Desde el encierro
En Elmundodeafuera, novela que ganó el Premio Alfaguara, Jorge Franco recrea un hecho de la historia colombiana reciente
En 1971 Diego Echavarría Misas es secuestrado en las inmediaciones de su residencia “El Castillo” en el barrio El Poblado de Medellín. A partir de este hecho que marcó la historia colombiana, Jorge Franco reconstruye ficcionalmente en El mundo de afue
ra los días de cautiverio de Don Diego y escenas de su vida previa. Franco traza con habilidad la historia principal, interrumpida por flashbacks de la biografía de Don Diego. El manejo de la tensión es impecable. No sólo por este modo de narrar la temporalidad, sino también por el pasaje de un género a otro con soltura. El relato alterna entre la crueldad del encierro con datos precisos y detallistas, y, paralelamente, la creación de un mundo maravilloso alrededor de Isolda, la hija del protagonista.
Isolda, llamada así por la ópera de Wagner, es una niña muy especial. Todos los días escapa de sus maestros en el castillo, para internarse en el bosque a jugar con los pájaros y los conejos. “En el bosque, el pelo de Isolda se va transformando en una espiral que crece a medida que los almirajes le trenzan los cadejos. Y se lo adornan con dragonarias y pensamientos morados, amarillos y blancos.” La narración se convierte en un cuento de hadas. Pero inmediatamente después, el narrador decide focalizarse en el jefe de los secuestradores, “el Mono”, y retorna al thriller cargado de violencia y realismo. “Adentro, la casa se fue llenando de olor a rancho, del olor a pobreza que emana de las arepas cuando comienzan a tostarse sobre las parrillas.”
Don Diego es colombiano y proviene de una familia de grandes riquezas. Su apellido figura en la escuela del pueblo, en la biblioteca, en un hospital. Conoce a su mujer Dita en Berlín, luego de la Segunda Guerra Mundial. Con claras tendencias germanófilas, Don Diego se enamora de la alemana. La compleja situación en la Europa de posguerra hace que la pareja decida mudarse a América. Manda a construir un castillo basado en el de La Rochefoucauld, que se emplaza en Medellín como un misterio y un imán para sus vecinos.
Puertas adentro, el castillo genera protección y encierro. El mundo de afuera, que obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2014, es una ficción sobre el encierro. Por un lado, el de esta construcción monumental, en la que Isolda se ve obligada a estudiar aislada, porque tiene prohibido salir. Su padre intenta mantenerla como una “princesa”, pero, a medida que crece, ella desea cada vez más conocer el mundo exterior. Una de las pocas salidas que hace, va a comprar ropa con su madre. En el probador alguien deja olvidada una minifalda roja, que será el símbolo de su rebeldía adolescente, cuando se la lleve a escondidas, y de una obsesión perversa del Mono, que la espía colgado en los árboles del castillo. El afuera es hostil. La muerte se cuela en cada intersticio.
Por otro lado, el encierro de Don Diego transcurre en una casita perdida en las montañas de Santa Elena, al oeste de Medellín. La caracterización de los secuestradores es excelente. La personalidad de cada uno se refleja en los pocos actos que protagonizan en la novela. La atención está puesta mayormente sobre el Mono. Es un personaje muy interesante, construido a través de la intriga. Poco a poco se van revelando detalles de su vida, sus gustos, su máscara. El hombre rudo, el jefe del grupo, que tiene a la chica más linda a su lado, es, en realidad, un homosexual oculto, que vive con su madre y que, al final, es movido por la compasión.
La mirada desde afuera también es importante en el libro. Por momentos, aparece un narrador testigo, un observador externo, un niño vecino que cuenta cómo los chicos del barrio espían el castillo y a sus habitantes, que les generan curiosidad y fascinación, como un mundo mágico al que nunca podrán acceder. Esta mirada abre y cierra la novela, y deja al lector del lado de afuera.