LA NACION

Entre De Vicenzo y Cabrera, el mismo sueño: ganar el British Open

Roberto de Vicenzo ganó el British Open en 1967 a los 44 años; la misma edad de Ángel Cabrera, que desde hoy será el único argentino en el campo de Royal Liverpool

- Gastón Saiz LA NACION

Los Beatles habían alcanzado entonces su máximo pico de inspiració­n. En toda Inglaterra eran furor los temas de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts

Club Band, el deslumbran­te disco de los Fab Four que se disparó al tope de los rankings. Transcurrí­an mediados de 1967 y allí, en tierra inglesa, un golfista argentino buscaba cristaliza­r un sueño que perseguía desde hacía veinte años. Roberto de Vicenzo, con 44, todavía creía que podía obtener el British Open. Mientras hundía sus zapatos en el desparejo campo de Royal Liverpool, en Hoylake, confiaba en su talento y fortaleza para lograr su primer título de Grand Slam, tras haber festejado en incontable­s puntos del planeta. Finalmente, el 15 de julio de ese año, cumplió con aquel anhelo esquivo. “Nunca perdí las esperanzas de ganar, yo sabía que iba a llegar”, confiesa el Maestro a los 91, desde su hogar en Ranelagh.

El British Open vuelve desde hoy a Hoylake y, vaya casualidad, allí participar­á Ángel Cabrera con 44 años, la misma edad que tenía Roberto hace 47 temporadas: “La clave de aquel triunfo en 1967 fue la concentrac­ión. Todavía me sentía con ambición y confianza, más allá de que no figuraba como favorito. En las casas de apuestas yo pagaba 70 a 1 y aposté 100 libras por mí. Gané 7000 libras, ¿Sabés las cosas que podía hacer con esa plata? En cambio, el premio que recibí por el torneo fue de 2100 libras”.

Durante un año, De Vicenzo atesoró la Claret Jug en su casa y en 1968 devolvió la venerada jarra de plata en Carnoustie, en donde concluyó 10º y se impuso el sudafrican­o Gary Player. “Recuerdo que en mi discurso final como campeón deseé que al año siguiente ganara un joven profesiona­l británico, en alusión a Tony Jacklin, pero él terminó triunfando en el British un año más tarde, en 1969”, cuenta el Maestro, que recuerda patente un comentario que le susurró Player en el tee del hoyo 72, justo antes de redondear la gran hazaña de su carrera: “Gary me dijo: ‘Bueno, Rober

to, ya ganaste’. Tomé esas palabras con cierta desconfian­za. Entonces cambié: guardé el driver en la bolsa y agarré un hierro 4 para no correr peligro en la salida, porque había unos bunkers muy peligrosos. Además me acordé de lo que le había ocurrido a Leopoldo Ruiz en 1958, que usó una madera y perdió el torneo por un triple bogey en el final”.

El Maestro ganó en 1967 con un total 278 golpes (-10), dos de diferencia sobre Jack Nicklaus, que era el defensor del título. Pero estos datos no reflejan la valentía que demostró el domingo en el par 5 del 16. Allí inventó el tiro del campeonato: “Llevaba ventaja en el leaderboar­d sobre Nicklaus y Player, entonces el caddie me dijo que jugara el segundo tiro a asegurar. ‘¡Pero qué asegurar!’, le respondí. Tomé una madera 3, la pelota pasó por arriba del fuera de límites y cayó en el green. Después de dos putts conseguí un birdie que me encaminó definitiva­mente”.

El cielo despejado acompañó mayormente su proeza en el par 72 de Royal Liverpool, pegado al mar. Fueron cuatro días lindos, sin inclemenci­as meteorológ­icas. Porque las cuestiones climáticas pueden ser determinan­tes, según De Vicenzo: “Para ganar el British Open no sólo hay que rendir bien, sino tener además un poco de suerte en los horarios en los que te toca salir. La lluvia y el viento pueden condiciona­rte mucho”, reflexiona.

Más allá de su chispa y lucidez intactas, nunca soñó Roberto en viajar y presenciar en vivo esta cita en Hoylake. “¿Subirme a un avión para ir a Inglaterra? Nooo, ni loco. ¡Si me cuesta ir de la cama hasta el baño! Aparte tengo miedo de dejar en casa a mi mujer, Delia, que también tiene 91. ¡A ver si me voy y me engaña con otro!”, bromea el Maestro. Por supuesto, seguirá el torneo por televisión y en especial al Pato. “Cabrera es un gran campeón; cuando se alinean su coraje, su juego y su administra­ción de golpes no le gana nadie. Es un hombre muy arriesgado en el campo, a veces no sabe medir las consecuenc­ias de un buen o mal tiro y capaz que un mal golpe le cuesta un ojo de la cara. Pero si está calibrado es el mejor”, opina De Vicenzo, aquel soñador que enamoró al público inglés con su humildad y voluntad de hierro para cumplir con su deuda de gloria en los Majors.ß

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El Pato Cabrera y el Maestro De Vicenzo, los dos únicos argentinos ganadores de majors
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Afp y archivo

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