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pompeyo audivert y el sueño de recrear a discépolo

Es actor, gestor de sus propios proyectos, director y docente; además, cumple el sueño de recrear a Discépolo

- Carlos Pacheco PARA LA NACION

El año pasado realizó una exitosa temporada con la pieza El crítico, de Juan Mayorga, en el Teatro San Martín. Pompeyo Audivert produjo luego, con sus alumnos, una serie de proyectos que han adquirido una notable repercusió­n, como Edipo en Ezeiza (Camarín de las Musas), Museo Ezeiza 73, instalació­n teatral con 70 actores que se presenta el primer sábado de cada mes, en el Centro Cultural Haroldo Conti, y El cadáver detrás de la pantalla, en su sala El Cuervo, ubicada en Santiago del Estero 433.

Esta especie de máquina productora de teatro (dirige, actúa, escribe, da clases) mañana estrena Muñeca, de Armando Discépolo, en el Centro Cultural de la Cooperació­n. Una pieza poco representa­da del autor de Stéfano o Mateo, pero que Audivert sueña con llevar a escena desde hace aproximada­mente veinte años. El espectácul­o lo tiene como protagonis­ta y director junto a Andrés Mangone. El elenco se completa con Mosquito Sancineto, Abel Ledesma, Fernando Khabie, Diego Veggezzi, Ivana Zacharski, Pablo Díaz, Carlos Correa y Gustavo Durán.

“La obra me interesó desde que empecé a estudiar teatro, aunque en esa época me impactó desde la actuación el personaje de Anselmo, su tragedia. Ser físicament­e espantoso y a la vez un hombre poderoso, enamorado de una chica hermosa que le han entregado como un regalo pero que no lo ama. En aquella época no tenía la edad suficiente para hacerlo. Ahora sí, y hoy puedo valorar, además, otras cuestiones que entonces se me escapaban y que despiertan mi interés más allá de la actuación. Hoy me motiva la temática de fondo de la pieza, la máscara como frontera entre la identidad histórica y la identidad sagrada”, describe el actor.

A partir de estas referencia­s el creador descubre todo un mundo por analizar, donde se filtran algunos valores del teatro de Luigi Pirandello. “Anselmo se siente víctima de ese cuerpo que le ha tocado y que no reconoce como suyo –explica–. He allí la tragedia de nacimiento, nos han dado una máscara que no podemos rechazar, el cuerpo que nos tocó como condena y que habrá que actuar a riesgo de morir. Lo mismo pasa, a otro nivel, con la sospecha pirandelli­ana de estar formando parte de una realidad teatral que ha sido construida como fachada de otra que no alcanzamos a enfocar, pero que, presentimo­s, nos detenta como simples actores para unos fines que nunca se revelan. El destino del que hablaban los griegos. Estas cuestiones de carácter metafísico teatral laten en Muñeca, ya la vez aluden a una circunstan­cia de agotamient­o histórico o de debilidad existencia­l del frente histórico.”

Considerad­a por algunos investigad­ores una pieza “sentimenta­l”, Muñeca expone una mirada muy crítica sobre una clase social en decadencia a la que poco le importa reparar en ciertos dobleces del alma humana. “Es una obra sentimenta­l, profundame­nte romántica –afirma–, y a la vez es una suerte de tragedia griega nacional, incluso en su estructura, unidad de tiempo y espacio. Muñeca habla también de una alta clase social todopodero­sa que intenta darse aliento y perspectiv­a a través de la política como ficción teatral decadente que barre por debajo de la alfombra la sangre que sostiene la realidad, erigiendo el simulacro de una historia ficcional, ganando tiempo apenas para seguir un rato más en la escena. Ésa es la virtud poética de la obra, ser casi un folletín romántico y a la vez abrir resonancia­s metafísica­s existencia­les e históricas.”

Si bien en esta puesta el texto de Armando Discépolo se ha respetado en su estructura, se han realizado algunos cambios que le posibilita­n al personaje de Muñeca una mayor definición. Y por eso se han puesto en su boca algunos textos de la poeta Marosa Di Giorgio. “Necesitamo­s que Muñeca tenga una voz propia que dé cuenta de su carácter sobrenatur­al, cosa que en la obra original no sucede, pues es situada en el lugar de la víctima por un entorno misógino”, explica el creador.

Con este estreno, la actividad de Pompeyo Audivert no se detiene este año. En los primeros días de agosto estrenará, como director, Urdaestall­ido, un varieté sobre textos de Alejandro Urdapillet­a en el Centro Cultural Paco Urondo, y hacia fin de año publicará su primer libro, El piedrazo en el espejo, sobre la técnica de trabajo que investiga y practica.

En una de sus páginas, al referirse a la realidad del teatro actual, el actor y director señala: “Para los que hacemos teatro es cada vez más difícil dar cuenta de lo que pasa, las herramient­as que tenemos se rompen en nuestras manos, el texto está en crisis, el director y el actor también. Lo real es tan monstruoso que no se puede tomar como modelo por lo que «significa». Los conceptos de verdad y realidad se han vuelto siniestros y oscuros, nuestra mirada es hoy hamletiana (paralizada en el estupor de su lucidez atónita y cobarde)”. ß

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Rodrigo néspolo Pompeyo Audivert protagoniz­a

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