Voluntad de sobrevivir
Alejandro Parisi convierte en ficción los cambios de identidad y las estrategias de supervivencia durante el terror nazi
El 30 de junio de 1941, Nusia Stier, una niña judía de once años, miraba desde una ventana de su casa la entrada de las tropas alemanas en la ciudad polaca de Lwow. Ignoraba que ése sería el capítulo inicial del cambio más profundo y angustiante en su vida y en la de toda su familia: sus padres, Rudolph y Helena, y su hermana mayor, Fridzia. Para muchos, ese cambio había comenzado pocos meses después del 1 de septiembre de 1939, cuando el ejército nazi invadió Polonia (detonante de la Segunda Guerra Mundial) y recluyó a miles de judíos en los primeros campos de concentración.
Es abundante el abordaje literario y del cine en relación con el tema que prioriza, en forma casi excluyente, los siniestros episodios ocurridos en el contexto de la llamada “solución final”, dirigida a exterminar el judaísmo en Alemania y el resto de Europa. Pero este libro no recorre los tenebrosos detalles del Holocausto, sino que su eje es la voluntad de sobrevivir de Nusia (para cumplir una promesa que le hace a su padre), materializada en evitar por cualquier medio el ser otra víctima más de la matanza colectiva.
Alejandro Parisi (Buenos Aires, 1976) ficcionalizó las evocaciones vertidas por ella –Stier reside en la Argentina desde 1949– en varias sesiones de dos horas cada una, en las que obviamente sobresalen las circunstancias de extrema tensión ante la inminencia continua de lo peor, seguidas después por algún destello de esperanza y, finalmente, la salvación.
El mundo ha conocido la historia de mu- chos que se salvaron de las cámaras de gas o del fusilamiento, pero ésta tiene algunas aristas singulares. Entre ellas, la corta edad de Nusia, la soledad en la que a partir de la disgregación familiar tuvo que afrontar riesgos y otras circunstancias que delinean un paisaje poco común entre quienes sobrevivieron.
A las tropas nazis se les unen los ucranianos (población mayoritaria de Lwow, marcadamente antisemita), para colaborar con las órdenes de Berlín de erradicar del territorio al ejército soviético, que casi junto con la intrusión alemana había ocupado el este de Polonia. De modo que el peligro para los judíos se amplía, con militares y ciudadanos, entre ellos los judenrat, judíos que conservaban la vida a cambio de denunciar a sus pares y proponer su traslado a los campos de exterminio.
La peligrosa situación mueve a alguien cercano a Nusia a solicitar su ingreso en un orfanato, en el que es admitida al exhibir un documento apócrifo, según el cual ha nacido en Ucrania, es católica y se llama Stanislawa Jendrus. A poco de estar allí, tratando en todo momento de no despertar sospechas, visita el lugar una refinada mujer que busca a alguna interna para adoptar. Elige a Nusia, cautivada por su belleza y su inteligencia. La mujer es Claudia, esposa del general Bezruchko, máximo héroe de la resistencia ucraniana ante los bolcheviques. No le gusta el nombre de Stanislawa, así que la llama Slawka y la lleva a vivir a Varsovia, en la cómoda casona que habita con su marido. Es la tercera identidad que asume la niña, ésta muy diferente de las anteriores, ya que además de evitar carencia alguna le basta mencionar quién es su padre adoptivo para que se esfume toda amenaza. Pero en la intimidad se desdobla entre quien ha sido y quien es, hasta el punto de ser asaltada por diálogos mentales, sobre todo, entre Stanislawa y Slawka.
Bien escrito, el relato tiene sin duda sus momentos altos en las situaciones críticas que, con habilidad, son dosificadas por Parisi, sabedor de que representan el máximo estímulo que se le plantea al lector cuya única certeza, al comenzar el libro, es que Nusia Stier ha logrado sobrevivir.