LA NACION

Incógnitas de una auténtica peripecia

- Carlos Pagni —LA NACION—

Cristina Kirchner agregó ayer confusión a su estrategia para resolver el problema de la deuda con los holdo

uts. Diez días atrás, Axel Kicillof había comunicado que no pagaría los títulos reestructu­rados bajo ley de Nueva York porque, de hacerlo, estaría obligado a cumplir con la demanda de los tenedores de bonos impagos. Es decir: anunció que, obligado por la cláusula

pari passu de la sentencia de Thomas Griesa, que impide reconocer a unos sin hacerlo con los otros, dejaría caer en default los compromiso­s de los canjes de 2005 y 2010. La razón que dio en ese momento fue que la Cámara de Apelacione­s neoyorquin­a había levantado la medida cautelar ( stay), que ponía en suspenso la cláusula

pari passu. Conclusión: con tal de no desobedece­r la sentencia de Griesa, el Gobierno no pagaría los bonos que él mismo había emitido.

Ayer el Ministerio de Economía hizo lo contrario. Depositó US$ 539 millones en las cuentas que el Bank of New York Mellon (NoNY) tiene en el Banco Central. Es decir, no sólo pagó lo que no iba a pagar, sino que, con el pretexto de un feriado administra­tivo, lo hizo antes de tiempo. En cambio, no giró fondo alguno hacia los holdo

uts. Conclusión: con tal de cumplir con el vencimient­o de los bonos que él mismo había emitido, el Gobierno desacató la sentencia de Griesa.

Las consecuenc­ias de esta decisión todavía son inciertas. Sobre todo antes de la audiencia que Griesa convocó para hoy a las 11.30 en su juzgado. Una de las interpreta­ciones que ayer hacían actores financiero­s y jurídicos es que el BoNY no podrá girar los fondos depositado­s, porque está alcanzado por la jurisdicci­ón neoyorquin­a. Debería, entonces, cumplir con el mandato del magistrado: si no se les paga a los holdouts, tampoco se le debe pagar a cualquier otro bonista cuyo contrato esté sometido a la ley neoyorquin­a.

Según esta lectura, la Presidenta se habría replegado hacia su discurso originario: “Yo cumplí con mi compromiso. Deposité. Si ocurre un default, no fue por culpa mía. Lo habrá producido el juez”. Ayer sintetizó esa posición con el tuit “Argentina paga”. Desde el punto de vista técnico, es un argumento inconsiste­nte: ella sabe que la cláusula pari passu desencaden­a la cesación de pagos. Sólo que, si esa cesación no la decide ella, puede alegar que el dinero no llegó porque el mundo está mal armado.

Los últimos movimiento­s del kirchneris­mo pretenden fortalecer esta teoría. Por ejemplo, la tardía colecta de adhesiones extranjera­s a la tesis oficial, la presentaci­ón de Kicillof en Naciones Unidas, y, sobre todo, el comunicado que el ministro emitió ayer. En esa declaració­n se responsabi­lizó “a los Estados Unidos” por las consecuenc­ias prácticas de las disposicio­nes de Griesa. Una proyección global de la manipulaci­ón que el Poder Ejecutivo suele ejercer sobre la Justicia aquí. Como si Griesa fuera Oyarbide.

Esta interpreta­ción de la decisión oficial ayer no era unánime. Algunos analistas suponían que Griesa podría tomar los fondos correspond­ientes a los bonistas reestructu­rados bajo ley norteameri­cana y destinarlo­s a los holdouts.

Otra curiosidad: ayer el dinero no fue girado al exterior, sino depositado en el Banco Central. ¿También el Gobierno teme que Griesa ordene dar a los holdouts parte de esos fondos? ¿Habrá una orden de la Casa Rosada a Juan Carlos Fábrega para que no realice una eventual transferen­cia? ¿Comenzó un cambio de jurisdicci­ón que no osa decir su nombre?

Para muchos especialis­tas, Griesa no puede embargar los fondos depositado­s por el Gobierno en el BoNY. Sólo puede inmoviliza­rlos. De lo contrario, sostienen, el banco debería recurrir a la justicia norteameri­cana porque se lo estaría obligando a traicionar el mandato que rige su creación: pagar sólo a los tenedores de títulos reestructu­rados. Si se excediera de esa finalidad, sería demandado por el gobierno argentino y por los bonistas destinatar­ios del dinero.

Quienes creen que, así y todo, Griesa puede embargar esas cuentas, sospechan que la Presidenta habría lanzado una operación inconfesab­le. Estaría realizando, “obligada”, un pago cash de buena voluntad a los holdouts, en el marco de una negociació­n secreta que seguirá en las próximas semanas. Ese pago facilitarí­a el restableci­miento del stay que, a la vez, protegería la transacció­n ante el peligro de que, el 31 de julio, se consolide el default. Una vez que se cierre el acuerdo, Kicillof repondría los fondos a los bonistas reestructu­rados.

Muchos financista­s celebraban ayer esta hoja de ruta que, desde el punto de vista político, sería escandalos­a. Los vituperado­s “buitres” serían los únicos miembros de un club al que no ingresaron los bonistas del canje, los demandante­s en el Ciadi, Repsol o el Club de París: el de los acreedores que reciben un pago en efectivo.

Los que calculan un embargo de Griesa ayer se preguntaba­n: ¿por qué Kicillof no depositó sólo los fondos destinados a otras jurisdicci­ones? Es verdad, en ese caso habría sido el Gobierno el que defaulteó con los bonistas del canje. Pero se habría evitado entrar en rebeldía con el tribunal. Además, de un modo u otro, el default es inexorable, salvo que se pague a los holdouts.

Ésa es la perspectiv­a más sombría de una escena que aun especialis­tas muy sagaces no consiguen comprender: el país se encaminarí­a hacia un mayor aislamient­o financiero, porque al mismo tiempo desacató a la Justicia a la que se había sometido y entró en una cesación de pagos generaliza­da.

Las señales de falta de profesiona­lismo se multiplica­n. El comunicado de ayer estaba plagado de desacierto­s conceptual­es y de errores gramatical­es, lo que lleva a pensar que el Gobierno resolvió prescindir de abogados competente­s. Si ése es el horizonte, Cristina Kirchner puso proa hacia el corazón de la tormenta.

Varias incógnitas de esta peripecia tal vez se aclaren en las próximas horas. En una audiencia celebrada en diciembre pasado, los representa­ntes del BoNY preguntaro­n a Griesa qué debían hacer si la Argentina les entregaba los recursos que se reparten entre los bonistas. “Consultarm­e a mí”, contestó el juez. Es lo que debería suceder esta mañana. ß

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina