LA NACION

La epidemia del “picoteo”

Siete de cada diez personas quieren comer entre horas.

- Fabiola Czubaj LA NACION

En un nuevo relevamien­to de los hábitos alimentari­os, siete de cada 10 jóvenes y adultos reconocen que sienten esa súbita tentación de saborear algo dulce o salado entre las comidas y que eso pone en riesgo la línea o, directamen­te, demora toda chance de recuperarl­a. Es más: la incluyen entre los principale­s motivos de aumento de peso.

Y, cuando aparece, la mitad opta por engañarlo con mate, café o té. El resto prefiere algo más sólido, según indica la encuesta de TNS Argentina a una muestra representa­tiva de la población de 18 años o más. “Es importante diferencia­r entre picoteo y colación”, advierte la doctora Rosa Labanca, directora del Centro de Asistencia, Docencia e Investigac­ión de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentari­os (Saota).

“Mientras que la colación es una comida programada que tiene un fin determinad­o –aclara–, el picoteo es una comida desordenad­a, que generalmen­te ayuda a engordar. Esto es fundamenta­l porque las estadístic­as nos muestran que las personas que bajaron de peso recuperan el peso anterior o, incluso, lo superan al cabo de 5 años.”

Esta conducta no es exclusiva de un solo grupo. “Se da en personas con peso normal, así como, y particular­mente, en aquellas con sobrepeso, adultos y niños, de ambos sexos”, precisa la nutricioni­sta Viviana Viviant, que dirige el sitio online Nutrición y Vida Sana.

Hay situacione­s que potencian su aparición. Para los jóvenes, son las horas de estudio y los exámenes. Los hombres sienten más deseos de comer “algo rico” al volver del trabajo y los mayores de 65 y las mujeres, mientras miran TV. Otros disparador­es son el estrés sostenido de esta época, el aburrimien­to, la sensación de frustració­n, el enojo y la soledad, coincidier­on ambas especialis­tas, que no participar­on de la encuesta encargada por Elea, que comerciali­za productos para adelgazar.

“Los alimentos a los que recurrimos combinan muchas calorías y un alto grado de placer, ya sea por su sabor, su textura o su apariencia. Eso activa vías de recompensa que se independiz­an de la necesidad nutriciona­l e inducen el consumo excesivo”, explica Labanca. Aclara que esta forma desorganiz­ada de comer aporta hasta el 30% de las calorías diarias y que el 44% de lo que elegimos para comer son snacks dulces y salados.

Viviant recomendó organizar mejor los horarios de las cuatro comidas principale­s y programar una colación a media mañana y otra a media tarde. “De acuerdo con el lugar donde se esté”, pueden ser: una fruta (fresca, deshidrata­da o en ensalada), gelatina con o sin frutas, un yogur (descremado, solo, con fruta o cereal), semillas de girasol, maní tostado para pelar, un postre bajas calorías, un rollito de jamón y queso, pickles, una porción de queso magro y pan integral o un huevo duro. Siempre, con un líquido sin calorías. “Los que se beben calientes y los que contienen gas dan más saciedad. Se recomienda incluir 2,5 l diarios.”ß

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