.
Franco Masucci se mudó con su familia a Francia cuando tenía 10 años, en 1998. Llegó en la mitad del año escolar y tuvo que integrarse a una escuela pública sin hablar ni leer en francés. “La única manera de aprender de manera rápida y eficaz fue a través de mapas mentales, técnica que mi mamá, que es pedagoga, me enseñó”, dice Masucci a la nacion. Con el correr de los años hizo todos sus estudios con este método, y en 2007 fundó Signos, junto a su madre y a otro socio, una firma que da soluciones de cartografía mental a empresas, para gestión de la información, ideas y conocimientos.
“El mapa mental es una representación gráfica de la información que se presenta de manera irradiante y de forma arborescente”, explica Masucci. Los defensores de esta estrategia destacan que este esquema resulta más intuitivo que una simple lista porque replica mejor la forma en la que funciona nuestro cerebro: con ideas y conceptos que “cuelgan” unos de otros, y no tanto en forma lineal.
Los fanáticos de los mapas mentales pueden apelar a este recurso para “diseñar” experiencias no sólo de trabajo, sino también de vida cotidiana.
En su libro Confianza creativa, David Kelley, uno de los fundadores de IDEO, cuenta cómo recurre a mapas mentales para organizar cenas con amigos en su casa (desde el centro “cuelgan” conjuntos que tratan aspectos como la comida, la música o la diversión para los hijos de los matrimonios invitados). Y los realizan en los lugares menos pensados. “¿Un truco? La ventana de tu casa puede ser la mejor pizarra del mundo. Cualquier vidrio sirve para dibujar con marcadores –dice Kalwill–. Dibujar sobre la ventana, con el exterior de fondo, tiene un efecto mágico. Como Leon-O, de los Thundercats, con la espada del augurio, te deja ver más allá de lo evidente. Y de eso se trata crear, ¿no?”