La psicología trata de buscar una explicación
Cuando en abril de 2013 el goleador de la liga inglesa y hoy estrella de la selección uruguaya, Luis Suárez, mordió a Branislav Ivanovic, del Chelsea, el psicólogo inglés Thomas Fawcett le dijo a la BBC que la mordida usualmente expresa frustración. Y también agregó algo más: que sospechaba que Suárez reincidiría. Tuvo razón.
Durante su último partido por varios meses, Suárez mordió (es la tercera vez que lo hace desde 2010) el hombro del italiano Giorgio Chiellini y desató un escándalo que ocupó horas de debate.
¿Qué puede llevar a un futbolista profesional a hincarle los dientes a un jugador del equipo contrario?
“Normal no es –opina el doctor Norberto Debbag, deportólogo del club Atlanta y docente del curso superior de cardiología de la UBA–. Si hubiera sido una sola vez, uno podría pensar en algo fortuito, pero tiene antecedentes. Todo indica que es un muchacho que no puede controlar sus impulsos. Habría que estudiar su historia infantil, porque puso en riesgo no sólo el rendimiento de su equipo, sino también su propia carrera.”
Según la revista británica New Scientist, los psicólogos consideran que estos gestos de falta de ética deportiva surgen generalmente en el deporte infantil. “Pueden ser un signo de que el chico no maneja bien la competitividad, o que todavía no desarrolló los circuitos de la corteza cerebral que regulan las emociones. Pero cuando uno llega a adulto y se convierte en deportista profesional, indican algo más que mala conducta”, afirma.
En un Mundial, la adrenalina se vuelca en cantidades inusuales en el torrente sanguíneo. “Aprender a controlar la agresividad de modo que sea efectiva y balanceada es un arte para los atletas profesionales. Muchas veces, el público no comprende lo difícil que es”, dice en la misma publicación el doctor Richard Guinsburg, consultor del Massachusetts General Hospital.
Para Germán Diorio, psicólogo deportivo del plantel de básquetbol de Obras Sanitarias y autor del libro
El psicólogo del club, “hay que entender que la mordida es una respuesta de alta emotividad. Es un momento de estrés desbordante, traumático, y, en el caso de Suárez, de una emocionalidad violenta. Así como usted o yo podemos patear o dar un codazo, habría que estudiar cómo se vincula la acción de morder con sus mecanismos de respuesta naturales.”
Según el psicólogo, este tipo de reacciones se pueden tratar si el jugador trabaja seriamente con un profesional. “Lo raro es que todavía no haya empezado”, concluye Diorio.