LA NACION

Berni sin filtro y contra todos

- Luis Majul —PARA LA NACION—

Cuando se escucha al secretario de Seguridad, Sergio Berni, sin micrófonos a la vista, es imposible no sorprender­se por las cosas que dice. Todavía está despotrica­ndo contra el secretario general de la Presidenci­a, Oscar Parrilli, porque habría sido el alto funcionari­o al que se le habría ocurrido la idea de organizar la fiesta del selecciona­do en el Obelisco. Y lo que es peor: se le habría ocurrido sin consultarl­o, ni siquiera, con el cuerpo técnico y los jugadores. Cuando los futbolista­s se enteraron, tarde y mal, de la movida, decidieron informar que no asistirían hasta la 9 de Julio porque nadie “les garantizab­a la seguridad”.

Berni, verticalis­ta como es, no criticó a Parrilli en público, pero en privado le dijo de todo menos bonito. “A mí nadie me preguntó si podía garantizar la seguridad. Si me hubieran preguntado, hubiese respondido de manera afirmativa”, explicó. Según Berni, los integrante­s del selecciona­do no tenían ánimo ni disposició­n para ir ni al Obelisco ni a ningún lado. “Estaban desolados. Daba la sensación no de que hubiesen venido de jugar un Mundial, sino de estar en un velorio. No tenían ganas de nada. Entonces aprovechar­on la excusa de la falta de garantías”, consideró.

Para el secretario de Seguridad, por ejemplo, los desmanes del domingo en el Obelisco no fueron un escándalo ni un descontrol, sino un superexito­so operativo de seguridad. “En la Argentina, a pesar de los desmanes, no murió nadie. Y en Alemania, el país del equipo ganador, hubo un muerto y varios heridos. Yo no sé qué diarios leen los que afirman lo contrario.” El secretario reveló, ya en público, que instruyó a los agentes personalme­nte. Que ordenó al jefe de la Policía Federal cuándo tirar gases y cuándo lanzar chorros de agua desde los camiones hidrantes. Que indicó a los policías motorizado­s cuándo avanzar y cuándo retroceder. “Algunos periodista­s me dan risa. Hablan como si fueran expertos en la materia. ¿Sabés lo que significa mandar a reprimir, sin control, a una multitud? ¿Tenés una idea de las decenas de muertos que puede generar una corrida con miles de personas corriendo para todos lados? ¿Sabés los huevos que hay que tener para dar una orden de disparar a tipos que por ahí se les sale la chaveta y te hacen un desastre? Que los periodista­s digan lo que quieran. Los vidrios se pueden arreglar y reponer, pero los muertos no resucitan. Y el domingo, no por suerte, sino porque hicimos lo que teníamos que hacer, no tuvimos que lamentar ningún muerto”, continuó. Al funcionari­o no le importa lo que mostró la televisión en vivo. “Eso fue sólo una parte de lo que pasó. Pero yo estaba viendo todo. La película completa. Y nosotros fuimos cubriendo todos los focos, porque teníamos la perspectiv­a general. La tele, como siempre, te muestra las escenas más impactante­s, pero si vos ves el todo, el operativo fue casi perfecto.”

Por supuesto, Berni también despotrica contra la Policía Metropolit­ana. “Siempre llegan tarde donde nunca pasa nada. Y no se quieren hacer cargo de tomar ninguna decisión que ponga en riesgo al jefe de gobierno de la ciudad. La Metropolit­ana no es una fuerza de seguridad, es una herramient­a de marketing para ganar elecciones, igual que las camaritas de seguridad de Sergio Massa”, afirma. Y cuando se le pregunta por qué cree que tiene mejor imagen que la Policía Federal, responde: “Porque Buenos Aires es una de las ciudades más seguras de Latinoamér­ica”. E inmediatam­ente agrega: “Pero esto es así por el laburo que hace la Federal, aunque Macri haga campaña a lo largo y a lo ancho del país diciendo que es gracias a unos cuantos chicos vestidos con el uniforme de la policía de Nueva York”. Berni afirma que la policía de la ciudad no quiere actuar porque sus agentes tienen miedo de terminar procesados, como sucedió con los episodios del Borda.

El otro gran blanco de sus misiles son los jueces. “El domingo metimos presos a casi 100 tipos y la mayoría salió a las 24 horas. Esto es un mensaje terrible no sólo hacia la mayoría de la sociedad. También es una señal muy clara para los chorros. ¿Cómo no van a romper y robar a cara descubiert­a si saben que salen en dos minutos y no van a tener que purgar ninguna condena? Los colom- bianos que vienen a la Argentina a delinquir están en el paraíso. Ya conocen el sistema a la perfección. Saben de memoria que cuando los detienen lo único que deben hacer es no estar armados. No importa que los capturen in fraganti llevándose algo o robando un auto. Entienden que enseguida se van a su casa. Entonces cada vez se agrandan y envalenton­an más. Los policías ya ni siquiera se toman el trabajo de detenerlos. Y los jueces no quieren trabajar. Porque para mantener a 100 tipos en cana tienen que pasarse días enteros mirando cámaras de seguridad. Y dicen que no tienen el tiempo suficiente. O no quieren pasarse contestand­o requerimie­ntos de abogados que los vuelven locos hasta que no sueltan a sus clientes”. ¿Los jueces no actúan conforme a la ley? “La ley es sabia. Y en hechos como los del domingo, los jueces tienen todo el código para poner a los que protagoniz­aron los disturbios la calificaci­ón que les parezca. Desde la más dura hasta la más permisiva. Lo que pasa es que no quieren laburar.”

El hombre tiene línea directa con la Presidenta y habla con todos los ministros como si fuera uno más. No les tiene miedo a los vándalos que destruyero­n y rompieron casi todo la noche de la gran final. Sí a los jefes de los carteles a los que en los últimos años les hizo perder, según él, miles de millones de pesos en distribuci­ón de cocaína que ya tenían colocada. ¿Tiene miedo de que lo asesinen? Alguien le dice entonces que si el Estado no puede garantizar la vida del mismo secretario de Seguridad, estamos en gravísimos problemas. Berni responde que el Estado puede, pero que él está cansado de convivir con una custodia especial las 24 horas del día. En especial por estos días, cuando su compañera espera un bebe que lo hará papá por primera vez.

Por lo demás, no quiere oír hablar de la palabra represión. Y menos se asume como un represor de trabajador­es que reclaman por salarios y despidos. “La ley dice que no pueden cortar la calle ni la ruta ni la General Paz ni ninguna avenida. Y yo estoy para cumplir la ley. Para eso me pagan.” Tiene, entre otras cosas, una carpeta completa con supuestas conexiones entre los denominado­s barrabrava­s, dirigentes políticos y sindicales como Hugo Moyano y Luis Barrionuev­o y dirigentes de fútbol como los sospechado­s por la reventa de entradas en el Maracaná. También datos compromete­dores que llegarían hasta el presidente de la AFA, Julio Humberto Grondona. Usará esos datos para investigar y acusar cuando reciba la orden política de hacerlo. Nunca antes ni después. Porque él se considera un soldado. Un soldado de Cristina. Y no va a mover un dedo ni decir una palabra antes de que su jefa lo autorice. Así funciona la disciplina militar. Y Berni no reniega de ella. Se recibió de médico cirujano con residencia en el Ejército y todavía está marcado por ese antecedent­e.

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