LA NACION

El regreso de una guapa

Araceli González cuenta por qué volvió a una tira diaria en la TV

- Texto Alejandro Lingenti | Foto P. Pidal/AFV

Pasó un buen tiempo –lo último había sido la versión local de Amas de casa desesperad­as, allá por 2007– hasta que Araceli González decidió volver a compromete­rse con una tira televisiva, un trabajo que reporta buenos ingresos pero exige doce horas de ocupación diaria, lidiar con el estrés del sube y baja del rating y, sobre todo, controlar las consecuenc­ias de la alta exposición. Hace unos días, de hecho, algún despistado que la cruzó frente a la góndola de vinos de un supermerca­do le pidió que dejara de tomar. La que bebe más de lo aconsejabl­e, aclara ella con una sonrisa, es Andrea Luna, su personaje en Guapas. “Yo con una copita de vino ya estoy medio mareada”, agrega.

Araceli dice estar feliz, pero agotada con este regreso a la televisión diaria. Se había acostumbra­do al ritmo más relajado del reality Novia a los 40 de Fox Life y el ciclo de entrevista­s ¿Qué piensan los

hombres? en Utilísima, dos de los proyectos a los que se dedicó en los últimos años. “Ahora otra vez todo es más vertiginos­o –explica–. En Guapas hago un personaje diferente a los que hice antes y que me exige estar muy atenta todo el tiempo. Todas las escenas son muy importante­s, no hay relleno, no nos conformamo­s diciendo « Bueno, esta escena zafa así como está » . Es agotador, pero también provoca placer por los buenos resultados”.

–¿Te molesta que te pasen cosas como la anécdota del supermerca­do? –No, para nada. Me causan gracia. Yo sabía a lo que me exponía cuando acepté este trabajo. Se corre mucho, tenés la presión de que tu personaje sea creíble y querible, y sabés que hay que construirl­o muy rápido. Muchas veces estamos con diez capítulos abiertos, filmando escenas desordenad­amente, es complicado concentrar­se. Pero lo estoy disfrutand­o mucho. Y disfruto también este reencuentr­o con la gente. Es lo que tiene la televisión abierta… Cuando no estás, parece que no existieras. Mirá que el programa de Fox Life se emitía en toda América latina, eh. Pero aparecés en la televisión abierta y empezás a interactua­r más con la gente, te preguntan cosas del personaje por la calle, se siente el cariño muy cerca otra vez. –El revés de la trama es que cierto sector del periodismo empiece a hurgar de nuevo en tu vida privada. –A mí no me pasa eso porque he tomado hace rato la decisión de no contestar. Digan lo que digan, no respondo. Lo paso pésimo cuando hablan mal de mí sin fundamento, obviamente, pero me la banco. Me refugio en mi casa, acumulo bronca, pero no les doy el gusto de contestar. Ya sé que estoy expuesta, pero también cuido cada vez más mi privacidad. No hago notas para explicar si mi marido me atiende bien. Cuando hago una entrevista es para presentar un producto, para hablar de un programa en el que laburo. –¿Encontrast­e muy cambiada la televisión abierta después de esta ausencia de años? –Hacia dentro veo todo igual. Pol-ka tiene buenos guionistas y un sistema de trabajo muy aceitado. Lo que cambió en los últimos años es la tecnología y eso produjo cambios en el consumo de la TV. Mucha gente ve el programa en Internet en distintos horarios y eso no está contado como rating, pero suma. –También aumentó el consumo de series extranjera­s. ¿Cómo te parece que quedan paradas las ficciones nacionales en comparació­n?

–Para mí, Guapas tiene un nivel altísimo. Nunca fui tan fan de un producto que hice. Llego a casa, veo el programa y lo disfruto mucho. Tenemos muy buena televisión en la Argentina. –¿Te costó aceptar la propuesta de

Guapas por tu pasado como pareja de Adrián Suar? –En realidad, para mí, era un peso ser la pareja de Adrián y trabajar en Pol-ka. Creo que muchos compañeros sentían que no podían hablar con libertad si yo estaba presente. Ahora es todo mucho más relajado. Igual, no fue una decisión fácil, tuve dudas, me parecía un poco raro. Lo consulté en casa y llegué a la conclusión de que era una evolución. Mi hijo me dijo: “Si te sentís bien, dale para adelante”. Ya pasó mucho tiempo, Adrián y yo tenemos nuestra propia vida, cada uno hizo su camino. Cuando mezclás trabajo con temas personales es porque no tenés vida propia. –¿Qué planes tenés para el futuro, qué te gustaría hacer? –Me gustaría hacer más cine. Hice apenas dos películas, Alma mía, que fue un gran éxito, y Un día en el pa

raíso, que me permitió trabajar con Guillermo Francella, un compañero cálido, amoroso. También me interesa seguir explorando el terreno de la conducción. En cine sé que alguna gente ha pensado en mí, pero no se ha animado a proponérme­lo por temas de presupuest­o, por ejemplo. Pero si el proyecto me interesa, me sumo. La mejor vocera para decirlo soy yo, no otros. Soy muy selectiva, lo fui siempre, pero elijo teniendo en cuenta lo que me gusta, no lo que me hace ganar más plata.

“Lo paso pésimo cuando hablan mal de mí sin fundamento, pero me la banco. Acumulo bronca, pero no les doy el gusto de contestar. Ya sé que estoy expuesta, pero también cuido cada vez más mi privacidad”

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