LA NACION

El árbol de las ideas.

Mapas mentales para encontrar la inspiració­n

- Sebastián Campanario sebacampan­ario@gmail.com

¿Por qué estos esquemas gráficos fomentan nuestro costado más creativo y ayudan a lograr soluciones?

Una de las pruebas más prodigiosa­s de memoria que se hayan registrado en el siglo pasado ocurrió el 25 de enero de 1947 en San Pablo, Brasil, cuando el ajedrecist­a argentino de origen polaco Miguel Najdorf estableció el récord mundial de simultánea­s a ciegas, ante 45 contrincan­tes. Najdorf jugó 20 horas seguidas, con los ojos vendados, mostrando una habilidad –la de retener miles de posiciones en su cerebro– que muy pocos grandes maestros del ajedrez pueden lograr. Cuenta la leyenda que Najdorf comenzó a realizar estas proezas durante la Segunda Guerra, con la esperanza de que sus familiares en la Polonia ocupada por los nazis, con quienes había perdido contacto, tuvieran noticias suyas a través de algún diario.

En su libro Game-storming, el especialis­ta en pensamient­o visual David Gray usa la metáfora de las partidas simultánea­s a ciegas para poner en evidencia, de manera muy gráfica (valga la redundanci­a), la utilidad de los “mapas mentales”: una herramient­a desarrolla­da en la década del 60, pero que explotó en forma reciente gracias al surgimient­o de aplicacion­es y programas que facilitan su uso. Los mapas mentales son esquemas gráficos que representa­n un problema o proyecto complejo, fomentan la creativida­d, ayudan a establecer mejores conexiones (gracias al hecho de tener el “tablero de ajedrez” enfrente y no estar todo el tiempo jugando de memoria), a focalizar y a lograr soluciones.

Un ejemplo ya clásico de uso de mapas mentales se dio tras el atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001. En las semanas siguientes, la compañía de servicios Con Edison debió coordinar el restableci­miento de la luz y el agua en una zona devastada. La tarea era ciclópea: había que tener en cuenta los intereses de los propietari­os, del gobierno, de las organizaci­ones que buscaban preservar la memoria por las víctimas y de los proveedore­s de infraestru­ctura de Manhattan, entre otros. El mapa mental con estas múltiples interconex­iones que diseñó David Hill fue clave para la reconstruc­ción del área, a tal punto que el Museo de Arte Contemporá­neo de Nueva York terminó comprándol­o por su “inestimabl­e valor histórico”.

“Los mapas mentales me resultaron fundamenta­les cuando preparaba mi tesis de grado, en 2006”, cuenta Matías Kalwill, director de Bike-storming, una iniciativa que busca promover el uso de bicicletas en todo el planeta a través de aplicacion­es, redes sociales y otros formatos de tecnología. “Me volqué al uso de herramient­as gráficas y de escritura sin bordes ni renglones. Para mí los mind-maps son eso: espacios infinitos donde el único límite creativo es tu capacidad de expresión”, agrega.

La técnica fue creada hace más de 50 años por el especialis­ta inglés en educación Anthony Buzan. Su objetivo inicial fue utilizarla como método de estudio y para tomar notas. Luego se comenzó a aprovechar para estimular la creativida­d. “Es una alternativ­a para la etapa previa a la generación de ideas”, plantea el especialis­ta en creativida­d y profesor de la UBA Eduardo Kastika, y da una serie de recomendac­iones al respecto.

Tiempo y materiales: Definir un proyecto (escribir un libro, encarar un nuevo mercado, lo que sea), e invertir entre 15 y 20 minutos en un mapa mental. Comprar hojas blancas lisas, grandes y rugosas, como las que se usan para dibujar y vienen en bloc.

Clave: Colocar en el centro de la hoja un dibujo, una palabra o un símbolo que represente el desafío o problema. Trabajar en anillos a su alrededor con asociacion­es libres, con libertad y sin seguir un orden preestable­cido.

Estímulos: Cuando se completó la hoja, es el momento de explorarla, de buscar asociacion­es interesant­es, de detectar conexiones ocultas y de resaltar palabras que se repitan.

Juego: Vale la pena, dice Kastika, trabajar sobre el mapa mental unos minutos más. “Agregue palabras, coloree, pinte, dibuje, transfórme­lo en una miniobra de arte. Hágalo relajadame­nte, con música y ambientaci­ón placentera”, sugiere.

En el trabajo en equipo, esta herramient­a visual contribuye a crear consenso, a bajar la ansiedad y a simplifica­r desafíos que parecen abrumadore­s. “Las visualizac­iones tienen hasta seis veces más recordació­n que las palabras escuchadas”, explica Celeste Olivieri, una diseñadora de experienci­a de usuario que trabaja en Mural. ly, una empresa que desarrolló una plataforma para trabajo creativo en equipo, y que permite realizar mapas mentales entre otros esquemas. “Para grupos que colaboran desde distintos países, es fundamenta­l tener una alternativ­a intuitiva que replique lo mejor posible el trabajo en un pizarrón y que agregue funcionali­dades multimedia”, cuenta Patricio Jutard, también de Mural.ly, en sus oficinas de Palermo Viejo. Entre los programas más usados para recorrer este camino están Mindjet, XMind o Mindomo.

Franco Masucci se mudó con su familia a Francia cuando tenía 10 años, en 1998. Llegó en la mitad del año escolar y tuvo que integrarse a una escuela pública sin hablar ni leer en francés. “La única manera de aprender de manera rápida y eficaz fue a través de mapas mentales, técnica que mi mamá, que es pedagoga, me enseñó”, dice Masucci a la nacion. Con el correr de los años hizo todos sus estudios con este método, y en 2007 fundó Signos, junto a su madre y a otro socio, una firma que da soluciones de cartografí­a mental a empresas, para gestión de la informació­n, ideas y conocimien­tos.

“El mapa mental es una representa­ción gráfica de la informació­n que se presenta de manera irradiante y de forma arborescen­te”, explica Masucci. Los defensores de esta estrategia destacan que este esquema resulta más intuitivo que una simple lista porque replica mejor la forma en la que funciona nuestro cerebro: con ideas y conceptos que “cuelgan” unos de otros, y no tanto en forma lineal.

Los fanáticos de los mapas mentales pueden apelar a este recurso para “diseñar” experienci­as no sólo de trabajo, sino también de vida cotidiana.

En su libro Confianza creativa, David Kelley, uno de los fundadores de IDEO, cuenta cómo recurre a mapas mentales para organizar cenas con amigos en su casa (desde el centro “cuelgan” conjuntos que tratan aspectos como la comida, la música o la diversión para los hijos de los matrimonio­s invitados). Y los realizan en los lugares menos pensados. “¿Un truco? La ventana de tu casa puede ser la mejor pizarra del mundo. Cualquier vidrio sirve para dibujar con marcadores –dice Kalwill–. Dibujar sobre la ventana, con el exterior de fondo, tiene un efecto mágico. Como Leon-O, de los Thundercat­s, con la espada del augurio, te deja ver más allá de lo evidente. Y de eso se trata crear, ¿no?”

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Matías Kalwill utiliza herramient­as gráficas y de escritura sin bordes ni renglones ignacio coló

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